Salteemos al otro día por favor, estoy cansado...
Cuando abro los ojos, Kageyama no está a mi lado. No me sorprendo cuando lo encuentro durmiendo en el piso, así que bajo un pie de la cama y le piso el estómago para despertarlo.
—Buenos días —murmuró ronco.
—¿Qué haces en el piso?
—¿Tú qué crees? —respondió trepándose. Yo rodé hacia mi lado y suspiré—. Me tiraste.
—Lo siento...
Kageyama tomó mi cintura y me atrajo a él.
—¿Cómo la pasaste anoche?
—Creo que... compensamos no haber tenido sexo por mucho tiempo.
Soltó una risa y dejó un beso en mi coronilla.
—Y hoy ya empieza nuestra vida otra vez.
—Sí... quiero morir. No tengo ganas de levantarme.
—Yo igual —trazó círculos en mi espalda y yo cerré mis ojos—. Kuroo me mandó un mensaje anoche, dice que a las once trae a los niños.
—¿Y qué hora es?
—Las nueve.
Gemí y negué.
—Quiero morir.
—¿Quieres tomar una ducha?
—Por favor. Tenemos que estar presentables.
—Mientras tú tomas una ducha, yo limpio el cuarto. ¿Bien?
—Ah... te amo.
Las horas pasan y después de una taza de café, tengo más energía. Al salir de la ducha, Kageyama ya tenía nuestro cuarto brillando: todo limpio y perfumado.
Cuando él entra a bañarse, yo camino hacia el espejo. Una toalla envuelve mi cintura y puedo ver las marcas en mi pecho y clavículas. Agradezco que mi marido haya sido inteligente y no haya hecho nada en mi cuello.
Tomé mi bóxer y después de ponérmelo, miré mis piernas en el espejo. Santo cielo... si alguien las llega a ver pensarán que me golpearon. ¡Solo hay moretones! Por favor, nunca repitan esto en casa. Es peligroso.
Luego nos volvemos a encontrar en la cocina. El café ya está preparado, humeante sobre la mesa. Vemos la televisión juntos y de vez en cuando intercambiamos palabras.
Hasta que el timbre suena.
Kageyama suspira y se levanta, yo hago lo mismo mirando hacia la puerta.
Y en menos de dos segundos, cuando la abre, ya hay gritos y brazos alrededor de mis piernas.
—¡Papi!
—¡Niños, hola!
Me agacho a su altura para que me abracen. Kageyama y Kuroo nos miran desde la puerta.
—¿Fueron problemáticos? —escucho a Kageyama preguntar.
—No, se comportaron bien en casa. ¿Tú fuiste problemático? —preguntó con diversión.
Escuché un golpe.
—Cállate, idiota.
Y después la risa de Kuroo.
Le decimos que se quede a desayunar con nosotros, pero cortésmente niega porque tiene que ir a buscar a Kenma para no sé qué.
—¡Y jugamos mucho con Kazumi! Es muy linda, papá, ¿podemos tenerla?
—No —reí bebiendo mi café—. Kazumi es hija de tus tíos, Akiro. Ella ya tiene papás.
Haru hace un puchero.
—¡Entonces hagan una hermanita!
Kageyama y yo nos miramos atontados.
¿Qué se supone que tenemos que hacer ahora?
—Oh, iré a lavar mi taza... está vacía...
Ah, hijo de puta. ¡Déjame la responsabilidad a mí!
—Papi, queremos una hermanita. Dense un beso con papá.
Bien... nunca pensé que tendría que dar la charla.
Mierda.
—No podemos... Eh, no podemos darnos un beso y traer una hermanita, niños.
—¿Por qué? —Akiro me miró curioso.
¿¡Por qué tienen que ser tan curiosos!?
—Porque... papá y yo somos dos hombres y para que podamos tener una hermanita, necesitamos una mujer...
Akiro y Haru parecen procesarlo.
—¿Entonces tío Kenma es una mujer?
—¿Tía Kenma?
Golpeé mi frente con mi mano. Escuché a Kageyama reír.
—Para que nazca un bebé, se necesita un hombre y una mujer, niños —dice desde la cocina, ganándose nuestra atención—. Nosotros, como somos un hombre y otro hombre, tenemos que hacer otras cosas. Más difíciles. ¿Entienden?
—¿Cosas como qué?
—Adoptar.
—¿Cómo a nosotros?
—Sí.
Y los dos sueltan un aaaaaah largo.
—Y Kenma no es una mujer.
—No le digan tía a Kenma o los matará.
Haru y Akiro rieron.
En parte extrañé (aunque solo un día pasé sin verlos) las cosas que soltaban los niños. Siempre tonterías graciosas.
—Bueno, ¿y es difícil tener una hermanita para ustedes, papis?
—Un poco, sí.
Akiro chasqueó la lengua.
—Entonces ya no queremos una. Mucho papel.
Solté una risa y asentí.
Todavía es pronto para expandir la familia, ¿no?
Dirigí mi mirada a Kageyama.
Él se les había quedado viendo, pensativo.
Sé que el piensa en eso. Quiere un niño más. Después de todo, es lo que teníamos acordado, pero realmente espero que el pensamiento se le vaya de la cabeza porque todavía es temprano para alguien más. ¡Tenemos que disfrutar por un tiempo a los dos tontos que tenemos aquí!
—¿Hoy vamos a ir a la escuela, papi?
—Sí —fruncí el ceño—. ¿Por qué no irían?
—Es aburrida.
—¿Ya tienen amigos?
—No.
—Yo sí —Akiro tomó su chocolatada—. Hay un nene... se llama Issai o algo así.
Kageyama y yo intercambiamos miradas.
—¿No será «Issei»?
—¡Sí, sí, así! Qué nombre tan difícil, por Dios...
Pero nadie le presta atención al comentario de Akiro, porque la carcajada que suelta Kageyama es realmente fuerte.
Tsukishima se va a morir.
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Crónicas de unos Padres Inexpertos | Kagehina
FanfictionTERCER LIBRO DE "CRÓNICAS DE..." KAGEHINA. EL ANTERIOR ES "CRÓNICAS DE UNA PAREJA PRIMERIZA". -Kageyama y yo hemos crecido. ¡Y vaya que sí! Ahora tenemos una casa, un auto, un gato y sueldos estables. -Por eso mismo, decidimos adoptar un niño. -Que...