30. Xang, el anaranjado.

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El felino fue vencido por el sueño a pesar del frío...

Frío, como aquel que erizó su piel siglos atrás, cuando sintió la brisa sobre su piel desnuda por primera vez. Cuando el tigre se halló en un cuerpo humano, ajeno a sí mismo.

Yoongi era muy diferente en esos años, no sólo por su cabello anaranjado y ojos de vibrante amarillo; en su mirada y sonrisa era visible su inocencia. A pesar de haber sido un predador salvaje por 15 años, en su mente no existían los males y espinas que la consciencia humana escribió en él. El tigre sólo había matado para saciar su hambre y en su defensa. Se sabía vulnerable, razón de su recelo y agresión a lo desconocido. Incluso los grandes predadores sienten miedo, es lo que los mantiene vivos en la naturaleza.

Pero ¿Qué pasó? ¿Qué hacía el territorial felino aceptando la cercanía de una criatura tan extraña? Los humanos son un enigma a ojos de las bestias. "La curiosidad mató al gato" es un famoso refrán, nada más acertado, pues él falló a su instinto para saber un poco más de la criatura lampiña que exponía su vida tontamente ante sus ojos y, para bien o mal, fue arrastrado a su mundo.

Convertido en un ser pensante de cuerpo casi humano, ya no había retorno. Su primer pensamiento no llevaba palabras consigo, pues el lenguaje le era ajeno, aún así se comunicó... con un gesto inconsciente que incluso un "recién nacido", como él técnicamente era a pesar de ser físicamente un quinceañero, sabe hacer.

Yoongi sonrió.

Según el testimonio del chiquillo por quien su alma se transformó, la primera sonrisa humana del tigre fue lo más dulce y sobrecogedor experimentado en su vida, un reflejo inequívoco de la pureza del alma animal. Niaqing, el joven de doce años, sostuvo el rostro del nuevo cátzul entre sus manos, exclamando en medio de la jungla por su suerte; la naturaleza acababa de obsequiarle un compañero de vida y no lo dejaría por nada, como debía ser, como correspondía a un humilde galdro como él agradecer a los dioses por semejante regalo.

Niaqing alentó a su nuevo amigo a ponerse de pie, a unirse a su gente, mas no fue fácil, comenzando porque el animal jamás había andado en dos patas y lo aterraban las personas adultas. El galdro se dio a la tarea de enseñarle a caminar el primer día... sin éxito, mas no lo dejó solo sino que, decidido, lo acompañó toda la noche sin regresar a su aldea. Superado el problema de los dos pies, la nula comunicación verbal dificultó calmar al "pelirrojo de los bufidos". Inteligente, Niaqing enseñó al híbrido a no gruñir ante lo que le daba miedo, es decir; todo. Fue cuando Yoongi aprendió su primera palabra, su nombre; "Xang", dado al llamativo color anaranjado de su cabello.

El joven amo trabajaba duro cuidando animales y cargando pesadas jarras con agua, tarea en la que el nervioso felino tras él aprendió a ayudar. No lo perdía de vista un instante... A pesar de ser un predador instintivo, Xang se mostraba temeroso entre los humanos y sólo comía los pollos que su amo le daba, además de obsequiarle uno que otro jabalí salvaje cuando salía a cazar en su forma animal, bien agradecidos por la familia que comenzó a perderle el miedo y mostrarle afecto.

Los jabalíes fueron frecuentes. El híbrido aprendió el lenguaje humano, mas aún era temeroso y no permitía que nadie salvo su amo lo tocara.

Cuando Niaqing se convirtió en un monje budista, el tigre fue bienvenido con él en el templo; fue la primera vez que Yoongi, razonando como un humano, entendió cuánto los humanos le temían y respetaban, cómo lo admiraban, pues en cuestión de meses comenzó a recibir comida y cuidados por parte de los demás monjes. En un par de años, el ostentoso tigre tenía su lugar privilegiado en la entrada del templo, en lo alto de la montaña, donde fue venerado como prueba viviente de que la humanidad es parte de la naturaleza y, por tanto, debe respetar su entorno y el equilibrio entre las especies, siendo él, el tigre, el predador máximo en la cima de la cadena alimenticia... Al menos en esos años.

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