— ¿Qué haces ahí tirado como una mierda? ¡Levántate!A YuGyeom no le importo la sorpresa en el rostro de Jin ni la molestia en la hermanita menor de aquel idiota. A él le dolía, su lobo sollozaba y se retorcía de dolor al sentir el sufrimiento de su alfa y maldita sea, había jurado olvidarse de ese asunto, pero mientras lo ignoraba y creaba una inmensa distancia entre los dos, también lo hacía con su omega interior y eso lo estaba matando.
Los ojos ambarinos de aquel lobo en su pecho se apagaban y esa misma tarde sintió un dolor horrible, dos lazos quebrándose, dos instintos muriendo al mismo tiempo... ellos estaban muriendo. Y aunque su orgullo era tan grande como su necedad por negar a ese alfa prepotente y caprichoso, allí estaba, tratando de salvarlos a los dos porque, sabía perfectamente, ese estúpido hijo de perra no iba a hacer nada por remediarlo.
Así que, sin ninguna otra solución, lo mejor que encontró fue ir hasta el hogar de los Kim y golpearlo en la cara hasta que dejara de revolcarse en su miseria ¡Grandísima mierda! Él estaba sufriendo igual o mucho peor.
SeokJin no podía creer la osadía de aquel chico, simplemente había entrado tirando a los demás a todos lados lejos de su camino y levantó del cuello de la camiseta a su hijo mayor ¿Quién se creía que era? Nadie le ponía una mano encima a su muchacho de esa forma ¡Ni siquiera dejó que Nam le pusiera en su lugar cuando pequeño! ¿Con que clase de derecho se creía esa pequeña mierda?
Pero tuvo su respuesta tan rápido como los ojos café de su hijo se abrieron y suspiró tranquilo al ver los de aquel chico... eso terminaba de confirmar las cosas. Su hijo ya no era un niño como lo fue algún par de años atrás, ese dulce pequeño de cabellos castaños y sonrisa dulce; tan tierno y acomedido con sus hermanitas cuando nacieron, No.Ahora su pequeño príncipe tenía una pareja, una pareja destinada.
El mayor pensó que lo mejor era salir de allí como Yoongi pero no lo creyó correcto, algo allí no estaba bien y por las insistentes disculpas de aquel chico que apareció justo detrás del omega, supo que debía solucionarlo.
Detuvo el exagerado número de inclinaciones de aquel amable alfa y dejó a su hija en el sofá junto al osito de conejo rosado que tanto amaba.—Vamos a llevarlos a algún lugar donde puedan discutir y no huir el uno del otro —Jin ayudo a su hijo a caminar pasando un brazo sobre sus hombros. JaeBum levantó a aquel muchacho al mejor estilo princesa, pero no estaba tan mal como para dejarse cargar, nunca lo necesito y no comenzaría ese día, así que YuGyeom pataleo hasta que logro bajarse y quiso caminar por sí mismo, pero Jin le ordenó quedarse quieto y callado. Nunca se puede con un Omega que es madre... y menos si es la madre de una pareja destinada.
Subir las escaleras con el peso casi muerto JungKook era difícil, una masa de músculos duros recargada contra su cuerpo delgado, era más alto que Kook pero aun así seguía siendo un alfa en toda la extensión de la palabra. Hasta aquel omega que aparecía como la pareja de su hijo, era alto pero no superaba aquella demoledora estatura y presencia.
—Quiero que arreglen cualquier mierda que sea lo que está pasando entre ustedes —Los habían dejado en la habitación del castaño, al alfa en el sofá y al omega en la cama. Iba a encerrarlos allí para que aclararan las cosas o se volvieran pedazos... lo que sucediera primero —No quiero que esta puerta se abra hasta que se hallan dicho hasta la última palabra ¿Entendido?
Pero el rubio por fin podía respirar tranquilo, su alfita estaba mucho, mucho mejor. Por lo menos los colores habían vuelto a su rostro y aunque lo negara, tener al omega a su lado le hacía bien, mucho más del que quería admitir.
La puerta se cerró y un silencio ensordecedor hizo la atmósfera mucho más difícil. YuGyeom encogió las piernas en la cama y le dio la espalda al castaño que suspiró al verle reaccionar.
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My Little, Just Mine.
FanfictionPara nadie es un secreto que entre Alfas y Omegas existen las parejas destinadas, aunque nadie dijo exactamente cuando llegaban, mucho menos a que edad. Jimin recuerda muy poco a sus cortos once años de vida, lo único que sabe es que el infierno en...