48: Cuando las actividades no funcionaron

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—¿Problemas de comunicación?

Estoy indignado.

—Es normal que se lo tomen a mal —Nashida suspira—. Pero es la verdad; tienen problemas para hablar de sus propios problemas.

Parpadeé atontado.

Bueno, quizá tiene razón. ¡Pero no daré el brazo a torcer!

—Dicen que están hace años juntos pero su primera discusión se basó en que uno de ustedes dos no pudo ser sincero con el otro —me miró de reojo—. Y ahora pasó lo mismo; por los celos.

—Pero no fue por comunicación...

—En realidad sí. Ante la falta de esta, la persona tiende a pensar lo que sea —dice encogiéndose de hombros—. Y una manera de que se arregle esto es que ustedes dos... —nos señala con su bolígrafo—. Aprendan a confiar el uno en el otro.

***

—¿¡Que no confiamos el uno en el otro!?

Salgo indignado del departamento, Kageyama me sigue suspirando. ¡Creo que soy el único aquí ofendido!

—¡Claro que confiamos! —repito, mirándolo. Él carga mi chaqueta, con una mirada cansada—. Oye, mira, ponte detrás mío.

Kageyama me hace caso, extendiendo sus brazos porque sabe qué es lo que voy a hacer.

Me dejo caer y él me sostiene.

Yo lo miro, alzando la vista. Sus ojos me miran mientras alza sus cejas.

—¡Esto es confianza!

—Claro que no —de un impulso me hace pararme correctamente—. Quiero decir, sí. Pero Nashida-san se refiere a otra cosa.

—No puedo creer que nuestro principal problema sea la comunicación —bufé y él asiente con una mueca—. Digo, siempre pensé que era buena.

—Yo igual. Supongo era buena para nosotros.

Nos miramos.

Estamos en medio de la acera, mirándonos en silencio.

Aprieto mis labios.

—Como sea. Tengo que ir a buscar a los niños —dice bajando la mirada.

—¿Te veo después?

—Bueno, tenemos que resolver las actividades que nos dio Nashida-san.

—Se siente la preparatoria —puse los ojos en blanco.

Despedirme de Kageyama e irnos en autos distintos se siente extraño. Me duele pero creo que estoy aprendiendo a sobrellevarlo.

Creo.

Mientras conduzco, golpeo suavemente mis dedos contra el volante al ritmo de la música, pensativo.

¿Y si la terapia de pareja funciona para mal? Digo, ¿y si nos terminamos separando pero en buenos términos? Creo que dolerá más que cualquier cosa.

Los niños... ¿Qué se supone que tenemos que hacer?

Es una pregunta que se mantiene en mi cabeza todo el día.

Recién vuelvo a ver a Kageyama cuando es más a la noche. Los niños están en su cuarto, acostados y dormidos, él y yo estamos en el sofá, cada uno en una punta cómodo, con libretas en nuestros regazos.

—¿En serio tenemos que hacer esto?

—Tú eres el que lo quiso así.

Kageyama rodó los ojos.

Crónicas de unos Padres Inexpertos | Kagehina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora