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— ¡Hey tu! —Chan volteó confundido por aquella voz, extrañado de ver a un chico viéndolo desde el mostrador.
Se señaló así mismo, sin saber si era exactamente a él que le hablaba.
— Sí, tú, no hay nadie más aquí —volvió hablar aquel chico, riendo al final.
El mayor observó rápidamente el resto del local, tan sumido estaba en sus pensamientos que no notó que ya era tarde y no había nadie en esa cafetería ya. Se levantó recogiendo su celular y las llaves que había dejado encima de la mesa, para acercarse con tranquilidad hacía el mostrador, una vez allí retiró una de las sillas para sentarse y ver mejor al chico que le había llamado.
Cabello negro brillante y levemente esponjado, tez pálida, labios bonitos y ojos verdes realmente encantadores.
— Te he visto desde que llegaste, ni siquiera pediste algo, sólo te sentaste ahí a pensar en la vida y sus duros caminos —dijo el pelinegro. Y dejo un pastelillo frente a él— así que te regalo esto, son ricos. Y no acepto un no como respuesta.
— Gracias —sonrió a medias.
— De nada, se ve que no te ha ido muy bien —se encogió de hombros. Chan vio ese gesto algo gracioso, se veía adorable— ¿quieres desahogarte conmigo? Soy psicólogo los jueves.
— No lo sé.. No quiero molestarte tampoco, soy un extraño —contestó con pesar. Sí quería hablar sobre todo lo que últimamente le ha estado pasando, pero no quería agobiar a nadie con sus problemas.
El chico rió.
— Tranquilo, no molestas, aprovecha que no es jueves y no te voy a cobrar, las tarifas de hoy en día suben rápido —Chan rió— mi nombre es Felix, ¿y tú?
— Chan.
— Nombre típico pero te queda bien —sonrió— es mi turno nocturno, amigo, puedes hablar conmigo con confianza toda la noche si deseas.
El mayor suspiro y bajo la cabeza mirando el pastelillo como la cosa más interesante del universo. Era lindo, tenía glaseado de fresa y chispas de colores en forma se corazones.
— Creó.. Creó que mi novio me esta engañando —dijo finalmente— no tengo pruebas pero... Él es muy obvio aunque lo disimula, siempre llega tarde, ya no se comporta como antes, y.. Ni siquiera me dice que me ama.
— Oh, vaya... Supongo que algunos cambios de actitud no son buenos, sabes, pero quizá deberías de indagar un poco más, aunque terminé mal y te lastimes.. Es preferible eso que a vivir una relación de mentiras y engaños ¿no crees?
— Tal vez. Pero es que.. No sé que es lo que pude haber hecho mal, lo consentía, siempre tenía mi atención, hasta llegue a descuidar el trabajo por él.. Nunca le ha faltado nada desde que esta conmigo y le he dado cuatro años de mi vida y todo mi amor... Y engañarme no es... Me hace sentir que no fui lo suficiente para él.
