5. Jóven Níreo.

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La vida de los seres de luz es solitaria. Criados por sus pares para cuidar y servir lealmente toda su vida, son asexuados de nacimiento; se reproducen mediante su propia luz, sin contacto carnal de ningún tipo. Sólo se permiten crear un sucesor en toda su vida, para lo cual antes deben esperar el deceso de su progenitor... Su percepción de lo que es una familia es muy similar a lo que un humano podría pensar de una manada de animales; algo que sus corazones sienten, entienden, mas se niegan a ser parte de ello alegando ser diferentes. Superiores. Únicos.

¿Qué quedaba para sus solitarias almas? Las que, aún sensibles, no conseguían llenarse mediante la exploración de las artes ni cumpliendo con su deber divino, cuidando de las almas humanas tras la muerte en los jardines de Nirdumbay. Era lo que se preguntaba un joven Níreo, desconsolado, cada día en que su existencia se hallaba vacía. Alguien le hacía falta.

Jimin extrañaba al amigo con quien creció, su compañero del alma; Taehyung. No fue capaz de darle muerte cuando se le exigió, llevándolo a tacharse a sí mismo cual traidor entre su gente: sería un eterno mentiroso con tal de salvarle la vida a Taehyung. Lo extrañaba, anhelaba saber qué habrá sido de él; dónde estaba, cómo se sentía, mas debía disimular su propio dolor, no demostrar piedad al traidor ni dejarse afectar por su supuesta muerte.

En Nirdumbay, lo más alto del Árbol de la Vida, no existe el sol, la luna, el día ni la noche; la luz proveniente de las alturas menguaba cambiando de blanco y dorado radiante, a tenue azul y púrpura en su lugar. El tono frío y sombrío era flojo en el interior de las estructuras, cubría de niebla espesa la ciudad. Desde su estrecha ventana, tallada en madera blanca con forma de tulipán, veía las cumbres del Templo del Espíritu sobresaliendo de la nube intrusa, reviviendo aquel momento; cuando vio el más profundo dolor y decepción en los ojos de su mejor amigo. Cuando lo atravesó con su espada y lo empujó al flujo de almas en el interior del Árbol de la Vida, donde se perdería para siempre.

«A la Tierra; el mundo de almas perversas, donde sólo unos pocos corazones se salvan ilesos». Lloraba oculto de sus compañeros, en horas que debía usar para meditar; armonizar con la energía vital de su mundo y descansar. Lo había pensado; huir, dejar su privilegiado mundo, caer dentro del árbol y buscar a Taehyung en la Tierra, pero desistió. Si iba tras su amigo otros sabrían de su engaño, los buscarían a ambos para darles muerte.

Secó sus lágrimas presuroso al oír pasos lentos en el pasillo, percibiendo la luz anaranjada de una vela en el azul del ambiente. «Maritania; Tú...», su corazón estremeció de rabia, tragando en seco ante aquella mujer. Odiar a cualquier ser estaba prohibido en el Código Moral de los Seres de la Luz, mas al igual que su dolor, no podía ignorar el resentimiento que lo invadía al recordar las horribles palabras de la mujer; cuando rogó por la ejecución de su propio descendiente.

Maritania era la madre de Taehyung, por tanto, debía saber cómo se manchó de negro su alma. Jimin podía poner las manos al fuego por su amigo; «Tae no hizo jamás nada malo. Fuiste tú, mujer, no él ¡has limpiado tu nombre a costa suya!»

la mujer se le acercó sonriendo apacible, dejando la vela sobre el marco de la ventana en cuanto el muchacho retrocedió rechazando su cercanía. La falsa lástima en su mirada no lo conmovía en absoluto; parco, arrogante, el soldado apartó la vista dispuesto a retirarse sin cruzar palabra, cuando Maritania sostuvo su brazo.

—Puedes secar las lágrimas de tus mejillas, Jimin —musitó la mujer, una advertencia implícita en su mirada fue divisada por el joven—. Pero no de tu alma... Dime cuánto me odias.

—Sin importar el color de su alma —soltó el soldado con firmeza, orillado por el dolor en su pecho—, el corazón de Taehyung era puro... Tú; tú tienes la culpa de todo esto.

Blanco y NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora