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 El silencio que reinó luego de esos dos estruendos se sintió fuera de lugar, y de alguna manera hasta lograron que Adhara se sintiera de la misma forma, estando con la espalda contra la puerta y la luz apagada, como si eso ayudara a borrar su existencia de la casa.

 Una parte de ella le decía que debía sentirse avergonzada de estar tan patéticamente escondida cuando ni siquiera sabía qué sucedía afuera, tal vez había malentendido todo y el peligro del que se escondía no existía. Después de todo, había miles de cosas con las que podría confundir el sonido de un disparo.

 Aún así, la otra parte de su cerebro le decía que habían demasiadas alertas a su alrededor como para no pensar en algo malo. ¿Dos disparos justo en la noche en la que Neil y Margaret se escabullían de la casa? ¿Dos disparos justo en la noche en la que Lían estaba demasiado ocupado como para estar igual de protegido que ella en la habitación?

 Pero también quería convencerse de que, si alguien anduviese agitando una pistola por toda la casa, habría un revuelo mucho más grande. Y claro que si ese fuera el caso, Zaniah ya habría estado gritando con todo el poder de su voz preguntándose qué interrumpía su sueño.

 Sin embargo, con ese pensamiento y como si realmente lo necesitara en ese momento, otra preocupación llegó a su cabeza.

 Adhara se aseguró de maldecir a su hermana en todos los idiomas que conocía antes de ponerse de pie lentamente, girando para enfrentar la puerta y deteniéndose allí por unos segundos mientras armaba valor para salir. Y por alguna razón, su cerebro se esperaba algún especie de caos desatándose allí afuera, pero todo estaba tan silencioso y oscuro como uno esperaría que estuviese durante la madrugada.

 No le sorprendió el pasillo desierto, tampoco fue novedad que no pudiese ver a nadie en el patio a través de los ventanales. Dedujo que la única manera para encontrar un alma en el innecesariamente grande hogar era yendo hacia el único lugar en donde las luces seguían encendidas, pero llegar hasta el comedor se sentía como si estuviese caminando por los pasillos de una casa embrujada.

Y pese a que rogó internamente que todos estuviesen durmiendo y ella por fin se estuviese volviendo loca, cuando estuvo a la cima de las escaleras principales se espantó creyendo ver su propio reflejo, encontrándose en vez con Zaniah saliendo tan cautelosamente del pasillo que llevaba a su habitación como Adhara del suyo.

— ¿También oíste eso?— murmuró su hermana, pareciendo perder el sigilo y corriendo hacia ella con total libertad.— Tocó memorias de nuestra infancia.

— No es momento de debatir qué tanto necesitamos un psicólogo, Zaniah— bufó la mayor, tomando su mano y acercándose con lentitud hacia el borde del barandal.— ¿No estabas con Patrick?

— Cuando tiene mucho trabajo se queda en su estudio toda la noche— su voz volvió a sonar en un susurro.— Estaba por ir a buscarlo, pero tal vez debamos ir por Neil antes.

— Neil no está en la casa— Adhara contestó de la manera más cortante posible, y aún con sus manos aferradas comenzaron a bajar las escaleras.— Averigüemos si Patrick tiene idea de lo que pasó.

 El hecho de que Zaniah no diera ninguna queja al respecto reflejó perfectamente la pesadez del ambiente, aún si el ir acompañada le había quitado cualquier forma de cautela al asunto, pues su hermana ni siquiera parecía esforzarse en hacer sus pasos ligeros.

 No es como si hubiese importado de cualquier manera, pues en el piso de abajo tampoco encontraron nadie que pudiera descubrirles en su aparente secreto paseo en medio de la noche.

— ¿Quieres pasar por Marin y las demás mujeres? ¿Ver si están bien?

— Tienen la semana libre...— respondió Zaniah, tomando la delantera para encaminarse directamente hacia el estudio de su esposo.— ¿Dónde está ese hombre?— cuestionó una vez que notó que ninguna luz salía de los bordes de la puerta.

Pieles ClarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora