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 El laberinto que esa familia tenía por casa comenzaba a fastidiarla, y el hecho de que existieran muchas más habitaciones que las esenciales hacía que su cansancio original se convirtiera en enojo.

 Casi bailó de pura felicidad al ver a una de las mujeres con uniforme azul que anteriormente había visto en la cocina, quien por otro lado pareció molesta por la interrupción en sus tareas.

— Muero de hambre.

— La cena se servirá a su debido horario— informó la empleada, volviendo a realizar su trabajo mientras ignoraba que Adhara recién entendía la hora que era.

— ¿Dónde está la cocina?

  Y aún a pesar del innecesario suspiro, pudo conseguir su respuesta en forma de un dedo señalando la puerta que debía cruzar. Sintió que habían pasado horas desde que se planteó la idea de ir, pero por fin llegó al mismo lugar que esa mañana, con los muebles y paredes de madera y las mujeres viniendo de aquí hacia allá.

— Señorita hermana de la señora Zaniah.

Con ese nuevo apodo otorgado por una de las sirvientas, pronto Adhara se convirtió en el centro de atención.

— Solo buscaba algo de comer— murmuró la mujer, repentinamente cohibida por la fija atención que le prestaban.

— Se supone que Marin llevaría una bandeja con aperitivos hacia su habitación— una señora comentó, secándose las manos con la parte delantera de su uniforme para luego ponerse a buscar entre las alacenas.

 Se asombró con la agilidad de las tres mujeres, pero también quedó sorprendida con el contraste de su amabilidad y la anterior grosería de la otra empleada.

 En casi nada de tiempo, una bandeja repleta de diversos alimentos estuvo preparada para que pudiera llevar a su habitación, junto a la cordial invitación de acompañarla en el camino para no tener problemas en llegar, pero Adhara pensó que aceptarlo sería aprovecharse de la amabilidad.

 Y para su suerte, encontrar el camino no había sido tan difícil. Con su actitud de lo más positiva, comenzó a caminar por el pasillo con una satisfacción conseguida solo por haber logrado su objetivo de volver con comida, pero toda felicidad fue borrada rápidamente al escuchar la conversación que se desataba en su habitación. Aunque realmente no podría llamarle conversación, castigo era la palabra adecuada.

— ¡¿Quién te has creído que eres, sucio piel clara?!

 Claro que Adhara tenía en cuenta que ese tipo de reprimenda eran normales, pero el porqué de estas saliendo de su habitación la inquietó a tal punto de tener que apurar el paso.

— ¡Arruinaste las sábanas de la señora Zaniah! ¡Por mi santo Dios!

 Cruzó el marco de la puerta justo en el momento en el que el sonido de un golpe hacía eco en esa silenciosa parte de la casa.

— ¿Disculpa?

 Tal vez el tono de su voz sonó un poco más molesto de lo que esperaba, pero la extrañeza de la situación le hizo ser brusca mientras dejaba la bandeja que traía sobre la cama y se giraba a cuestionar a la mujer sobre por qué el piel clara que antes le había sido de utilidad ahora estaba siendo abofeteado.

 La marca roja que la mano de la mujer había dejado en el blanco de su mejilla contrastó perfectamente durante unos segundos, pero cuando el piel clara notó la mirada fija de Adhara en él, se apresuró a incorporarse mientras el resto de su rostro tomaba un color rojizo.

— ¿Quién sabe los planes que éste piel clara tenía? Estando encima de su cama...— el disgusto en la voz de aquella empleada se dejó oír, combinando con la mirada asqueada que le mandaba al chico.

— Yo le invité a sentarse— aclaró Adhara, haciendo que la señora voltease su cabeza con lentitud, casi como si estuviese procesando las palabras.

— Sus tareas no se encuentran dentro de la casa— se quejó, convencida de que compartía su enojo.

— Sin embargo me sirvió de ayuda cuando nadie más se dignó a ordenar mi habitación— señaló excéntricamente hacia las sábanas puestas, para luego captar de nuevo la atención de la empleada chasqueando sus dedos.— Y estaba a punto de darle más tareas, por lo que lo dejé aquí mientras yo hacía otra cosa que nadie se dignó a hacer— explicó, señalando ahora la bandeja que recién traía.— A este punto, el piel clara me parece más eficiente para ayudar dentro de la casa.

— El señor Patrick tiene reglas acerca de lo que los esclavos pueden y no pueden hacer en esta casa.

— Y me encargaré de hablar con él personalmente— le aseguró, escandalizando a la mujer con tan poco.

 Pero no dijo nada para cuestionarle directamente, solo abandonó la habitación, quejándose de cómo las pieles claras comenzarían a tomar los empleos que no les correspondían, con lo que Adhara se encargó de cerrar la puerta y la cerradura con rapidez para dejar de oír sus exagerados alaridos.

 Ciertamente no esperaba que el piel clara siguiera manteniendo esa pose tensa, pero allí estaba, ignorando por completo los movimientos de la mujer mientras miraba al frente con determinación de completar cualquiera sea la tarea que le dieran. Adhara consideró divertida su reacción cuando se sentó y dio unos golpes a su lado en el colchón, pues pese a que había logrado conseguir su atención, la duda en sus ojos fue tan grande que sabía que no lograría que se sentara con ella así de fácil.

— Las personas necesitan sentarse y tener una conversación para poder llevar una merienda como se debe— informó, mordiendo la mitad de una galleta para ofrecerle lo que quedaba.— Es demasiada comida para mí sola.

 Con demasiada cautela, el piel clara tomó el alimento y se lo llevó con inmediata urgencia a la boca. Adhara se sintió una experta amaestradora al verle acercarse con lentitud luego de tragar, sentándose a su lado de la manera más calmada posible.

 Sin embargo, se sintió repentinamente cohibida al tenerle tan cerca mirándole con la misma expresión expectante, y al no saber que más hacer, le pidió ordenar la habitación mientras continuaba ofreciéndole más bocadillos cada vez que su mano quedaba vacía.

 Adhara sabía que no estaba en presencia de la mejor compañía, específicamente porque el chico no había dejado salir ni una palabra en toda su estadía, pero le reconfortaba sentir que había alguien más en el lugar.

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¡Hola!

Esto está teniendo aún más lecturas de las que creí que tendría al principio, me alegra muchísimo que puedan leer y votar lo que escribo. Gracias por detenerse, y espero que disfruten su lectura.

Lucie.

Pieles ClarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora