#12

197 16 3
                                    

— Así que decidiste que sería una buena idea huir de la casa solo porque no podías ver al piel clara— la ironía bañaba la voz de su hermana.

— Por supuesto— asintió, no dispuesta a darle el placer de arruinar el desayuno.

— Y perdiste a Neil en el camino— añadió, en un tono exasperado.

— Él decidió perderse— subió sus hombros mientras le untaba mantequilla a una tostada, con total despreocupación.

— E hiciste que un piel clara desobedeciera una orden directa y abandonara su lugar de trabajo asignado— acotó, como si esa fuera la gota culminante del vaso que representaba su paciencia.

— No te preocupes, sé como arreglarlo— dejó su tostada en el plato y se inclinó hacia adelante, para captar mayor atención.— Dale un nuevo trabajo...— utilizó el borde de la mesa como si fuera una batería para hacer sonidos de suspenso.— ...que esté cerca de aquí para que yo no tenga que tomarme tantas molestias la próxima vez.

— Tal vez lo que Adhara necesita es un poco de aire nuevo— comentó Patrick, luego de aclarar su garganta.

— Lo que Dara necesita es sacar su cabeza de su trasero— corrigió Zaniah, sacando su lengua de una manera infantil.

— O solo un poco de aire nuevo— retomó el hombre, en un intento de ignorar la riña.— Salir a pasear por la ciudad, quizás.

— Pura basura— la nombrada expresó sus sentimientos por la idea con simpleza.

— Hablando de eso, hoy debo ir a la ciudad— recordó Riker, aún bostezando mientras mezclaba delicadamente su taza de café.

— Voy a acompañar a Riker— se retractó Adhara, llevando su tercera tostada hacia sus labios.

— Oh, así que ahora quieres comportarse como una mujer normal— picó Zaniah, entrecerrando sus ojos mientras bebía de su taza de té.

— Él es la única persona que habla conmigo en esta casa— explicó, encogiendo sus hombros.— Disculpa si prefiero la compañía de alguien más maduro que tú.

— Él es todavía un niño— enumeró con sus dedos.— Y me encantaría que solo hablaras con él, de esa manera el piel clara no estaría presente en todas nuestras conversaciones.

— ¡Tú eres la que sigue trayéndolo!— reclamó, dispuesta a comenzar otra pelea.

Y aunque esas deliciosas conversaciones le ayudaban a empezar su día con el pie izquierdo, todo debía terminar. Pero al menos terminaba con Riker conduciéndola hacia las salidas del terreno.

La ciudad realmente no se podía llamar una ciudad en sí. El centro contaba con algunas tiendas y todo tipo de edificación necesaria para la buena vida humana. Había algunos edificios bajos en los que vivían familias entera, y otros edificios que servían como entretenimiento para estas familias, como cines y teatros.

Esos lugares siempre le habían resultado agradables y merecedores de recorrer, si se contaba con el tiempo y la calma necesaria, pero Riker parecía decidido en lo que debía hacer, caminando apresuradamente por las angostas calles.

 El chico pareció llegar a su tan esperado destino una vez que se detuvo frente a una librería, y se encargó de abrir la puerta para que su acompañante pasara primero.

— Siempre madrugando— saludó el anciano tras el mostrador, apenas reconoció al chico.

Los hombres se estrecharon las manos cálidamente, compartiendo sonrisas y buenos deseos por algunos segundos, mientras Adhara se limitaba a sonreír para demostrar su amabilidad.

Pieles ClarasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora