#26

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 Esta vez no se sintió cansada mientras caminaba hacia el exterior, probablemente porque tenía muy en claro cuál era su objetivo.

 Pero por más convencida que estuviera, una vez afuera volvió a sentirse desorientada y obligada a quedarse parada durante unos segundos para decidir donde dirigirse.

 Admitiría que se sentía un poco fuera de lugar al notar que lo primero que sus ojos notaron al llegar al jardín trasero fue una gran cantidad de personas buscando sostén en la pared de la casa. Muchos sostenían los lados de su cuerpo como si al soltarlos fuesen a desvanecerse, había sangre seca en el rostro de la mayoría, otros tenían cortes por los que la sangre fluía sin barreras y eran visibles en todos los moratones en las partes expuestas por la ropa.

 Buscar a alguien y al mismo tiempo intentar no mirar era un trabajo difícil, pero su conciencia no era lo suficientemente fuerte como para dejar pasar lo que había provocado. Las miradas de los pieles claras le aseguraban que ellos tampoco podían dejarlo pasar.

 Antes de continuar con su búsqueda infructuosa, logró encontrar a una persona que desentonaba en la multitud, y siendo obvio que estaba evitándola no pudo evitar acercarse.

— Frunces demasiado el ceño como para fingir que no estoy aquí— se burló, logrando que el chico se dirigiera a la dirección contraria.— No puedes ignorarme.

— No tengo tiempo para ti.

— No me interesas tanto— cruzó los brazos mientras Blake se giraba hacia ella con molestia.— Lían. ¿Dónde está?

— ¿Ahora te preocupa?— la voz que vino de entre las pieles claras en la pared se dejó ver mientras cojeaba hacia ellos.— Tu hipocresía...

— No puedes hablarme así— lo cortó, alejándose unos pasos al ver su lastimado rostro de cerca.— Solo hice una pregunta.

— ¿Crees que mereces una respuesta?— gruñó Blake, ayudando a Pierre a acercarse más.— Durante tu vida tuviste cientos de cosas que no mereciste, no hace falta que Lían sea otra.

— Siempre te crees tan santo.

— ¿Me dirás que no puedo hablarte así?— soltó una risa desagradable.— Esa técnica no funciona conmigo, y créeme que podría decirte muchas cosas en nombre de todas estas personas.

— Puedes hacerlo, siempre y cuando no me estorbes. ¿Y Lían?— repitió.

— ¿No te provoca ni un poco de remordimiento?— cuestionó Pierce, mirándola como si su presencia le asqueara.— Esto es tu obra— señaló a los alrededores, pero no logró que se girara a ver.— Es tu culpa— se señaló a sí mismo, a su rostro morado e hinchado.

— ¿Cuántas reuniones llevas planeando? ¿Cuántas organicé yo?— frunció el ceño al decidir acercarse a él.— ¿Puedes realmente decir que es mi culpa cuando tú eres la mente maestra? Hasta fuiste tú quien me llevó hacia su jardín.

— Nada de esto hubiese pasado si...

— ¡Nada hubiese pasado si te apagabas al papel que tienes que cumplir!— exclamó, usando su mano para atraer al chico a su altura y que dejara de mirarla desde arriba.— Todo es tu maldita culpa— acusó, viéndole quejarse del agarre y verse obligado a mantener las manos en el aire para que evitara reaccionar de la manera que quería.

 Y pese a que le habría gustado ver a Pierre perder la calma, fue tomada del brazo y rápidamente quitada de cerca del chico. No tuvo que adivinar que había sido obra de Blake, pero antes de poder reaccionar contra este, ya la había tomado del brazo nuevamente y empujado lo suficiente para que perdiera el equilibrio y quedara en el suelo.

Pieles ClarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora