05: Cuando Haru lloró

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Luego de lo que pasó, Kageyama me obligó a bañarme. Yo no quería, la verdad es que quería dormir por lo que restaba del día, pero ahora tenemos hijos y responsabilidades.

Por cierto, llegó tarde a trabajar.

Sin embargo, debo decir que eso no fue nada. ¿Lo disfruté? Claro que sí, pero no fue completamente sexo. ¿Entienden? Fue algo rápido, literalmente.

Entonces le dije que, aunque la había pasado bien, quería que lo hiciéramos completamente. Él dijo que podríamos hacerlo a la noche, pero callados. Yo acepté porque soy un estúpido.

¿Y por qué?

Eso solo conlleva a una cosa: ansiedad.

¿Y por qué?

Nunca en mi vida (ni en los años que llevo con Kageyama) he planificado tener sexo con él. Siempre lo hemos hecho si de da la ocasión pero ahora mismo, saber que en la noche lo haremos, me pone muy nervioso.
Así que cuando vamos a buscar a los niños, intento pretender que todo está bien y que no estoy retorciéndome en mi lugar.

—¡Papá!

Akiro sale con una sonrisa.

—¡P-papi…!

Haru sale llorando.

Para mi sorpresa se tira a mis brazos, abrazándome con fuerza mientras solloza. Yo intercambio miradas con Kageyama y Akiro.

—¡Te extrañé mucho, n-no quiero volver aquí! —Yo acaricié su espalda, haciendo un puchero.

—Pero, Haru...

—¡No me gusta esta escuela! Quiero quedarme en casa contigo, papi.

Solloza más fuerte y yo suspiro, alzándolo y acariciando su cabello.

Ahora el sexo es lo menos importante.

Vaya, ¿esto es ser padre?

Kageyama mira a Akiro.

—¿A ti te gustó la escuela?

—Sí —se encoge de hombros.

—¡Oh, Haru-chan!

Una voz femenina interrumpe nuestro momento familiar. La maestra de los niños viene caminando rápidamente, luce preocupada y yo solo puedo mirarla mal.

—¿Está bien?

—¡Aléjate! —Haru chilla, mirándola enojado. Sus mejillas están rojas y tiene un puchero en sus labios—. ¡T-tú me quieres separar de mis papis!

Ella suspira.

—¿Sabes qué? —Kageyama me mira—. Hablaré con la maestra, tu lleva a los niños al auto.

—Está bien —murmuré.

Akiro estiró su mano para que la tome y con la otra se despidió. El día estaba nublado y en cualquier momento llovería, así que me apresuré en cruzar la calle y subir al auto con ellos.

Akiro está en los asientos de atrás mientras que Haru en mi regazo, abrazándome mientras intento calmar sus sollozos.

—Cariño, la maestra no quiere alejarte de nosotros.

—¡Claro que sí! Ella me… me obliga a estar con otros niños y ¡yo no los quiero a ellos!

—¡Si los quieres… o los querrás! Haru, tenemos que tener amigos —Akiro se acerca a mi asiento y yo lo miro de reojo, asintiendo—. No llores, por favor…

—A parte, solo son unas horas aquí, primavera, después vuelves a casa y estamos juntos.

—¡Pero no me gusta!

Ah… qué difícil que es esto.

Saori-san me dijo que esto sería muy probable. Los niños pequeños tienden a pegarse mucho a sus padres adoptivos, así que me aconsejó acostumbrarme a eso y a intentar ayudarlo.

—Solo en las mañanas no estaremos juntos —susurré, acariciando su cabello—. Después tenemos todo el tiempo del mundo para que hagamos todo lo que quieras juntos, Haru.

—¡Pero podríamos estar juntos siempre!

—Papá Tobi y papá Sho tenemos que trabajar —sonreí suavemente—, nosotros también te extrañamos…

—Y no andan llorando por la vida —Akiro acota entre dientes y yo le dedico una mala mirada—. Ay, lo siento… —murmura.

—Nosotros también te extrañamos —continué—, y también nos ponemos tristes pero sabemos que después te veremos —Haru me miró con un puchero en sus labios—. Tú tienes que pensar así, Haru-chan —limpié sus lágrimas.

—¿Siempre nos veremos después de la escuela?

Asentí.

—Claro que sí.

Haru asiente, convenciéndose más.

—¿Es un trato?

Reí.

—Sí, es un trato, Haru.

Y el tierno momento se vio interrumpido por Kageyama. Traía una mala cara, peor que la que usualmente tiene.

—¿Qué pasó?

—La señorita me explicó que es normal —se encogió de hombros y asentí—. ¿Estás bien, Haru?

Él asintió, limpiándose las lágrimas.

—¿Podemos ir a casa y jugar?

Al llegar a casa, me siento cansado. Quiero dormir y Kageyama lo nota, aún así le presta atención a los niños. Haru tira de mí hasta llegar a su cuarto y yo aprovecho el momento para tirarme en su cama.

—¡Leamos un cuento!

Kageyama, a los segundos, llega con Akiro en brazos.

—¡Vengan, papá Sho leerá un cuento!

Yo suspiré y asentí, sintiendo mis ojos pesar. Haru tomó un libro cualquiera y me lo entregó, yo bostecé.

Akiro y Haru se acomodaron en medio de nosotros, Kageyama y yo nos apoyamos contra la pared.

—Entonces, capítulo uno —leí a la par que sentía a Haru removerse a mi lado—. ¿Cuántas probabilidades…

En serio tengo mucho sueño.

—¿Cuántas probabilidades de cruzarte con el extraño que te había causado la vergüenza de tu vida tenías?

Seguí leyendo, cada vez más y más lento. De un segundo al otro, abría y cerraba los ojos cada cierto tiempo. Kageyama pareció notarlo, porque me sacó suavemente el libro de mis manos y continuó leyendo, aunque no sé si por mucho, porque cuando volví a parpadear, terminé durmiéndome después de un beso en mi cabeza.

Parece ser que mi plan de esta noche con Kageyama no llegará a mucho...

Crónicas de unos Padres Inexpertos | Kagehina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora