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— Cuando dijiste que teníamos un día ocupado...— comenzó Lían, pero fue interrumpido por el grito de su acompañante, que por un momento casi le hace revaluar si tenía permitido hablar.

— ¡Riker!— en una ocasión normal a Adhara le hubiese hubiese causado gracia la manera en que tanto el chico a su lado como el chico al que llamaba se habían sobresaltado, pero ahora no se sentía como un buen momento.— ¿Vas a la ciudad?

— Si...— respondió confundido, pasando su mirada de ella hacia Lían y volviéndola lentamente.

— Te acompañamos— sonrió la mujer mientras veía como el menor de los hermanos de la casa fruncía el ceño con pura confusión, pero no profirió ningún comentario mientras compartía su transporte con ellos.

— ¿Tienen algún plan en específico?— murmuró Riker, evitando incómodamente la mirada de Lían.

— Construiremos una pared— informó Adhara, haciendo que el chico asistiera con lentitud al tratar de comprenderlo.— ¿Qué hay de ti? ¿Buscas más libros?

— Algo así... de hecho, planeo recorrer la librería unos minutos— torció el gesto al mirar hacia abajo.— El señor Grayson se irá de viaje y la librería se mantendrá cerrada, así que iré a despedirme.

— Lamento eso, sé cuánto te agrada estar allí...

— Es un buen lugar y todas las semanas llegan nuevas ediciones de todas partes del mundo—sonrió como si hablara de lo que mas amaba.— Mucho más de lo que puedes desear en un lugar tan pequeño.

— Por supuesto— asintió la mujer con la cabeza con lentitud.— Discúlpame un segundo, Lían tiene algo para decir— interrumpió levemente su conversación, logrando que el piel clara se sonrojara ante las miradas en él.— Tiene muchas pequeñas manías, si ves que ladea la cabeza y presiona sus labios muy juntos, significa que está juzgando lo que decimos pero que no sabe si es apropiado decirlo.

— Puedes hablar— aseguró Riker, alentándole a que dijera aquello que tanto se estaba guardando.

— Solo creí que usted aceptaría la oferta que el dueño de la librería le hizo— Lían se encogió de hombros, como si no hubiese dicho algo que dejó confundido a sus dos acompañantes.

— ¿Oferta?

— ¿Quién habló de una oferta?— Riker habló por encima de Adhara, repentinamente frunciendo el ceño.

— Es algo que comentaron los que llevan sus libros a la casa— murmuró el piel clara, adoptando una pose rígida.

— ¿Los pieles claras se pasan chismes?— Adhara subió las cejas, fallando en hacer reír a Riker.— ¿O acaso es un rumor sin raíz?

— Sí me ofreció viajar con él— aclaró el chico, pareciendo mareado.— Pero lo había dejado atrás hace tiempo...

— ¿Por?— ahora fue el turno de la mujer de fruncir el ceño.— En vez de esperar a que te traigan tus libros de todas partes del mundo, podrías ir a buscarlos. No veo ningún problema.

— Serían casi seis meses en lugares desconocidos— negó con la cabeza, como si la idea fuese absurda.— Y...

— ¿En serio tienes algo mejor que hacer?— rodó los ojos.— No tendrás ningún nuevo libro durante cinco meses, apenas sales de la casa para otras cosas, y hace tiempo que pienso que tu único amigo es ese hombre.

— ¿Qué tiene eso que ver con nada?

— ¿De dónde más podrías sacar la experiencia que un viaje te daría?— cuestionó la mujer, sonriendo al notar que el chico buscaba algo coherente que refutar iniciando varias oraciones sin fundamento— Pero yo no sé nada de experiencia— admitió, intentando que los pensamientos del chico no le dieran una jaqueca.— Entonces... ¿los pieles claras del pueblo también hablan de mí?— cambió el tema, dándole espacio a Riker para que pudiera calmarse y concentrándose en molestar a Lían en vez.

Pieles ClarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora