16: Cuando fueron insoportables

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Tres meses viviendo con los niños. Se siente como si los hubiésemos tenido desde bebés. Los berrinches y lloriqueos cada vez son más constantes, gritos chillones, juguetes rotos, escándalos en la mesa, quejas por los regalos. Hinata y yo ni siquiera dormimos porque los niños están insoportables. Más de lo normal.

—Señores Kageyama y Hinata, es la cuarta vez en el mes que los llamamos.

En la escuela están mil veces peor. Algunos niños molestan a Haru, Akiro lo defiende golpeándolos. Viceversa de vez en cuando. También lloran porque nos tenemos que ir y no hacen la tarea.

Me tienen cansado.

Lo peor es que no les importa nada. Ya les hemos sacado los juguetes, hemos hablado con ellos, nuestros padres e incluso Kuroo y Kenma pero nada. No les interesa. Asienten con la cabeza pero no cambian.

—¡Ya deja de gritar, Akiro!

—¡No quiero bañarme!

Akemi tiene prohibido venir a casa. Porque cada vez que viene, los niveles de Akiro se revolucionan. Más insoportable de lo normal.

—¡Haru, ya para! ¡Te dije que no!

Y un grito seguido de un gran llanto.

Simplemente no sabemos qué hacer.

—¡En mis tiempos, mamá me daba una cachetada y ya está! ¡Se me pasaba la estupidez!

Hinata estaba enojado. Demasiado enojado.

—¡Hemos intentado hablar con ustedes, se han quedado sin juguetes, sin ir a cumpleaños! ¿¡Qué les pasa!?

Akiro y Haru lo miran en silencio mientras limpian sus lágrimas. Simplemente no saben qué responder y temen hacerlo, porque Hinata enojado es lo peor del mundo.

—Se van a ir a acostar ahora mismo. Y sin televisión.

—Pero p-papi...

—¡Pero nada! Váyanse.

Lloriqueando, Akiro y Haru se bajan de sus sillas y arrastran los pies a su cuarto. Ni siquiera tienen sus peluches, están guardados, pero tampoco es como si les importase.

Hinata solo toma aire y se va rápidamente hasta nuestro cuarto. Dejaré que se tome su tiempo para que el enojo se le pase, mientras tanto terminaré de levantar la mesa y lavar los platos.

Después de todo eso, me dirijo a nuestro cuarto. La puerta está entreabierta y puedo escuchar los hipidos que vienen de adentro. Sin pensarlo entro y lo veo sentado en la cama, con la mirada en su regazo y un pañuelo.

Suspiro y me siento a su lado, pasando mi brazo por sus hombros y atrayéndolo a mí.

—¿Por qué tengo que ser el papá malo?

—No eres el papá malo... —acaricié su hombro—. Solo estás siendo justo con ellos.

—Es que no entiendo por qué están así...

—Ni yo. Pero supongo se les pasará.

—No quiero que piensen que los odio por retarlos —él solloza en mi pecho y yo acaricio su pelo.

—Ni lo debe pensar. Seguro que ahora están pensando en sus peluches.

Pero es inútil. Hinata no para de llorar.

Al otro día, nadie habla durante el desayuno. Ni tampoco en el camino a la escuela. Ha empezado una guerra de silencio y bueno... yo de por sí soy silencioso, así que estoy callado todo el tiempo, pero me sorprende que Akiro y Hinata también.

Todo pasa cuando volvemos a casa. Paso a buscar a los niños y Haru me habla mientras que Akiro mira por la ventana. Al llegar, Hinata ya está en casa con su trabajo y los niños corren a sus cuartos a dejar sus cosas.

—Papi, tengo tarea de matemáticas... ¿Me ayudas?

—Claro. Ven aquí.

Mientras Haru se sienta a mi lado para hacer la tarea, Akiro la hace solo en un costado y Hinata ve televisión. Hay mucha tensión en el ambiente.

Pero el timbre suena.

—Iré a ver quién es... —murmura Hinata.

—¿Quién es? —pregunto después de un tiempo.

Su voz tembló.

—Es... ¿cómo es su nombre?

—Mahiro.

—Mahiro-san... La visitadora social.

Crónicas de unos Padres Inexpertos | Kagehina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora