36. Cuervo de ojos carmesí. +18

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**Quien haya visto esta PRECISA presentación y ese outfit, téngalo presente👀**

Regresando a las 9:30 AM.

Kook durmió profundamente... No se dio cuenta de cuándo su chico se arrimó a su espalda y comenzó a acariciarlo, repartiendo besos en su cuello.

—Es tu culpa por dormir en ropa interior, Ggukie —acusó Tae en su defensa, susurrando un dulce arrullo tras su oreja—. Mmh... te voy a comer un día, bombón —rió bajito y le dio un mordisco en el hombro. Sólo para él, el léuzur olía a bombones de chocolate y naranja; sus favoritos

Kook apenas se movió, sintiendo a gusto la compañía de su chico... sin saber que este ya no era un osito y la sorpresa que se llevaría al abrir los ojos. Lejanas en su dormida conciencia sintió las manos que le quitaron los calzoncillos. Tae, sentado de rodillas en la cama, observó los poderosos muslos del coach de boxeo a su disposición, saboreando libidinoso... posó ambas manos en estos y estrechó el agarre, ascendiendo hasta sus glúteos.

Se hubiese abalanzado a devorarlo, pero «qué buena vista es esta; mi novio tiene el cuerpo perfecto», necesitaba jactarse y mirar un poco más. Tocar un poco más. Su tacto estaba adormeciendo a la víctima... le pareció buena idea tocarse a sí mismo también, riéndose bobo al sentir su mano resbalar con sólo un par de tirones. «Definitivamente, así se siente ser léuzur... Interesante... Estimulante... ¡Tengo mi propia ranita!»

Sí; Jungkook ya no era el único léuzur en la habitación, su chico acababa de cambiar de raza otra vez y quería poner a prueba sus nuevos "poderes". Su fornido y expuesto acompañante le estaba causando un apetito sin precedentes, antes de darse cuenta estaba sobre él; meneándose, deslizándose entre sus glúteos con la facilidad que la raza compartida por ambos les concedía. Sin ser su intención, la punta de su miembro resbaló dentro, con suavidad tal que Kook ni aún así despertó.

Quieto, el nuevo luzur abrió grandes sus ojos que brillaban de vibrante color rojo. «¿Esto puede hacerse sin permiso? No, no; está mal, incluso si es mi novio», dudas morales se encendieron en su mente, fugaces como un chasquido, se extinguieron rápido. El placer ascendía vertiginosamente haciéndolo cerrar los ojos, gruñir ronco contra el cuello que olía a chocolate... Su mente dio un vuelco y su cadera un empujón... otro... y uno más duro. Sus manos pellizcaron las tetillas de su chico en un descarado intento por pedir ayuda para detenerse.

—Ggukie, ya despierta. Tienes que... No puedo... —«controlarme», evidentemente. Luchó contra sus propios deseos todo lo posible, aún así su ruego mañoso sonó aún más candente, dejando besos y lamidas desesperadas en el cuello y hombros de su chico.

«Mierda ¡Mierda! Cuando me acostumbraba a lidiar con mis instintos de oso, me convierto en otra cosa peor... Ay, no ¡no debí sacarme el collar mágico!», Se quejaba su lado racional, mientras su cuerpo parecía trabajar solo y muy a gusto.

Jungkook gimió al sentir una nueva embestida, recuperando la consciencia parcialmente. Supo de inmediato que era Tae quien lo retenía y penetraba gloriosamente, aún así alzó el torso con brusquedad, tratando de liberarse de su agarre de forma instintiva... Entró en alarma al sentir plumas contra sus brazos.

«¿Plumas? Alas... negras», admiró atónito; Tae lo estaba envolviendo con sus extremidades de perfecta oscuridad, hermosas y sensuales cual ángel caído. «¿Léuzur? ¡Ya eres léuzur! No puede ser ¡No me dan tiempo!».

Blanco y NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora