19. Lazo Roto.

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Jungkook podía aguantar la debilidad de su propia alma hasta alcanzar un 5% de energía, no mentía ni alardeaba al decirlo. Por debajo de ese nivel era cuando sus instintos tomaban posesión de sus acciones como el día en que conoció a Tae.

En aquel momento disponía de 15% de energía en su alma. Aún podía hacerse llamar "el buen Jungkook" y actuar como una persona normal, incluso siendo desconsideradamente tentado por su más ferviente obsesión; estaba bien, tenía fuerza de voluntad suficiente para negarse a cometer un grave error. Perder el accesorio encantado, aunque le dificultaba mantener la cabeza fría, no lo condenaba a ser un salvaje.

Lo que lo dominó no fue apetito sexual, este se esfumó al toparse con la mirada ida de Tae; quien no estaba arrepentido de sus acciones ni era inocente. ¿Cuán nublado estaba el juicio del jovencito ante él? Kook tampoco se sentía bien, estaba demasiado dolido en aquel instante para seguir siendo indulgente.

—¿Es en serio? —inquirió el léuzur. Se levantó arrancando la cadena ya inútil de su cuello para lanzarla al suelo con furia— ¿Quieres algo y no paras hasta obtenerlo?

—Fue un accidente —alcanzó Tae a excusarse temeroso, sus instintos apagados por la mirada molesta y dolida de Kook; vertió agua fría en su sangre—, yo.

—¡Basta! Entiendo que todo es nuevo para ti y que te es difícil controlarte, pero creí que yo te importaba. Te confié mis problemas, la situación de mi hermano y lo que pasó con mi madre ¡Mierda, Tae! ¡Sabes que puedo morir por tomar una mala decisión y la poca energía que tengo! ¡justo ahora que Jin no está! Pero en lugar de darme una mano tras este día de mierda ¡Aprovechas para obtener lo que quieres cuando se te pega la regalada gana! ¡Como si no te diera ya todo lo que pides y está a mi alcance!

—Yo no...

—¿Cómo que no? te la has pasado rogando por algo que, te expliqué claramente; no te puedo dar a la ligera —interrumpió retrocediendo, su mirada resentida—. Estoy estúpido por ti; me enamoré de ti; es la primera vez que pienso tan seriamente en cambiar mi vida por alguien. Pero no, no así. No puedo confiar tan pronto, y menos cuando no parezco importarte una mierda. Tampoco pido que sientas lo mismo que yo ¡Pero respétame!

—¡Jungkook! ¡Lo siento! —insistió angustiado, con ambas manos sobre su pecho— Sí; me pasé y fui impetuoso ¡Pero no la rompí a propósito! No quería... No más que lo de ayer, lo juro —confesó avergonzado, poniendo su ropa en orden, sentado como niñito regañado— Me nublé.

—Ya, olvídalo.

Kook rodó los ojos sintiéndolos húmedos. Se alejó unos metros, rondando por la sala, presionandose el puente de la nariz. Necesitaba calmarse. Fugazmente vio a Tae soltando las lágrimas en silencio, encogido sobre el sofá; el chiquillo era una maraña de emociones fuertes, hormonas alborotadas y mucho arrepentimiento. ¿Quién tenía la culpa? Realmente ninguno, pero como siempre; Kook las cargaba todas, golpeándose el muslo sin conseguir sentirse menos patético. El silencio se extendía tortuosamente.

—Ggukie —habló Tae secándose el rostro, deseando disimular su mueca triste para hablar con firmeza, de la que no tenía ni una poca— Yo te quiero. Sí me importas ¡mucho! es sólo... Que estoy muy estúpido. Y no es excusa, pero.

—No, Tae. No —lo detuvo ablandando la voz. No quería oírlo decir cosas que sólo lo confundirían más—. No digas más. Espérame aquí. Iré a cambiarme, buscaré el accesorio de repuesto y lo usaré. Entonces te llevaré con Hoseok; no puedes quedarte aquí conmigo.

—¡No! —aquella frase fue un disparo directo a su corazón. No fue capaz de insistir, quedándose solo en la sala; ignorado.

¿Kook lo estaba corriendo del departamento?

Blanco y NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora