Jughead Jones queda ha cargo de la hija de su amigo fallecido, Betty Copeer... mientras el tiempo pasa Jughead Y Betty empiezan una relación amorosa, pero la culpa es más grande que el amor.
El pelinegro leía un libro mientras la rubia se moría del aburrimiento.
— Papi, ¿podemos ver televisión?
— No tengo ganas amor, ve la tú.
La rubia rodó los ojos y suspiro — ¿entonces podemos jugar? — dijo de mala gana ya.
En los últimos días Jughead se avía comportado realmente mal, y siempre estaba ocupado.
— ¿ha que quieres jugar?
— Agh! No lo se, solamente quiero jugar contigo, en los últimos días has estado muy ocupado y ya no jugamos — esta hizo un puchero.
El pelinegro se morido el labio — Lo siento.
— últimamente dices mucho "lo siento"
Le pelinegro suspiro — Lo se... pero este lo siento es completamente verdad... perdón... vamos a jugar ¿si?
La rubia asintió con mala cara.
— Deja de hacer esa cara, ven — el pelinegro la cargo y la sentó en su razgo.
Empezaron con un beso tierno y tranquilo, pero luego comenzó a intensificarse.
Los dos sentían mariposas con cada toque que se daban, esa calidez de sus cuerpos rozando y frotando los llevaba al borde de la locura...
Jughead levanto la hoddie de la ojiverde y lo lanzó por algún lugar de la habitación, puso su mano en la mejilla de esta y la apego más a el.
La ojiverde con sus pequeñas manos busco el borde de la playera del ojiazul y se deciso de aquella prenda que cubría un abdomen perfecto bien marcado y brazos musculosos... la rubia enterró sus manos en el cabello del pelinegro y lo apago más a él profundizando el beso.
La rubia empujo al ojiazul dejándolo acostado en la grande cama, la rubia se inclino y lo volvió a besar.
El ojiazul busco aquel sujetador que cubría los perfectos pechos de la rubia, lo desabrocho y deslizó los tirantes por sus hombros hasta dejarlo caer. El ojiazul cambio de posición, ahora el estaba ensima de la rubia, sin dejar caer todo su peso siguió besándola mientras bajaba lentamente su mano por todo el plano abdomen de la rubia hasta llegar con el borde de su short, este desabrocho el botón y quito el short de esta.
Los tórtolos cambiaron de posición nuevamente, la rubia quedó arriba del pelinegro, esta froto su delicada flor con el grueso pantalón que cubría una ereccion de 24 centímetros aproximadamente, el pelinegro gruñó y alejo un poco a la rubia y se quito el pantalón, estos siguieron besándose hasta que el pelinegro entró en la rubia rompiendo el beso gracias a un gemido por parte de esta, la rubia enterró sus uñas en la espalda del pelinegro y rodeo la cadera de este con sus piernas.
El pelinegro salía y entraba de la rubia jadeando el el oído de esta, la rubia se estremecía con cada movimiento que el pelinegro hacía o forjaba...
La rubia se corrio y el ojiazul al rato también se corrio...
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