4. Corazón Blando.

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1 de Febrero 2019

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1 de Febrero 2019

00:50 AM.

El paseo por las más amplias y transitadas avenidas de la ciudad fue relajante, apacible en el elegante BMW, cómodo como una cuna... ¿Realmente era Hoseok quien conducía sin adelantar a otros vehículos, música festiva ni bailotear en su asiento? Sí. Algo muy malo debía estar pasando; concentrado gracias a un concierto de piano a bajo volumen, veía de tanto en tanto por el retrovisor, reduciendo la velocidad sutilmente y tomando un desvío con tal de conseguir su objetivo antes de llegar al edificio.

Tae al fin cayó dormido.

Cabe mencionar que Jungkook estuvo pasmado todo el camino, pensando en sus mil posibilidades de morir, técnicas para suplicar piedad o, mejor; una forma creíble de explicar lo ocurrido sin ser señalado como un psicópata... El pobre terminó con la mente en blanco por los nervios; llegaban a su destino. Las elegantes torres residenciales de la organización Zarcadia, con 60 pisos de altura, sobresalían en el centro de la ciudad, distinguibles en el cielo nocturno gracias a las luces encendidas por sus habitantes.

—Jorgito —habló el galdro en voz baja. Se dirigía al asistente virtual de su teléfono, vinculado al tablero del vehículo—; a Mimiir~.

A mimir, Hoseokie. Miau miau~ —contestó el dispositivo con su ridícula voz, programada por él mismo.

El buscador enseñó la imagen de un sello mágico, aquel que su dueño necesitaba. Sí; los magos de la era de los teléfonos inteligentes estaban tremendamente agradecidos de no tener que cargar libros ni aprender cientos de dibujitos raros nunca más, pero no significaba que cualquiera pudiese usarlos. Hobi era muy hábil e inteligente. Deslizó su mano sobre la pantalla para extraer el sello sin perder de vista el camino; este se convirtió en una proyección de tenue luz azul alzándose en el aire, pequeño como una moneda. Descuidadamente lo lanzó al asiento trasero como si fuese un simple caramelo. Jungkook lo vio; se adhirió a la frente del bello durmiente sin despertarlo.

—Tienes una hora antes de que despierte —advirtió Hoseok.

—Espera ¿Qué? ¡Hoba!

Jungkook se alarmó al verlo reducir la velocidad y asomarse por la ventana; entraban al estacionamiento y su amigo saludaba al guardia como si regresara de la más animada fiesta. Una vez se adentraron en el subterráneo, avanzó lento y recuperó la completa seriedad, cerrando la ventana. A Kookie no le gustaba verlo así, lo asustaba y reducía como a un mocoso regañado.

—Creo... Que te equivocaste de torre —JK trató de sonreír, pero no podía engañar a Hoseok. Su amigo podía parecer un joven de 25 a 30 años igual que él, pero era 31 años mayor—. Ah... Tu departamento está en la torre norte, esta es la sur.

—Ahora —impuso severo tras estacionar y apagar el vehículo, sin quitar el seguro a las puertas—; vas a explicarme ¿Qué demonios hace este personaje en mi auto? ¿Lo invitaste a vivir contigo pero quieres que los lleve a mi departamento? ¡Estás loco, Jungkook!

Blanco y NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora