Prólogo

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A veces pensamos que porque tenemos dinero, nos vemos bien y porque llevamos una sonrisa somos felices. Y otros pensamos que porque se ven fríos, serios e intimidantes son malas personas. Todos pensamos así muchas veces.

Todo el mundo piensa conocerme con la descripción de que soy divertida y loca. Que no le temo a peleas y a las discusiones, que me enfrento con cualquiera cuando sea y están equivocados. Al verme de padres ricos multimillonarios piensan que soy la típica mimada. Se equivocaron.

Para mí, mi madre está muerta y mi padre es un infeliz que solo le importa el dinero, la ambición y las mujeres. Gracias a mis padres soy quien soy. Tú no eres como eres porque quieres, si no porque la vida te ha formado por los hechos que has pasado.

¿Hace unas horas estaba en una fiesta con mi mejor amiga y ahora dónde estoy? En un prostíbulo lista para venderme, donde harán una subasta de mi cuerpo.

Debo decirle que estoy destruida pero no pierdo el deseo de seguir luchando hasta el final. Todo tiene que ser intentando antes de decir que es un fracaso.

Hombres me bajaron de camionetas negras a la fuerza, con varias cachetadas en mi mejilla debido a mi rebeldía y luego me obligaron a entrar a un cuarto lleno de mujeres que me miraban con lastima, odio y muchas con envidia.

¿Saben mi historia verdad? No. Yo se las contaré.

Me preparaban para salir al frente de cientos de hombres donde me subastarían. Mi mente daba vueltas y me preguntaba porque todo esto me pasaba a mí. Me arrebataron a mi mejor amiga Dara, mi hermana, mi única familia verdadera y fiel. Ahora vuelvo a estar sola y desamparada, ahora dependeré de un hombre. Cosa que odio.

Mis ojos y mi mente estaban lejos, viajando en la nada mientras unas chicas me arreglaban de forma muy seductiva y asquerosa para mí. Una falda muy corta que se notaban bastantes mis grandes nalgas y una ombliguera roja de escote corazón sumamente provocativa. Me dejaron caer mi largo cabello y me maquillaron excesivamente. Me colocaron unos tacones de algunos 4 centímetros y estaba lista para subastar.

-Tienes que quitar esa cara o te mataran, hoy viene uno de los mafiosos más importantes de toda Florida Central. Debemos buscar que nos compren y te aseguro que, si uno de los jefes te ve actuando así, ya no serán cachetadas las que te darán, serán balazos- me dijo una de las chicas que están conmigo en el cuarto. Todas teníamos alrededor de algunos 22 a 26 años. Yo tenía 23.

Abrieron de golpe la puerta dejando ver unos hombres, el mismo que me había traído.

-Es hora de salir muñecas- dijo uno de ellos con su asquerosa voz.

Me sentí sucia como una prostituta, una cualquiera humillada.

Me jalaron de las manos y salimos del cuarto llevándonos a una gran sala, nos subieron a una tarima con una fila de sillas hacia el frente del público dónde estaba lleno de hombres. Mis nervios empezaron a salir, pero debería controlarlos. Me senté donde me dijeron al igual que las demás. Todos nos miraban, había muchas miraban en mí, pero no me atrevía a corresponder a ninguna. No por valentía, sino por dignidad a mí misma.

-¡Buenas noches caballeros! !Hoy tenemos mercancías frescas y a su precio! ¡Suya de su propiedad y a su gusto!- los malditos mafiosos estos aplaudían, algunos con clases otros con codicia y muchos con calma.

Veía como vendían a las chicas como si fueran objetos, como las tomaban y las paraban frente a todos el mundo y empezaban a gritar cantidades cada vez más sumatorias. Hasta que me tocó a mí. Afligí mi mirada, pero caminé al centro de la tarima, con clase y valentía, pero por dentro queriéndome morir y deseando que esto fuera un sueño. Todo el mundo me miraban, yo era el centro de atención en este momento, recorrían mi cuerpo con los ojos y luego buscaban mi mirada.

-¡Esta preciosura de aquí es nueva! !Bella y con un cuerpo que si fuera uno de ustedes me la llevaría de volada!- algunos rieron- ¿Cuanto por ella?- gritó el hombre por el micrófono.

Sé levantó un viejo de la silla y gritó.- Doy $650,000 dólares por ella-

¡Qué asco! Dios mío protégeme.

-¡Doy $800,000 dólares por ella!- gritó un hombre de algunos 40 años con una gran barba y muy bien vestido. Me miró con una sonrisa, pero yo no le sonreí.

-Vendí...-gritó el hombre del micrófono, pero una voz le interrumpió.

-Doy un Millón de dólares por ella!- gritó el joven calmado y con voz intimidante. Mi mirada buscó la de él y...

Oh por Dios. Maldito Dios griego, malditos ojos fríos.

Era de tez blanca, ojos azules y pelo castaño, media como algunos 1,85 centímetros y era sumamente fuerte. A través de su traje se le marcaban las pequeñas y finas líneas de sus músculos. Sus ojos no desviaron a otro lugar que no fueron los míos.

-¡Vendida!- ahora sí gritó el hombre del micrófono. Quería tomar yo el micrófono y romperlo en su cabeza y salir huyendo.

En qué maldita fiesta me metí, ahora seré propiedad de ese Dios Griego. Lástima que mi corazón nunca le corresponderá, como estoy segura que él de él, tampoco será mío.

¿Oh si?

Mi mafioso Compulsivo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora