Blanco y Negro

9. Tigre Rabioso.

Sábado 2 de febrero de 2019

-¿Te gusta? -preguntó el bohemio oculto tras sus Ray-Ban de cristal rojo, sosteniendo los hombros de Tae ante la vitrina de una tienda.

Que Hoseok hablara cerca del hombro de un inocente no era casualidad; se sabía una influencia mala como el diablo, llamando al consumismo. Serio, necesitaba saber si contaba con un cómplice o un enemigo, atento a cada pestañeo del fragante joven, al movimiento errático de sus pupilas sobre los escaparates, las prendas... Que él mismo había diseñado para la exclusiva marca "Psy-Co", propiedad de su padre.

-Sí -contestó Tae con sus orbes cubiertos de lucecitas- Me encanta.

-¿Las quieres? -«Ya cayó», saboreó, su sonrisa ampliándose.

-Sí, pero.

-Tranquilo, con esa tarjetita no necesitas dinero para pagar. Puedes llevar lo que quieras... Te verás muy lindo, Kookie estará encantado.

¿Encantado? Quizás, hasta ver el estado de cuenta, pero eso no iba a detener a Hoseok; él tenía sus asuntos con la moda, vestir adecuadamente a su nuevo y bello amigo era una imperiosa necesidad, convertirlo en modelo para sus futuras campañas no era nada descabellado, aunque... Siendo sincero, su objetivo principal era alguien más, alguien a quien no dejaría en paz hasta conseguirlo.

-Tuve una visión ¿Entiendes cuán importante es eso en el proceso creativo de un gran artista? -comentó inspirado, mientras abotonaba a Tae una camisa blanca de encaje en el probador. Sus gafas oscuras ya no eran necesarias; palpó la fina tela, ajustándola sobre los hombros del chiquillo bonito, alborotando un poco sus rizos antes de dar un paso atrás, asintiendo convencido- Se te ve hermosa, hay que llevarla junto con el suéter rojo y unos aretes Gucci que griten "qué perra más cara soy", claro que sí -concluyó interrumpiendo su propio discurso, tomando más de la ropa en el perchero para vestirlo cual muñeca- ¡Decía! Una bomba creativa explotó en mi cabeza anoche, tuve un sueño extasiante, y no desistiré hasta cumplirlo.

-Qué bonito que diseñes estas cosas, Hoseokie, me encantan -Tae sonreía radiante. Viéndose con inocencia en el espejo, descubría un placer negado a los seres de luz; la vanidad.- ¿Qué soñaste?

-Soñé con tu amigo, el cátzul -informó haciendo una pausa para buscar en la pila de ropa, hallando un suéter de angora, blanco crudo con manchones de negro y marrón como un gato calicó. Sonrió malicioso al enseñarselo- ¿Crees que este le guste al chiquitín? Se verá divino.

-¿Yoongi? -meditó palpando la suave prenda. Ladeó el rostro un tanto decepcionado, interesando aún más a Hobi en su opinión- Le quedará muy lindo... Él siempre usa la misma ropa. Qué feo que lo diga, pero es un comentario que escuché de otras cajeras: dicen que no le importa nada, ni su propio aspecto, sólo cuida de estar limpio porque es un gato, así que no sé si acepte usar algo tan llamativo.

-No es un gato -corrigió manos en la cadera, orgulloso de su propia perspicacia- Pero con sólo una mirada creo en ese testimonio; tu amiguito se carga una fea depresión.

-¿Lo conoces?

-No. Pero soy brujo ¿Recuerdas?

¿Era una broma? ¿Qué podía saber Hoseok de Yoongi? Apenas lo vio la noche anterior y no cruzó palabras con él. ¿Hasta dónde llegaban los dones de un galdro? o... Simplemente era un entrometido fanfarrón. Su amigo rió sin contestar, al parecer sólo bromeaba.

¿Cuánto dinero se puede gastar antes del almuerzo? Suficiente para llamar al mayordomo de Hoseok y encargarle llevar a casa las bolsas que ya no podían cargar, también para hacer la tarjeta del léuzur rebotar lastimosamente. No había drama capaz de opacar a Hobi; usó la suya con una gran sonrisa, todo era parte de sus ambiciosos planes, los que apenas iniciaban llegando al supermercado donde Tae trabajaba.