26. Almas Puras.

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Cinco años atrás, en Nirdumbay, la ciudad más alta del Árbol de la vida, Jimin visitó los dormitorios de la Torre Iris. La hermosa torre espiral, tallada en el marfil incrustado en el gran árbol que sostenía su mundo, asemejaba una caracola marina; en su interior se hospedaba la mayoría de las Niryusas, disfrutando la vista del frondoso Jardín de Almas Errantes.

Por esos días el mágico clima de la dimensión, creado por el mismo Árbol de la Vida, cubría de "nieve" los jardines dignos de un palacio en el cielo, con copos tibios que, al acumularse, reflejaban la luz ambiente en suave tono arcoiris sobre el blanco perla. Jimin, joven aprendiz de los soldados en ese tiempo, corrió por el pasillo de caracol dentro de la estructura hasta abrir una de las puertas. Entró a una sala de estar alzando la vista; Taehyung no estaba ahí, sólo Maritania, la madre de su amigo.

La Niryusa tocaba el arpa con semblante abatido, mas forzó una dulce sonrisa para el joven visitante, calmando su expectación. Lo quería, y él a ella como una segunda madre. Maritania siempre alentó la amistad de Jimin y Taehyung, reforzando en ellos el valor más sagrado de los seres de luz; el compañerismo que cubría la ausencia de las relaciones que para las otras razas eran la base de sus corazones.

Fue ella quien los convirtió en almas gemelas.

Para los seres de luz, ajenos a las relaciones románticas y la procreación como nosotros la entendemos, la hermandad es el lazo más fuerte. El vínculo con un alma gemela es sellado antes de los diez años, por un juramento que vincula sus almas para siempre.

Jimin lo supo. Supo que algo andaba mal con su alma gemela en cuanto llegó a la clase de filosofía y no lo vio por ninguna parte... El dolor en la sonrisa de la madre, al señalar la puerta de la habitación con la mirada baja, se lo confirmaba.

Aún dudoso de qué pasaba, abrió la puerta. Dentro, Taehyung estaba sentado en la cama, mirando por la ventana que, por el apacible clima de la dimensión, no poseía cristal y permitía entrar mucha luz. La silueta del joven, como cada uno de sus rizos castaños, se percibía inusualmente oscura en un mundo que rebosaba de luz. Aún así, sonreía maravillado por cada copo arcoiris cayendo de las alturas. En su mano descansaba una criatura inusual, una mariposa negra.

—Qué mariposa tan despistada —habló el castaño en voz baja, siendo gentil con la criatura que se habían equivocado de mundo al volar demasiado alto— ¿Qué haces aquí arriba?

La mariposa negra era una criatura del Abismo; de Infralumbra. De no encontrar el camino de regreso a su tierra, a la fuente de la energía que su cuerpo necesitaba, moriría pronto.

Tae no prestó atención al amigo que fue a buscarlo. Jimin sintió frío en las entrañas; «¿Otra vez...?»

—Vete —pidió Tae al insecto en sus dedos, asomándose por la ventana lo alentó a volar. Rozó levemente sus alas, pintando marcas blancas en estas con su tacto. Él mismo se sorprendió— ¡Oh!

—Taehyung —habló Jimin, envalentonándose con una sonrisa.

—Ah, hola. No te vi —sonrió el chiquillo avergonzado por su torpeza. La mariposa voló de su mano como de sus pensamientos— ¿Quién eres?

En aquel radiante y silencioso mundo, la mente de Taehyung se sentía como niebla; ligera e inofensiva, fluía con la misma facilidad e inocencia que demostró en la Tierra... Mas estaba limitada por su propia simpleza. Porque cada vez que comenzaba a madurar, conseguir conocimiento exacto de cómo era su mundo y la realidad del exterior, su memoria se nublaba hasta borrarse, limitando sus pensamientos al presente. Un dulce y hermoso presente, como aquella mañana, cuando despertó sin saber siquiera su propio nombre, con el corazón dichoso por el simple aleteo de la mariposa negra a su alrededor.

Blanco y NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora