38. Alas de Libetad y Cadenas de Culpa.

243 46 81
                                    






«Ay, no...», se lamentaba Kook en un puchero. Sentado en el borde de la cama, fue testigo de la escandalosa escena de la "parejita" afuera. El léuzur podía percibir la desazón cavar hondo en el corazón de su amigo. Es difícil describir cómo funciona la empatía de un léuzur, pero es un sentido más; el desastre en ambos corazones resonó en su cabeza más fuerte que el portazo que Hobi le dio a la puerta.

A Hoseok realmente le importaba Yoongi, lo estaba sufriendo, acusándose como un inútil por no saber controlar la situación. Y no era como que al felino no le doliera permanecer necio en su posición, se aguantaba las ganas de suplicar perdón a su amo, entonces ¿Por qué lo hacía?

Kook quería saberlo, qué era esa sombra sin nombres en la mente el cátzul. «Un bloqueo», pensó recordando las lecciones que años atrás le dio Jin sobre los límites de su raza para indagar en la mente ajena. Según el mayor, algunas personas podían negarse a revelar ciertas zonas de su pensamiento y memoria, para ello se requiere una voluntad férrea. «Por eso no temías que la Niryusa Jaree leyera tu mente, sabías que no podría sacarte la información que buscaba; eres un gato necio de mierda y ocultas cosas fácilmente», resopló el joven léuzur. Aquella no era una cualidad admirable de Yoongi, no al menos aplicada como él hacía. Su fortaleza era tan parcial como absurda, destructiva para sí mismo y los demás, mientras cedía como un cachorro a otro tipo de pensamientos "tontos"... Como aquel berrinche que estaba costando la tranquilidad a todos y socavando la relación que él mismo necesitaba afianzar.

«Ay, Jin, qué falta nos haces», suspiró Kook. Días atrás, Jin pudo ver tras el muro impuesto por el tigre en su mente, eso gracias a que salvó a la pequeña Annie, ganando el eterno agradecimiento y respeto del felino. Yoongi no se sentía capaz de ocultar nada a Jin, una lógica «¡tan infantil como tú mismo, joder!», acusó Jungkook, harto de la actitud de Yoongi. Se puso de pie torpe y dolorosamente. Sus piernas dolían un infierno, pero necesitaba hacer algo, para ayudar era su raza y el condenado "don de metiche" que su mente ahora poseía ¿o no? no quería quedar como un vil espectador sin decir una palabra. Dejó un beso en la frente de su chico y lo cubrió con una manta antes de salir.

El léuzur de energía repuesta podía actuar como un vampiro, desvaneciéndose en una sombra para aparecer en el exterior un segundo después, sin hacer ruido. Si se lo proponía, podía sacar provecho a sus dones. Tal fue su sigilo que sus pasos no tocaron las hojas del piso, avanzando cual fantasma hasta detenerse ante Yoongi.

El tigre permanecía enroscado en el suelo en su forma humana, a ojos cerrados, casi cubierto de hojas y ramitas para conservar el calor. No probó bocado de lo que Hoseok le llevó, tampoco bebió, habiendo pateado lejos el agua y la canasta. En sus manos apretaba el frasco con píldoras... Kook frunció el ceño al verlo, sabía que aquellos no eran sólo somníferos.

Olfateó, el estómago del predador gruñó delatando la cercanía de su presa frustrada. Salivó abriendo los ojos de golpe, las pupilas dilatadas y sus iris brillando celestes en la oscuridad de la noche... Kook olía exquisito, a la mejor carne del mundo a causa de las atrayentes feromonas de su raza. El instinto llamaba al tigre a terminar el trabajo y comérselo, mas resistió y no se movió.

Fue tortuoso para Kook inclinarse y sentarse, sus piernas aún percibían cada fibra muscular desgarrada, las garras y dientes clavados hasta sus huesos. Tardó un sólido minuto del que el tigre no perdió detalle. Pero... ¿Qué iba a decirle? El joven no estaba seguro, los sermones no eran lo suyo y Yoongi un pésimo primer receptor.

-¿Crees que la pierna te duele léuzur? -el felino parecía mofarse sarcástico, sin dejar su posición de bolita en el suelo, mas su ceño fruncido y voz rasposa daban cuenta de una pregunta seria. Estaba enojado con él, por razones- Tú no sabes -impuso ofendido por su desconcierto-, no sabes nada de dolor. Traté de ayudarte y no hiciste nada.

Blanco y NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora