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Cuando por la mañana fue despertaba por la mucama, quien seguía cumpliendo las reglas de su hermana en vez de las suyas, no pudo hacer más que mirarle con molestia mientras dejaba la bandeja con el desayuno a un lado de donde seguía recostada.

— El desayuno no se sirve en el comedor hoy— informó, en un tono que demostraba que sus ganas de estar allí eran iguales.— La señora y señor de la casa se retiraron por el resto del día, el señorito Neil acaba de regresar y tengo entendido que piensa dormir todo el día, el niño Riley pasará el día estudiando en su despacho, y supongo que el señor Blake se mantendrá ocupado en sus propios asuntos— luego de aquél anuncio, hizo un gesto con la cabeza y se dirigió hacia la puerta, deteniéndose a mitad de camino y volteando a verla por unos segundos.— El piel clara se encuentra esperándola— avisó, señalando al otro lado de la puerta.

 Repentinamente interesada, Adhara se incorporó con rapidez en la cama, poniendo la bandeja con el desayuno sobre sus piernas para luego peinarse el cabello con sus dedos en un intento de verse como una persona decente al despertar.

— Haz que pase— pidió, y pese al gran suspiró que dejó salir, en pocos segundos el piel clara entró a la habitación.— Tengo planeadas muchas cosas para ti— el chico asintió sin dudarlo ni un segundo, quedándose parado al lado de la puerta.— ¿Hambre?— le vio pasar sus ojos por toda la habitación, fijándose en la bandeja de desayuno y luego en el lugar vacío en la cama. Con unas palmada en el colchón su invitación fue inmediatamente aceptada, pero aunque tomó asiento delicadamente solo se quedó viendo la bandeja.— Detesto el jugo de naranja— comentó, tomando el vaso rebosante de aquél líquido para luego acercarlo a él. Y con el mayor de los cuidados, su mano se acercó a lo que le ofrecía, bebiéndolo todo una vez lo tuvo en su posesión.— Pensé que habíamos dejado la timidez en el lago.

 Adhara observó con bastante disgusto como la boca del piel clara ni siquiera se abría. Su mirada fija duró más de un minuto, pero solo le fue devuelta un gesto de curiosidad.

 Como si ese fuera el colmo, dejó la bandeja en la mesa de luz para permitirse mayor movilidad y se volteó hacia el chico, sentándose directamente frente a él. Por alguna razón, le molestó la manera en la que adoptó la típica actitud de un piel clara frente a su amo.

 Le obligó a subir sus cabeza y devolverle la mirada al colocar sus manos a los lados de su rostro, permitiéndole acariciar los lacios cabello negros con la punta de los dedos.

— ¿Cuál es tú nombre?— preguntó la mujer, notando cómo se cohibía inmediatamente a la vez que su mirada se tornaba confusa.— Dime tú nombre— exigió, moviendo con suavidad su cabeza.

— Lían...— contestó, en un pequeño murmuro y con un tono que revelaba que quería decirlo con obviedad, como si ya tuviese que saber eso.

— Lían— repitió, asintiendo.— ¿Es esa la única palabra que sabes decir?— apretó los labios con fuerza al bajar nuevamente su mirada, para luego negar con su cabeza.— ¿Sabes cuál es mi nombre, Lían?

— ¿Señorita...? ¿Señora...? ¿Ama...?— susurró entrecortadamente, sonando torpe al no saber cómo comenzar.

— Adhara— respondió por él, acercándose a su rostro.— Di mi nombre, Lían.

— Ama Adhara— murmuró, mientras sus ojos vagaban por la habitación.

— ¿Sabes algo, Lían?— sonrió, alejándose de él solo lo necesario.— Solía detestar mi nombre cuando era pequeña— hizo una mueca.— A mi madre no le faltó nada originalidad. Te juro que hubiese dado lo que fuera para tener un nombre más normal... algo como Olivia o Samantha, son nombres preciosos ¿no lo crees?— pese a la pregunta, el chico continuó prestando atención sin decir nada.— Y cuando no te gusta tu nombre, existen los sobrenombres. Adhara se convirtió en Dara y las personas dejaron de preguntarme cómo escribirlo, era fantástico— aseguró.— Mis padres lo odiaron, me sermonearon por horas. Y todas las entidades existentes saben cuánto odio las reprimendas y cómo mis oídos se cierran por sí solos cuando alguien usa un tono que no me gusta, pero esa vez no pude no escuchar las palabras de mi madre. Lo recuerdo bien...— aclaró su garganta, sentándose derecha y alzando su dedo índice mientras recitaba.— "Adhara es tu nombre, y nunca en la vida tendrás algo de lo que estar más orgullosa." ¿Sabes qué quiso decir?

Pieles ClarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora