El apasionado beso fue interrumpido por los temores de Kook, quien advirtió a tiempo la tensión a la que era sometida la cadenilla alrededor de su cintura. Apartó a Tae sosteniendo sus manos, encontrando su mirada con la respiración agitada. El chico ladeó el rostro confuso «¿No estábamos ambos disfrutando de esto?», el joven podía apostarlo, los ojos del léuzur lo recorrían, a la vez, con la mente en otro planeta... Tae era ingenuo e inexperto, pero se dio cuenta. Retrocedió ofuscado, clavando la vista al suelo. Se cruzó de brazos y mordió el labio inferior, sabiéndose amargo; rechazado.
—¿Por qué me tocaste así la noche en que nos conocimos? —increpó Tae dolido, sin hacer contacto visual. Kook permaneció en su lugar, petrificado— ¿Querías mi energía? ¿Sientes... culpa o lástima porque traté de suicidarme? ¿Es esa culpa por lo que estoy aquí?
—No —. Fue una estocada directa que le heló la sangre y toda posible intención por parte de ambos. El dulce elim olía diferente; amargo como flores machacadas sentía su corazón entre conjeturas, no del todo erradas. Su mirada fría y resentida golpeó a Kook, resquebrajando su voz— No, Tae...
—Sí; estoy solo —encaró rabioso, poniéndose el pijama de mala gana— Tengo miedo y no sé qué haré si esa gente rara me encuentra... Pero no quiero la lástima de nadie.
—¡No te tengo lástima! —aclaró armándose de coraje, lo retuvo por el brazo cuando dio la vuelta. Sostuvo su rostro con suavidad, sabiendo cuán forzada era su fortaleza; no quería verlo llorar. Nunca más— Me gusta tenerte aquí. Quiero que estés aquí, conmigo.
—¿Entonces por qué me apartas? —lloriqueó ofuscado. Kook hizo una pausa en sus palabras, había olvidado que trataba con un chiquillo hormonal... Severamente mimado.
—No quiero que hagas algo de lo que podrías arrepentirte. Hay cosas de mí que aún no sabes —. Se oía a sí mismo inestable como gelatina. En su expresión, escudriñada por los grandes ojos de Tae, quedaba en evidencia cuánto lo complicaba el tema. Toneladas de miedo y vergüenza humedecieron sus orbes morados.
—Ggukie ¿Por qué siempre dices que estás bien, si no lo estás? —lamentó decaído— Si necesitas energía... Te la puedo dar. Te la quiero dar.
—No —negó presuroso, retrocediendo, cerró los ojos con fuerza. «No te ofrezcas así o...»— No, Tae. No pasa nada, estoy bien.
—¿Sabes? Es difícil para mí estar aquí —confesó resignado ante su insistente rechazo, sentándose al pie de la cama— Haces demasiado por mí ¿Yo qué puedo hacer a cambio? Hoseok dice que necesitas energía.
—Hoseok... —resopló llevándose los dedos al puente de la nariz, rabioso— No hagas caso a Hoseok; es una pésima influencia.
—¡Es una buena persona! Igual que tú —alegó sin dudarlo en defensa de su amigo.
—No puede ser bueno si propone que uses tu cuerpo como medio de pago ¡Por algo que no debes! —impuso decidido a ser claro— ¿Estás enterado de cómo tomamos la energía los léuzur?
—¡Sí! Me enteré —. La determinación de Kook se apagó en cuanto Tae volvió a ponerse de pie, desafiante, caminando hacia él. El pobre léuzur estaba jodido— Y no fue Hobi, por cierto, quien me lo explicó ¡Fue Yoongi! Lo... Lo que no entiendo —bajó repentinamente la intensidad de sus palabras, desviando la vista de brazos cruzados... ¿Avergonzado?— E-es... ¿Por qué estoy tan molesto contigo?
—¿Ah? —. Kook también quería saberlo, no daba más de los nervios, aprovechando el repentino silencio de Tae para ponerse el pijama. Al menos ya no se sentía físicamente expuesto; mental y sentimentalmente era un niñito apaleado, aguardando por un regaño, sin saber ni qué quería ¿De qué lado estaban peleando?
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Blanco y Negro
FantasiTae es expulsado del Cielo cuando su alma comienza a oscurecer. El porcentaje de luz y sombra en las almas determina su raza, por tanto, su cuerpo se transformará involuntariamente, experimentando las diferentes formas de los no-humanos; con sus don...