32. Fuente de Poder.

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Cuando la oscuridad parece sellar el espacio a nuestro alrededor, limitando nuestra percepción en su abismo, es fácil asustarnos. Para alguien que aún no se acostumbraba a la ausencia de la luz, tras haber crecido donde jamás caía la noche, cada pequeño sonido fuera de su estrecho campo visual era razón de temer.

Taehyung, de pie donde la luz del auto permitía ver las piedrecillas de la orilla del lago, se armaba de valor para no correr a los brazos de Kook. «La noche es natural en este mundo, ya debería acostumbrarme», se dijo a sí mismo tratando de juntar valor, no del todo convencido. Vio a Yoongi rodar a gusto por las hojas y perderse corriendo en la oscuridad. Namjoon actuaba como si nada, «¡Fácil para ti! Porque vienes del mundo oscuro», rió un poco al ver al grandote calmar a Jimin... Sí, el soldado parecía un niñito colgado de su padre en "la casa embrujada", brincando a cada crujido de las ramitas rotas bajo sus propios pies. «Bien. Al menos yo no estoy "tan" asustado», concluyó Tae. Halló una mirada acogedora en el léuzur, mas en lugar de cobijarse a su lado prefirió demostrar poder caminar solo... Hasta donde sus ojos pudieran ver.

—Me gusta mucho la luna llena —comentó Kook distrayendo hábilmente a su chico de sus temores, invitándolo a ver hacia arriba.

—Claro, con esa luz ustedes tres ven perfectamente —alegó Hoseok, el último en bajar del auto. Sus piernas temblaban adormecidas—. Agh, Jorgito, ese hechizo para los calambres salió malísimo.

—Es cierto, olvido que ustedes no pueden ver en la oscuridad —comentó Namjoon sintiendo lástima por Hobi, Jimin y Tae— Debe ser tan extraño abrir los ojos y no ver...

—Es horrible —seguía lamentando Jimin, esta vez prendado del brazo de Tae al verlo acercarse a la orilla del lago—. Tae, espera ¿A dónde vas? ¡No te alejes!

—Estamos bien, Jiminshi —su soulmate lo alentó con una sonrisa, palmoteando su mano. Tae podía juntar valor si era para él, golpeando un poquito el orgullo del soldado—. No hay peligros aquí... ¿O sí, Ggukie?

—Todo está bien —asintió el léuzur— Sólo... dinos ¿Sientes algo?

—Miedo y cosquillas —rió Tae—, de sólo pensar en los bichos —dudó viendo el suelo con detenimiento.

—¡No! Basta, yo me voy al auto —manos en alto, el galdro pisó de puntillas para regresar a la seguridad del vehículo.

—El lago... Sí se ve bonito. Refleja la luna... —admiró Taehyung.

El silencio fue llenado por el viento al sacudir las altas encinas, cuyas ramas negras sin hojas se perdían en el cielo negro, contrastando con unas cuantas nubes que reflejaban el tono azulado de la luna. La imagen ante sus ojos se aclaraba, se acostumbraban a la oscuridad y la luz lunar que, aunque insuficiente, concedía un paisaje nuevo... «conocido», volvió a dudar, inclinando el rostro con la vista fija cerca del satélite natural.

Cierto espacio sobre las montañas, bajo la luna, le parecía extrañamente vacío. Pero ¿Qué esperaba ver en aquel lugar? Salvo estrellas, de las cuales ninguna le hacía sentido. Sacudió la cabeza, «lo estoy pensando demasiado, es todo».

—Este paisaje es muy parecido al que Maritania pintó al pie de tu cama—dijo Jimin cuando sus ojos al fin le permitieron diferenciar las formas en el horizonte— Sólo falta el muelle...

—¿Qué pintura? —Tae se esforzaba, pero no lo recordaba. Su amigo lo miró evitando comentar respecto a su escasa memoria— Mmh... Puede ser... Porque me parece tan familiar.

—No creo que sea coincidencia. Piénsalo, quizás recuerdes algo —alentó Namjoon.

Miedo. Fue lo que Tae sintió al dar un paso más al frente. Por un segundo sintió transportarse al fondo del lago; sus oídos fueron abrumados por burbujas. Vio una luz púrpura, una estrella en lo alto de la superficie. Su propio cuerpo tiraba hacia abajo, hundiéndose cual roca.

Blanco y NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora