Jughead Jones queda ha cargo de la hija de su amigo fallecido, Betty Copeer... mientras el tiempo pasa Jughead Y Betty empiezan una relación amorosa, pero la culpa es más grande que el amor.
Estos subieron todas las cosas al auto y subieron, la rubia se veía demasiado feliz con la perrita, tanto que parecería que explotaria de felicidad.
El pelinegro iba conduciendo el auto, mientras miraba de reojo ala rubia- Eres mas feliz con esa bolita de pelos que conmigo- dijo este con una sonrisa.
- no es cierto, tu me haces más feliz- dijo la rubia con un tierno puchero en su rostro.
Este sonrió y posó su mano libre en la pierna de la rubia mientras miraba atento al camino. No tardaron tanto para llegar a casa.
Entraron ala casa, acomodaron las cosas de Stella y fueron al sofá, el pelinegro miró su reloj- Mi amor, nos vamos.
Esta lo miró confundida- ¿A donde?
- es una sorpresa- dijo este mientras tomaba la mano de la rubia.
- Me gustan las sorpresas- dijo para luego levantarse- ¿podemos llevar a Stella? - pregunto esta.
-No, ella se quedará aquí.
Esta asintió. Salieron de la casa, la rubia se sentó en el auto y fueron hacia el destinatario. El pelinegro posó una mano en el muslo de la rubia dándole pequeñas caricias, la rubia sonrió y miro la ventana viendo la gran ciudad de New York.
-Llegamos- dijo el pelinegro.
- ¿donde es esto?
- Un restaurante muy famoso, donde reserve una cita hace una semana para ti y para mi.
Esta sonrió- Gracias.
- Vamos? - esta asintió.
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