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Aunque le constaba que el piel clara no era un gran conversador, el silencio que reinó durante su caminata le resultó infernal.

No es como si tuviera algo para decirle o él a ella, pero en su imaginación todos eran más felices luego de haber salvado al piel clara del horrible castigo impuesto por su hermana. Le hubiese gustado saber que el castigo no era más que para ella misma, pues el piel clara podría habérsela pasado de maravilla en la alejada estancia.

— ¿Tienes hambre?

El chico, que había mirado fijamente al suelo desde que su marcha había comenzado, se volteó a mirarla rápidamente. Tenía aquél hábito de quedarse observando sin decir palabra cuando no tenía una respuesta.

— Puedes comer un poco de tarta— arrebatando la canasta de entre sus manos, Adhara sacó un trozo del dulce y se lo extendió.

Y el piel clara sonrió. Una sonrisa pequeña y muy simple, nada especial, pero contrastó gravemente con su usual expresión de seriedad, provocando que ese tonto gesto conmoviera una parte de Adhara.

— ¿Te gustan las manzanas?— preguntó, dispuesta a matar el silencio, pero recibiendo solo un pequeño asentimiento con la cabeza.— ¿Entonces te disgusta que te haya buscado?— pero recibió una rápida negación.

 Adhara se quedó observando cómo empujaba un pedazo de tarta en su boca, de la manera menos grácil posible, y se reclamó a mí misma una explicación al porqué había decidido salir de la casa tan apresuradamente, cuando solo se le había imposibilitado ver tal imagen. Negando con la cabeza, lo único que podía hacer era culpar a sus específicos gustos.

— El trabajo en los cultivos debe ser más duro que en la casa— comentó, sin saber cómo seguir manejando el silencio. El piel clara se limitó a asentir fervientemente, como si pensar lo contrario fuese una aberración.— Pero parece ser más entretenido— le vio formar una nueva sonrisa.

— No eres un hombre de muchas palabras, ¿cierto?— subió sus hombros, tirando la cabeza hacia un lado mientras apretaba los labios.— Eso no me molesta demasiado, porque según me han dicho, soy una mujer de muchas palabras— ambos sonrieron ante lo que salía de su boca.— Decirte que hables más se parecería demasiado a cuando los patanes me dicen que yo debería cerrar la boca— la satisfacía lo atento que el chico parecía.— Pero nuestras vidas son muy diferentes. Ni siquiera puedo imaginar qué pasaría conmigo si además de ser una mujer, me hubiese tocado ser una piel clara— se encogió de hombros, aceptando que tal vez la vida no era tan mala.— Hay un lago cerca de la casa, quiero ir allí— habló, luego de unos segundos, logrando volver a captar su mirada.— Debe ser asombroso poder moverse por todo este terreno a libre voluntad, pero no tengo ni idea de dónde estoy parada y Zaniah me echaría a patadas si supiera que nos fuimos de picnic-aventura por un día entero. Será difícil pero tal vez podamos burlarla, la chica es tonta como un insecto— se giró a verle cuando oyó la suave risa que dejó escapar y por la cual pareció arrepentirse al instante.— No debes preocuparte, sé que las pieles claras hablan mal de las familias, y claro que tienen toda la razón, somos unos malditos y los tratamos peor que a animales de compañía.

 Sus discursos sobre la humanidad continuaron por un tiempo, hasta que el chico había cortado el camino principal y empezó a dirigirse por entre medio de los árboles del frondoso bosque, esperando a ser seguido. Y probablemente no debería haber seguido a nadie a la oscuridad y soledad, pero con caminar menos de tres minutos ya se encontraban en las orillas del lado y eso era lo único que le importaba en ese momento.

— Este lugar es tan estéticamente placentero— alagó, apresurándose a sentarse en la orilla.— Solo espero que Riker y Blake no tengan planeado venir hoy.

 Fue rápida en desprender las cintas de sus zapatos y dejarlos a un lado, y ya con sus pies descalzos, se enfocó en la sensación del agua mojando cada centímetro de piel que cubría. Al principio solo tenía planeado meter las piernas y juguetear un poco con el agua, pero era una noche cálida, el viento era casi nulo y el agua estaba a una temperatura exquisita.

 Volteando a ver al piel clara, notó que aún estaba un par de metros alejado, parado en el exacto lugar en el que le vio la última vez que se había girado.

— Si estás aquí es porque me agrada realizar mis actividades en compañía— avisó, mirando las ondas que los movimientos de sus piernas creaban en el agua.

El chico pareció pensarlo una eternidad hasta finalmente sentarse, aún manteniendo una considerable distancia. Se quitó delicadamente sus zapatos y los dejó al costado, para luego doblar las piernas de su pantalón hasta que estuvieron por encima de sus rodillas, dejando su piel libre para sumergirla en el agua.

— Es agradable hacer algo en compañía, ¿cierto?— insinuó, moviéndose más cerca del piel clara.— Y hay un clima excelente. La primera y última vez que vine, el frío casi muele mis huesos, pero hoy es un buen día. Y es el día perfecto para retomar lo que se supone que haría ese día— alcanzó el cierre de la parte trasera de su vestido y lo bajó con mucho esfuerzo.— Nada suena mejor que un chapuzón.

Con esas palabras, se despojó por completo de sus ropas y dio un salto hacia el lago, rogando que su aparente profundidad no fuera solo un espejismo. Por suerte, en vez de recibir un hematoma en la cabeza, consiguió empapar su cabello y flotar torpemente de un lado al otro.

— ¿Eres mi acompañante o qué?

En pocos segundos y mientras no miraba, pudo oír un chapuzón cerca de la orilla. Sonrió complacida al tiempo que metía su cabeza bajo el agua, preparándose para salir y dar un susto al recién entrado piel clara, y sin embargo su plan se vio arruinado cuando sintió su pierna ser tirada. Moviéndose casi frenéticamente, intentó alejarse de lo que lo hubiese causado, pero cuando se dio vuelta solo se encontró en frente del risueño piel clara.

— ¡¿Esas son maneras de tratar a tu ama?!— exclamó, dramatizando mi ofensa y logrando que el chico perdiera rápidamente su sonrisa.— Ahora tendremos que luchar a muerte para que pueda recuperar mi orgullo— se quejó, lanzándole agua a la cara.

El ánimo del chico pareció volver con tal acción, atreviéndose a lanzar un débil y tímido chorro de agua en dirección a su nueva contrincante,  y siendo respondido con otro golpe al agua, su inhibición se perdió por completo, devolviendo el juego con entusiasmo.

Tal vez fueron horas o solo minutos los que pasaron jugando en medio del agua, no podría decir la diferencia pues lo único que sabía a esas instancias es que toda aquella actividad la había cansado por completo.

Aún sonriendo de oreja a oreja, volvió a la orilla y se vistió desganadamente sus ropas, consciente de que el piel clara imitaba sus acciones.

— Muero de hambre, ¿qué opinas de cenar tarta de manzana? No es como si Blake o Riker se merecieran específicamente un trozo, y ni hablar de Zaniah y Patrick— bufó, sacando dos grandes trozos.— Todo es para nosotros— el piel clara se sentó frente a ella , aceptando rápidamente la comida que le ofrecía.— Estoy segura de que los demás pieles claras se morirían de celos si supieran cuántas veces debo alimentarte por día— bromeó, observándole comer con entusiasmo.— Si te vieran seguro dirían algo como "el pequeño piel clara es un bastardo suertudo".

— Mi nombre es Lían.

 Sin digerir qué sucedía, Adhara solo asintió lentamente, concentrada en su propio trozo de tarta como para pensar en algo más, pero tuvo que levantar la mirada cuando se dio cuenta de lo sucedido.

— Esa no es la manera en la que pensé que tu voz sonaría.

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¡Hola!

 Aquí un nuevo capítulo que por fin habla de el piel clara más importante de la historia. ¿Lían les parece agradable? Supongo que todavía tendrán el resto de la historia para responder esa pregunta.

 Gracias por detenerse, espero que les guste y que disfruten de su lectura.

Lucie.

Pieles ClarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora