Cadenas de fuego

20.- Vida Mundana

Advertencia: El próximo capitulo contiene violencia y maltrato infantil.

Vida Mundana

Lilith

"Me están golpeando.

De nuevo.

¿Mi error? Querer jugar con Eva y Leonid como suelen hacerlo todos los niños.

—Mamá, detente. Por favor—sollozo cuando su palma se estrella contra mi mejilla por segunda vez.

—¡¿Qué te dije de llorar?! —grita haciendo que retroceda y tropiece con mis propios pies.

—No lo haré, ya no lo haré—susurro limpiando mis mejillas con fuerza.

—Eso debiste de pensar cuando ensuciaste el vestido de Eva—tira de mi cabello colocándome de pie.

—¡Yo no ensucie su vestido! —alzo la voz.

Error.

—Pregúntale a Leonid, mami por favor—lo señalo cuando entra.

—¡Señora Fiore! —Leonid coloca su cuerpo frente al mío con sus brazos extendidos—, Lilith dice la verdad.

—Eva dile a mamá la verdad—paso mi mano limpiando mi nariz.

Mis hermanos llegan rodeando a Eva.

—Ella lo hizo—levanta el mentón cruzándose de brazos.

—¡Mentirosa!—grito.

Madre aparta a Leonid cuando el tercer golpe llega a mi mejilla reventando mi labio brotando la sangre al suelo blanco.

—¡Papá! —Grita Leo colocándose de pie—. La señora Fiore está lastimando a Lilith.

—¡Qué demonios estás haciendo! —el hombre toma a mi madre del brazo alejándola de mi.

—¡No me vuelvas a tocar! —ella lo empuja.

—¡No te atrevas! ¡Ni siquiera lo pienses! —amenaza el padre de Leo a mi madre —. ¡No tienes idea de lo que soy capaz si me entero que volviste a ponerle un dedo a Lilith!

La pelea dura unos minutos más. Me coloco de pie pasando a lado de Eva quien no me mira, corro encerrándome en mi habitación para poder llorar sin que nadie me mire pero eso dura poco porque la puerta se abre dejando ver a mi mayor pesadilla.

—Nicolás, no por favor—murmuro llevando mis piernas a mi pecho para que no me toque.

—Eres una soplona.

Mi cuerpo tiembla, mi cabeza pulsa al igual que mi labio roto.

—No le dije a nadie, Leonid vio cuando ella me golpeo.

—Y por tu culpa—avanza hacia mí mientras sostiene en alto su cinturón—, mi madre está llorando por lo que le dijo el capo de la Bratva.

—Si ella llora—se une Fabrizzo—, tú lloraras el doble.

—No, otra vez no—mi voz se ahoga con un gemido cuando el primer golpe llega a mi espalda—, lo siento, lo siento.

—Tendras que pedirle disculpas a mamá por tus errores.

Otro golpe llega a mi espalda.