72: Cuando fue el cumpleaños de Kageyama

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—¿Qué se supone que deberíamos regalarle a papá?

—¿Un reloj?

—¿Una pelota?

—¿Un padre?

Akira golpeó la nuca de Akiro.

—¡No bromees con esas cosas!

Yo solo los ignoré y miré a Haru.

—Eres mi última esperanza, hijo.

Él pareció pensarlo.

—Ni idea. Pregúntale a alguno de estos dos.

Atrás de Haru, Akemi y Eiji me miran.

—¿Ideas?

—Con todo respeto, Shoyo, no sé si pueda proponer algo porque Kageyama-san me odia.

—No te odia —Akira puso los ojos en blanco—. Solo le desagrada tu apellido.

—Y tu padre.

—Y a ti —Akiro vuelve a acotar, pero ahora Haru lo golpea.

—¿Y tú, Akemi? Dime que tienes algo, por favor.

Él me mira pensativo.

—Solo hazle una pequeña fiesta sorpresa y que los otros se encarguen de los regalos —se encogió de hombros.

—Ah... te adoro, niño.

Él me sonrió orgulloso.

Todos los años tengo el mismo problema de siempre: no sé qué regalarle a mi marido. Hace doce o más años estamos juntos y todavía no sé qué darle en sus cumpleaños.

Y no es porque no lo conozca. Claro que no, me atrevo a decir que incluso yo conozco mejor a Kageyama de lo que él mismo se conoce. Pero para que todos los años que le regalas algo, simplemente no muestra emoción. Y es detestable.

—Qué los cumplas... feliz...

Las doce de la noche marcan en el reloj. Oficialmente ya es veintidós de diciembre, lo que significa que es el cumpleaños de mi marido. ¿Y cuántos años tiene?

—Ay, qué viejo estás, papá.

—No lo suficiente como para matarte, Akiro.

Él ríe mientras Kageyama, que tiene un gorro de cumpleañero en su cabeza, observaba el pastel frente a él.

El número treinta y cinco en celeste y la crema blanca con merengue.

—Qué rápido pasa el tiempo.

—Sí, pero sigo siendo lindo —sonríe orgulloso.

Haru ríe.

—Papá, prueba el pastel, por favor.

—Ah, sí. Seguro.

Mi pobre e iluso marido quiere darle un mordisco al pastel y los niños malvados que hemos criado, entierran su cara en la crema.

Akira ríe mientras graba y Kira aplaude.

—¡Los voy a matar!

Grita levantándose, empezando a perseguir a los gemelos. Yo río mientras corto la parte sana del pastel. Tengo hambre.

Salteemos al otro día, es más interesante que esta noche, por favor...

Cuando los niños se van a la escuela, yo arrastro a Kageyama hacia nuestro cuarto.

—¿Qué haces?

—Dándote tu regalo de cumpleaños.

—¿Por qué siempre tiene que ser algo sexual?

Crónicas de unos Padres Inexpertos | Kagehina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora