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No era como si la caminata hubiese durado horas, y sin embargo luego de unos cinco minutos los pasos de Lían empezaban a hacerse más lentos mientras Adhara iba cómodamente cargada en su espalda.

— Puede que no armen un desfile por tu llegada— advirtió Pierre, deteniendo sus movimientos.

— ¿De qué...?

Pero su oración ni siquiera necesitó un final, pues Pierre puso su mano en la parte inferior de lo que parecía ser una enredadera crecida entre un par de árboles más altos, y con un movimiento demasiado seguro quitó las raíces del suelo y levantó la cortina de ramas. Adhara se hubiese sorprendido que el chico se atreviera a destruir propiedad de Patrick, pero su asombro fue mucho mayor al encontrar las raíces perfectamente cortadas y aferradas a pequeñas rocas en las puntas.

 Pierre se metió primero, dejándola sola con Lían, quien se aseguró de posarla delicadamente en el suelo antes de señalar la entrada formada por hojas.

 Mientras estudiaba todo lo que la rodeaba, su mente no evitó pensar en aquellos animales que llaman la atención de sus víctimas para tenderles una trampa, y de alguna manera consideró que tal vez todo aquello era una trampa y ella estaba cayendo ilusamente en esta. Sin embargo, al abrirse paso entre el follaje decidió que el peligro que corría valía la pena.

Pieles claras, en cada rincón en que posara su mirada. Riendo, conversando, y probablemente viviendo de la manera en la que se suponía estando fuera de la vista de quienes les obligaban a no hacerlo.

Se hubiese parecido a la fiesta que los pieles claras de los cultivos de manzana habían armado, salvo que dentro del escondite formado por malezas ninguno parecía estar descansado luego de un arduo día de trabajo, y ciertamente ninguno parecía formar parte del estilo de vida que llevaban los pieles claras que trabajaban en los distintos puntos del terreno.

 Notó que nadie usaba un traje gris a excepción de Lían, quien no se había separado de su lado mientras ella se adentraba inconscientemente cada vez más, pero más importantemente notó que estos pieles claras vestían prendas que uno encontraría en cualquier tienda de la ciudad.

Era obvio que su llegada no pasaría desapercibida en un lugar como ese, y a pocos segundos de su estadía ya tenía la mayoría de las miradas sobre ella. Fue casi instantáneo que algunos comenzaron a apresurarse hacia la salida, mientras que otros entraban de a montón en la pequeña edición del centro del lugar y había quienes solo se quedaban paralizados.

 Podía decir que se esperaba todo eso, pero para nada se imaginaba que también habría personas que se acercarían a ella.

— ¿Qué crees que estás haciendo?— cuando aquel hombre castaño ignoró su presencia por completo y se dirigió directamente a Lían tuvo que morder su lengua para no entremeterse.

— Marcus, esto es mi obra— habló Pierre, regresando al encuentro de los recién llegado tras haberse cambiado de ropa, y Adhara no evitó pensar que su aura parecía haber cambiado completamente bajo la camisa roja que vestía.— Estamos por averiguar qué pasará.

— ¿Estamos arriesgando nuestras vidas en tu experimento?— una pelinegra se acercó, igual de indignada que el primero.

— Puede salir muy bien, o puede salir muy mal— Pierre subió sus hombros.— ¿Qué es la vida sin esa emoción?

Una queja simultánea se oyó en medio de los que los rodeaban, y al mismo tiempo la otra mitad del grupo parecía ser lo suficientemente sensato para evitar esas reacciones innecesarias y ordenar silencio.

— No vinimos para esto— la voz de una mujer se alzó entre el bullicio.— Danos una respuesta, rápido— a Adhara le costó poco reconocer a la chica de las manzanas en aquel lugar, pues aún tenía el mismo ceño fruncido y el mismo irrespeto.

Pieles ClarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora