23. Insensible.

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Yoon permaneció de pie ante el espejo con la mirada perdida. Aquel despertar acababa de sacudir su vida... Revivía puntos sensibles de su alma que aseguraba haber asesinado él mismo. Se observó, con el cuerpo flojo, la respiración tranquila, lidiando con siglos de dudas reprimidas. Con un cosquilleo, uno adicional al que sentía en su cuello por la cercana respiración y suave voz de su amo. Hoseok lo halagaba... Lo halagaba tan bien, justo como quería, con sinceridad, sin frases clichés ni lástima de por medio, observando sus detalles, acariciando sus orejas y contorneando las rayas de su espalda.

«Debería jactarme, alardear...» pensó el felino. Y sí, usualmente hubiese soltado alguna sátira para dejar en claro ser una bestia autosuficiente, no necesitar de su amo más que por energía, bromeado para restar importancia a todo cuanto vivía y hacerse odiar. Como siempre. Pero ahí estaba, cerrando los ojos casi adormecido en sus manos. Ronroneaba involuntariamente.

Al fin. La admiración que anheló y creyó jamás volver a recibir, fluía grácil y sincera desde su nuevo amo, causándole un cosquilleo del que no quería saber más. Lo asustaba.

—Dime ¿Qué piensas? ¿Cómo te sientes? —inquirió Hoseok untando la nariz en su cabellera, abrazándolo desde la espalda. «Joder...», pensó Yoongi cerrando los ojos con fuerza; sólo deseaba dejarse caer en sus brazos y dormir un poco más.

—Ya basta —impuso yendo contra sus propios deseos, apartándose. El espacio personal le fue concedido con dolorosa facilidad, llevándolo a voltear indeciso. Sí; él quería que Hoseok insistiera.

Caminó al vestidor para buscar alguna camisa, simulando completo desinterés a pesar de sus mejillas enrojecidas y la molesta desazón en su pecho que pedía más afecto. «Pero no; no quiero caer en eso. No volveré a ser un pendejo. No de esos, al menos». Rodó los ojos al recibir una bolsa de manos del galdro ¿Se creía que este no leía su lenguaje corporal? Hoseok tenía claro que el cátzul no lo rechazaba y sólo se hacía de rogar.

—Esto es tuyo. Lo compré para ti —le recordó en zalamería, ladeando el rostro— ¿Tienes hambre? ¿Quieres que pida algo para ti? Sé qué podría gustarte.

—No es necesario que me trates así —habló por lo bajo, ignorando la bolsa y buscando en la pila de ropa que él mismo había causado en el suelo.

—¿Así cómo? —cruzado de brazos, sólo esperaba oírlo directamente.

—No es necesario que me trates con amor salvo que sea un animal o estemos por coger —impuso con altanería. Hoseok inhaló ofendido—. Soy insufrible y lo sabes; no merezco-

—Se llama "comprensión" —interrumpió cruzándose de brazos— Yoongi; creo que le tienes fobia a la lástima y estás paranoico... O simplemente temes involucrarte sentimentalmente con alguien.

—¿Sentimentalmente? —saltó exacerbado como si le hubiesen lanzado agua con un rociador— ¿Crees que me gustas? —espetó poniéndose el primer suéter negro que encontró, sacudiendo la cola en disgusto— ¿Que recibí un flechazo de cupido o algo así? ¡Ridículo! Admito que lograste complaceme anoche y eres un amo prometedor, pero no me importas, Hoseok. Que sepas para que no te ilusiones; con los siglos y los crímenes que me cargo soy un alma egoísta e insensible, no creo en ninguna pavada romántica ni afectiva. ¡Sólo estoy aquí por interés!

—Ten mil años si quieres —sonrió divertido. «Cosito; eres tan obvio»—, el corazón roto y el alma negra... Sigues siendo un ser vivo.

—¿Y eso qué se supone que significa? —desafió rabioso.

—¡Oh! ¿El señor de quinientos años no lo sabe?

Hoseok ganó un gruñido. Yoongi regresó a la habitación y se lanzó a la cama refunfuñando, dando vueltas bajo el futón para luego asomar los ojos y alcanzar el control de la televisión.

Blanco y NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora