16. Rescate.

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7:20 PM

Narra Taehyung.

Ante el peligro, existen dos tipos de personas. Aquellos como Yoongi, quienes agudizan su mente y sentidos, toman decisiones rápidas y actúan con certeza; salen airosos de la mayoría de las situaciones, y salvan el trasero del segundo tipo de personas... Personas como Yo. Me nublé totalmente. Si Yoongi no me hubiese ordenado que fuera al estacionamiento y llamara a Ggukie, me hubiese congelado ahí mismo y ya estaría muerto.

Pero... «¿Cómo estará él? ¿Qué piensa hacer?», dudé cien veces, caminando en piloto automático con las piernas como tiritas de lana al viento.

—No cortes la llamada —ordenó Gguk. Oí su vehículo acelerar a través del auricular.

Me quedé junto a la rampa de salida del estacionamiento subterráneo, temblando, atento a cada sonido; a los murmullos de la gente que descendía deseando dejar el lugar tras haber visto a los tórreus y la niryusa.

Llovía como si las nubes cayeran completas del cielo negro; aquella inmensa oscuridad volvía a asustarme, recordándome que yo no pertencía a aquel mundo. ¿Qué hacía entonces? Interrumpiendo las vidas de los terrestres, atrayendo a otros tras de mí. Nada, no entendía nada. No era culpa de Yoon, de Kook... Tampoco mía. El sentimiento que evadí por meses regresaba, mas se esfumó cuando los murmullos se convirtieron en gritos, el discreto temor se convirtió en pánico colectivo y el estruendo de la disputa en el piso superior resonó a través del concreto.

Corrí de regreso a la escalera ¡Esas bestias iban a matar a Yoongi!

—¡Ni se te ocurra! ¡No subas! —exigió Gguk exasperado por el auricular, adivinando por qué se agitaba mi respiración. Me detuve de golpe, olvidé que seguía en llamada.

—¡Pero! ¡Y-Yoongi está en peligro! esa gente no vino a dialogar como la otra vez ¡Se oye un desastre ahí arriba! —alegué en congoja, retrocediendo, ya sin saber hacia donde ir cuando la gente me había dejado atrás y casi no quedaban vehículos en el estacionamiento— ¡Tengo que-

—¿Y qué harás? —congeló mis pasos al desafiarme— Cálmate, entiendo tu impotencia, pero piensa bien; ahora eres un híbrido de oso, si subes no sólo te expones a una muerte segura, sino también a Yoongi.

—Yoongi también es híbrido ¡Es sólo un gatito y no está bien! —gruñí rabioso, hallando más razones para entrometerme en el que, de todos modos, era mi problema.

—Un felino de 500 años es astuto y sabe cuidarse, Tae ¡Haznos un favor y mantente a salvo! ¡Voy a chocar si acelero más! Casi llego ¡Vuelve a la rampa de salida! —jamás había oído a Gguk tan molesto.

En el fondo sabía que él y Yoongi tenían razón, sólo trataban de protegerme, pero ahí estaba yo; preso de nuevos instintos a flor de piel, rondando junto a la cortina metálica de la bodega subterránea, agachado como bestia enjaulada sin pensamientos coherentes ni saber qué golpear. Un nuevo estruendo provino del nivel superior, acompañado de un corte eléctrico que dejó el subterráneo a oscuras desatando gritos lejanos. El rugir de más de un dragón a la distancia liberó adrenalina en mi sangre, moviendo mi cuerpo sin consciencia.

—¡Lo van a matar! —bramé, literalmente como un oso, dando una patada a la cortina que atoró mi piel en el metal al atravesarlo. Grité de espanto y rabia, caí al suelo y también mi gorro, exponiendo las ridículas orejas peludas que me habían salido por la mañana, desvaneciendo mis orejas humanas... Ggukie tenía razón; aunque fuera una bestia, seguía siendo un estúpido cachorro— ¡Ay! ¿Ahora qué? ¡Soy un tarado! ¡Ggukie! ¡Me atoré~! —y sí; era un osito lloriqueando, ni que hubiera caído en a trampa de un cazador.

Blanco y NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora