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La casa su hermana era una maravilla en muchos sentidos.

 Desde estar prácticamente reclusa de la sociedad, hasta tener el suficiente tamaño para que cientos de personas vivieran en la propiedad y pudieran abastecerse con los corrales, establos, huertas y bosques de árboles frutales que rodeaban la casa principal.

 Hasta la estadía de pieles claras había logrado asombrarla por su tamaño, pero era de esperarse con la cantidad de estos que se necesitarían para trabajar en toda la extensión. Consideró casi cómica la manera en la que decenas de pieles claras se acercaron apenas bajaron del carruaje, dispuestos a cargar sus baúles y conducirlos hacia los interiores de la casa.

— A Patrick le encantará tenerte aquí— aseguró Zaniah, llegando hasta la oficina de su esposo y abriendo las puertas de par en par.

— Te he dicho miles de veces que no entres de esa manera— la voz de su cuñado había sonado lo suficientemente molesta como para que su hermana diese una paso hacia atrás.

— Mamá, Papá y Adhara vinieron— informó Zaniah, moviéndose lo suficiente para que Patrick pudiera verlos.

— ¡Vaya sorpresa!— el hombre se puso de pie de inmediato, abandonando los papeles en los que trabajaba para acercarse y darle un beso en la mejilla a su esposa, para luego saludar con un apretón de manos y un abrazo al resto de la familia.— Pudiste haber avisado que teníamos visitas...

— No, no, no vienen de visita— corrigió.— Vienen a dejar a Dara, va a quedarse por un tiempo— la mayor observó a Patrick parpadear lentamente antes de volver a girarse hacia el resto con una gran sonrisa.

— ¡No podría estar más feliz!— exclamó el hombre, hablándole específicamente a Adhara.— Hace tiempo que buscaba la oportunidad para que tú y mis hermanos pudiesen conocerse— reveló, haciendo una seña con sus manos para que lo siguieran hacia otra sala.

 Los recién llegados fueron conducidos hasta una sala con dos sillones largos, en medio de una charla tonta acerca del buen clima. La pequeña conversación había sido suficiente para que los dos chicos en el lugar giraran la cabeza curiosamente mientras el grupo se acercaba, para inmediatamente ponerse de pie al darse cuenta de que debían saludar cortésmente a las visitas.

— Permítanme presentarles a mis hermanos menores, Neil y Blake.

Ambos compartían la piel dorada de Patrick, y se notaban unos cuantos años más jóvenes, Adhara incluso dedujo que eran hasta más jóvenes que ella.

 De todas formas, conocer a esa familia era una experiencia curiosa. Patrick era un hombre robusto y grande, con un bonito tono de piel, muy adinerado y educado. Nadie tenía dudas del porqué Zaniah había decidido contraer matrimonio con él, incluso con la gran diferencia de edad que mantenían.

 Por otro lado, sus hermanos se le parecían bastante. Mismos ojos, misma postura que gritaba "niño rico".  Uno traía lentes y su negro cabello desordenado, y el otro tenía cada uno de sus cabellos perfectamente peinado con gel.

 Adhara pensó que irradiaban una vibra completamente diferente a la de su familia. De por sí, tanto la piel de la madre como la de ambas hijas no brillaba tanto como la de ellos, era un tono más acaramelado en vez de uno realmente oscuro como el de su padre. Las miles de veces que de pequeña había oído como comparaban la piel del patriarca con la del resto de la familia, siempre haciendo comentarios sobre la desgracia de haber heredado el color de su madre, resonaba en su cabeza ahora que veía a esa otra familia.

Claro que había muchas más diferencias, pues Zaniah resaltaba en esa casa por ser la única mujer, extravagantemente bella y con el cabello artificialmente teñido de rojo oscuro. Y Adhara tenía la esperanza de encajar aún más viendo como su hermana desentonaba, sabiendo que sus diferencias eran enormes. Desde Zaniah siendo la esposa modelo, hasta Adhara siendo incapaz de mantener un buen carácter el suficiente tiempo como para mantener una relación.

Pieles ClarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora