39. Los Renacidos.

220 43 50
                                    





"Hace veinte años, vivía entrampada en el Desván de Almas Desoladas".

Jungkook, flotando entre las nubes, cerró los ojos pudiendo oír... También ver, el relato de Maritania. Sumergido en los rincones de la memoria de la Niryusa, sentía transportarse a un mundo pasado, pintado de blanco y negro, sordo... En el que sólo las palabras importantes alcanzaban sus oídos. El resto se deslizaba directamente a su subconsciente.

"Conocía la salida, sé de sus corredores al derecho y al revés... Era mi corazón el que no conseguía salir; me sentía entrampada tratando de salvar una débil alma que se negaba a renacer por el peso de la culpa... Me senté a su lado largamente, viendo escenas de su vida, cuánto amor había dado y recibido... Cuánto lloraba por aquellos a quienes dejó atrás.

Fue cuando mi propia vida se llevó un duro golpe. Mi padre falleció en la Tierra... Yo sabía que tarde o temprano pasaría, que no mediría su energía e iba a sucumbir por ayudar a otros. Al igual que yo, él era Niryusa, un guía de almas comprometido con su labor... No lo culpo por haberme dejado, pues es difícil; hacer contacto con las almas dolidas y no desear ayudarlas hasta las últimas consecuencias. Para ello hemos nacido...

Es un gran peso en la consciencia de mi raza saber que no todas las almas llegan a Nirdumbay, sino sólo las de consciencia más ligera. Aún así hay dolor y arrepentimiento en quienes son desamparados en la Tierra, vagando en eterno tormento hasta desaparecer... sin posibilidad de redimirse y renacer.

Mi padre era de los pocos que no podía con el sufrimiento ajeno, por ello frecuentaba la Tierra ayudando a las almas en su camino.

Gran lástima. Si el Lymbreus no hubiera dejado la Tierra, mi raza podría ayudar a todas las almas sin arriesgar las propias en ello. Mi padre no hubiese muerto por desear ayudar a otros".

Kook vio la escena: una lágrima cayó pesada, golpeando el suelo de madera blanquecina, los peldaños de la rama más alta del Lymbreus. Era la lágrima de Maritania, sus finos pies descalzos ascendían en busca de los dioses, quien pudiera mitigar su dolor... También en busca del fruto mágico que le concedería un sucesor, en vista de que su padre había muerto.

"Aquel día lloré, rogué... Erheos, el dios de la vida, y Alhir, la diosa de la muerte; me escucharon... o, más bien, calmaron mi dolor explicándome el suyo. Pidiendo también mi ayuda.

La solución al dolor de muchos me fue entregada en una Lymba... El bello fruto era especial, pues contenía el alma del árbol del que fue cortado: el Lymbreus renacía entre mis brazos, libre del árbol en el que se convirtió por milenios, listo para regresar al que nunca debió dejar de ser nuestro hogar.

La Tierra..."

El joven léuzur pudo sentirlo en sus brazos como si estuviera presente, el pesado fruto cuyas manchas blancas y negras oscilaban danzantes en su superficie, también la gran magnolia en la que se convirtió al abrirse ante los ojos maravillados de Maritania y su viejo amigo, el Patriarca Tórreus. Sí; Namjoon estaba ahí cuando Taehyung nació de la Lymba, recibió el beso de su madre y despertó.

"Los dioses agradecieron mi sacrificio, mi entrega al jurar proteger al pequeño nuevo Lymbreus", el relato de la dama continuó, mientras Jungkook aún sonreía por la bella escena en su mente. "Prometieron cumplir dos deseos para mi...

Yo pedí... por dos almas con quienes hice amistad, a quienes no podía abandonar. Y se cumplió. Al día de hoy, esas almas renacieron y sus culpas se han disipado. Sus deseos se cumplieron.

Una de esas almas es la de tu madre, joven léuzur".

La información por poco saca a Kook de su trance, ¿Cómo que Maritania había pedido a los dioses salvar el alma de su madre? ¿Entonces... «no es casualidad que yo esté aquí ahora? Con Maritania, con Taehyung...», con aquella nueva información, era fácil atar cabos sueltos, saberse parte de algo que se armaba hacía mucho tiempo... Él era una pieza valiosa de lo que tenía que acontecer.

Blanco y NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora