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 El acercarse a la estancia de esclavos solo significaba comenzar a caminar entre grupos de pieles claras que susurraban mientras pasaban.

Adhara consideró imposible ignorar la diferencia en la manera en la que los veían. Las muecas de desagrado que hacían, el ignorar su presencia y solo bajar la cabeza, no era algo que los pieles claras de la casa hicieran sin llevarse un buen castigo.

— Buscamos a Margaret.

La hostilidad en el ambiente parecía no sorprender a Neil en lo absoluto, pues su voz inmediatamente sonó nula y directa cuando abrió su boca, funcionando perfectamente en lograr que un par de pieles claras se movieran a paso rápido.

— ¿Quién es Margaret?— murmuró Adhara, mientras le seguía en su camino de apoyar su espalda en un manzano.

— Probablemente la única piel clara en la que podemos confiar, estando en medio de la nada y rodeados de personas que nos odian.

— ¿Nos odian?— bufó, echando una mirada a los ojos recelosos que los observaban.— ¿Con qué derecho?

— Tal vez esto te parezca una sorpresa, pero no puedes ordenar a una persona a no odiarte de la manera en la que le ordenas que recojan manzanas de los árboles— aclaró, encogiendo sus hombros.— Ahora te preguntarás, ¿por qué nos odian? Y la simple respuesta es que ciertas personas no aceptan la manera en la que las cosas están establecidas.

— Y todas esas personas deberían recibir un castigo para cortarlo desde raíz.

— ¿Por qué crees que nos odian aún mas?— se burló, negando con la cabeza.— Patrick ha intentado de todo, hasta mis padres solían hacerlo, pero estos pieles claras...

— Entonces solo deberían dejarlos ir, que busquen una nueva vida por su cuenta, si es que existe alguien dispuesto a mantener un esclavo exiliado.

— No es tan fácil— su sonrisa no desapareció ni un instante.— Obviamente ellos saben que sin un piel oscura al frente no podrán seguir con su vida, pero nada en esta tierra brotará si no hay grupos de pieles claras trabajándola.

— ¿Sugieres tener contratos de trabajo con los pieles clara?

— Es más... un acuerdo de paz— corrigió, intentando usar las palabras adecuadas.— Les dejamos quedarse en el terreno y les damos lo necesario para mantenerse con vida, ellos nos lo devuelven en forma de trabajo duro y con el favor de no cortar nuestras cabezas por las noches.

— ¿A qué se debe su visita?

La voz de una joven los sacó de su conversación, obligándolos a voltear a verle mientras se acercaba limpiando sus manos en su ya sucio delantal.

— Queríamos un paseo, unas cuántas manzanas y un piel clara para llevar— contestó Neil, parándose erguido en frente de la pelirroja muchacha.

— Un paseo de cuatro horas suena un poco exagerado, mis chicos se encargaron de llevar la fruta a la casa principal esta semana y necesito tantos hombres trabajando como pueda conseguir— la chica no parecía del todo cómoda con su presencia, pero parecía disimularlo mejor que el resto de sus compañeros.

— Probablemente Neil no se expresó bien— habló Adhara, acercándose también.— Tomamos este largo paseo, del que vamos a llevar un par de manzanas frescas como recompensa, y quien va a cargar esas manzanas de vuelta será el  piel clara al que vine a buscar. Gracias por tu atención, ahora puedes ir a encontrarlo.

Pero la mirada gélida de la chica no parecía vencerse con las órdenes, contrariamente, había adoptado una postura aún más defensiva que antes.

Pieles ClarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora