42. Último recurso. (Desenlace)

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Las alas grises se extendieron

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Las alas grises se extendieron. Un último temblor abandonó los labios del léuzur, su temple fue moldeado por las circunstancias, no había espacio para dudas ni debilidades con tanto en juego. Necesitaban calmar a la bestia. Miles, quizá millones de vidas estaban en juego si el dragón llegaba a la ciudad Zarcadia pero, como la mayor de sus razones; su propio corazón peligraba.

Jungkook no dejaría que su dulce chico se convirtiera en asesino por un instintivo arranque de ira, eso no pasaría mientras él viviera, al menos.

El dragón de escamas bicolor, diamante y obsidiana, relucía plateado desde la distancia. A causa de su gran tamaño sus movimientos se percibían lentos, no obstante, Kook pronto entendió cómo sus ojos eran engañados... ¿La cola, hocico y patas se movían más rápido de lo que él podía volar? Sin opciones, lo pondría a prueba.

«En la base del cuello del dragón, entre sus clavículas, el disco dorado que le obsequió la diosa Irhea es nuestro objetivo», señaló la Niryusa firmemente asida del hombro de su yerno.

La colosal bestia avanzaba, apenas se alejaba del cráter que dejó donde solía estar el cerro que su cuerpo antes formaba. Su cola se agitaba barriendo el bosque de raíz, espantando a las aves que apenas huían. El coloso gruñía por el dolor en su cuerpo recién despertado. Confuso sacudía la cabeza y el cuello, hundiendo la tierra a cada paso alrededor del área blanda donde solía estar el lago.

Kook, ya más cerca, divisó el reflejo dorado bajo su cuello. Como Maritania indicaba, en esa zona estaba el disco dorado que la Diosa Irhea obsequió a Taehyung el día de su presentación, aquel cuya utilidad no habían descifrado antes; se mostraba abierto, las alas de placas doradas estaban extendidas a modo de collar en la base del cuello del dragón, mas no eran un simple adorno: «serán estas las que reciban la memoria perdida para regresarla a su alma», terminó de explicar la Niryusa. Kook asintió...

¿No era más que volar hasta allá? Y eludir ser golpeado por aquel enorme cuerpo, claro ¿Cuán atento estaba el dragón? con lo confundido que se percibía, Kook incluso sintió lástima por él... Se le acercó por un costado, dando una vuelta que le pareció eterna... Estuvo cerca, quizá a doscientos metros de su objetivo bajo la sombra del monstruo que barría las nubes bajas con su lomo... cuando fue divisado.

Los ojos del dragón eran orbes negros tan altos como el léuzur. Sus pupilas, ranuras que permitían a su luz interna salir... Kook la sintió sobre sí, vio la ranura blanca expandirse como los ojos de un predador ante su presa.

«Mierda», no pudo pensar nada más al saberse un indeseado mosquito. Aleteó con prisa, retrocediendo para no ser alcanzado por la garra que se alzó en su búsqueda: aunque esta parecía moverse en cámara lenta, apenas logró escapar de un golpe fatal.

El plan A, acercarse sin ser visto, falló miserablemente... ¿Había un plan B? Uno que no sólo implicara escapar, como se vio haciendo con el corazón en las manos del miedo. Voló a su alrededor, esquivando la cola y patas en un juego potencialmente mortal, poniendo lo mejor de sus sentidos en ello, sin reparar en energía en cada impulso.

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