Felix un pequeño de seis años, era el niño más risueño del jardín de niños, no había momento en el que su sonrisa desapareciera, todos los niños de su salón eran sus amigos y lo querían mucho, nunca faltaba a menos que estuviera enfermo, siempre le daba dulces a sus compañeros, y cuando dibujaban les prestaba sus lapices de colores.
El jardín de niños tenía un día en el que cada salón iba de un color diferente, y al salón de Felix le tocó el rosa, más que todo por petición del pequeño con pecas, nadie se opuso, igual era un lindo color.
Y aquél día no tardo en llegar, cabe destacar que era el favorito de Felix, esa mañana iba con su bonito suéter rosa pastel que le quedaba un poco grande y unos shorts hasta las rodillas del mismo color, sus piecitos portaban sus zapatillas blancas favoritas que tenían un pequeño pin de sol, su cabello estaba bien peinadito y agarraba firmemente las correas de su mochila donde llevaba algunos dulces que le regalaría a sus amigos y a su maestra.
La clase de ese día, se basaba en recrear entre compañeros, no hacían tarea, solo se divertían jugando y compartiendo, Felix se estaba divirtiendo mucho, antes de que se le olvidara repartió las gomitas de animalitos que había comprado el día anterior con su mamá y luego de aquello, la campanilla sonó dándoles aviso del receso. Felix salió de último con la maestra, llevaba consigo la bolsita de gomitas con azúcar que le quedaba, y al estar un poco cansado de tanto jugar en el salón, sólo fue hasta un tobogán algo apartado ya que era el único que no parecía tener niños jugando en él y se sentó al final de éste para comer sus gomitas mientras veía como sus compañeros y otros niños de las demás aulas jugar.
— ¡Hey niña quitate de allí! —el pequeño pecoso volteó rápidamente hacía la cima del tobogán, habían unas niñas. Se levantó para que pudieran bajar, y luego de que las dos bajaran, él se quedó observandolas confundido, ¿le habían dicho niña?— oh, eres un niño.
— Lo soy —sonrió amablemente, al ver que aún no se iban y solo lo miraban de arriba hacia abajo, les extendió su bolsa de gomitas— ¿quieren?
— ¿Por qué estas vestido de rosa?
— Oh, mi salón eligió el rosa, además es mi color favorito, es muy lindo.
— El rosa es color de niñas, no de niños, deberías cambiarte te vez ridículo y pareces una niña —aquellas niñas vestidas de celeste, rechazaron sus gomitas con azúcar tirándolas al suelo para irse de allí.
Felix miró sus gomitas desparramadas en el suelo con los ojitos llenos de lágrimas. Y, sentía un poco mal ahora, ¿se veía feo vestido así? Su mamá le había dicho que el color no tiene genero y que de hecho el rosa lo hacia ver más bonito.
El pequeño limpio las pequeñas lágrimas que había dejado caer y se agachó a recoger las gomitas del suelo para echarlas a la basura. Su tarea fue interrumpida por algo bajando por el tobogán, observó cómo una bolsita nueva de gomitas de ositos bajaba hasta llegar a sus pies, al recogerlas se levantó observando la cima del juego, preguntándose de dónde había venido la bolsita. Al no ver a nadie, recogió las gomitas sucias y fue rápidamente a botarlas para volver al tobogán, si bien no faltaba mucho para la hora de regresar al salón, él quería comer gomitas para sentirse mejor, antes de sentarse otra bolsita bajo junto a una paleta pequeña en forma de corazón, una cajita de galletas de animalitos y algunos chocolates con forma de ositos.
— ¿Quién es? —preguntó Felix después de recoger los dulces que estaban al pie del tobogán. El menor vio una cabellera café salir de la pequeña caseta del juego, bajo por las escaleras y volteo a verlo, un niño más alto que él vestido de celeste— eres de la sala de ocho.
El niño asintió con una pequeña sonrisa, Lix al verlo así sonrió instantáneamente, era muy bonito ¡y tenía hoyuelos!
— Los dulces... ¿Son tuyos?
— Son para ti, vi como te trataron aquellas niñas, son unas tontas, el rosa se te ve muy lindo —contestó metiendo sus manos al bolsillo de su hoddie celeste.
— O-oh, ¡gracias...
— Bang Chan.
— ¡Muchas gracias Bang Chan hyung! Yo, soy Felix, Lee Felix.
Lamentablemente no pudieron hablar más ya que la campana había sonado y ambos tuvieron que volver a su salón correspondiente.
El resto del día, se la pasaron jugando, pero Felix estaba en una mesa dibujando concentrado e inspirado algo para el niño que le había hecho reír en el receso.
En otro lugar, estaba Bang Chan, un niño de ocho años, un poco asocial, que tenía pocos amigos y pasaba desapercibido muy bien, nunca fue muy hablador, pero tampoco era callado. Una vez vio en el receso, a un pequeño corriendo detrás de otro niño jugando al gato y al ratón, se le hizo muy adorable, y se volvió sin querer adicto a su risa y a su sonrisa, por ello en la hora del descanso, siempre se sentaba cerca de la zona de los niños de cinco a seis años, a verlo jugar o merendar.
Cuando Felix se había sentado en el tobogán, él ya estaba allí, sentado en el tobogán contrario, no había visto al menor en el jardín así que volvió al lugar al que iba normalmente cuando no tenía con quien jugar si sus amigos faltaban. Oyó cuando las niñas le dijeron cosas feas al pecoso, y aunque las ganas de jalarles el cabello y desmentir todo lo que dijeron, se abstuvo para no mostrarle un lado no agradable al menor. Tenía algunos dulces que sus amigos le habían obsequiado, pero sabía que no los comería no en ese momento al menos, tuvo la gran idea de regalárselos al pequeño solo y únicamente para verlo sonreír de nuevo.
La hora de la salida había llegado, todos los niños salían de sus salones para ir con sus padres, Felix no era la excepción pero le dijo a su mamá que lo acompañara a la sala de ocho antes de irse a casa, ella extrañada acepto, llevando de la manito a su hijo hasta aquel salón. El menor buscó con la mirada aquella cabellera café que antes había alegrado su día, casi se rinde al no encontrarla, pero luego lo vio alejarse de unos niños despidiéndose con la mano.
— ¡Channie hyung! —lo llamó alegre agitando la hoja en sus manos.
El castaño lo vio de inmediato, parado en la puerta junto a una mujer, se acercó a él y le sonrió.
— Hola Lixie.
Felix rió al escuchar aquel apodo por el cual solo lo llamaba su mamá.
— Le hice un dibujo, para agradecerle por los dulces y por alegrar muchísimo mi día —le entregó la hoja sonriente, Chan lo recibió con gusto— espero que le guste, ¡mañana puede jugar conmigo en el jardín con mis amigos!
— Claro, no es una mala idea —contestó sin dejar de sonreír, ese era el poder del tierno niño frente a él.
— ¡Sí! Ya tengo que irme, ¡nos vemos mañana, que tenga un bonito día! —se despidió con su manito libre y se alejó con su mamá.
Chan al dejar de verlo, miró la hoja en sus manos, un lindo dibujo donde habían dos personitas una vestida de celeste y otra vestida de rosa, y una frase que juraba jamás olvidaría.
channie hyung es el celeste de mi rosa <3
la frase original es del bang chanito y es " quieres ser el rosa de mi azul " poético el flaco, que me dedique mil poemas por favor.
— mimí 🐣.
ESTÁS LEYENDO
hey chris! hey felix! ๑ chanlix
Fanfictionun par de australianos y muchas historias que contar. (๑♡ chanlix book ♡๑)