Jughead Jones queda ha cargo de la hija de su amigo fallecido, Betty Copeer... mientras el tiempo pasa Jughead Y Betty empiezan una relación amorosa, pero la culpa es más grande que el amor.
Las manos de pelinegro viajaron por todo el cuerpo de la pequeña rubia, este subio sus manos asta la cintura de esta para dar un apretón, la rubia se separó del beso para comenzar a deshacerse de la camisa del pelinegro, cuando la quito por completo la aventó a la parte de atrás del auto, esta bajo sus manos asta el cinturón de el pelinegro y lo jalo para luego ponérselo en el cuello, este sonrió de lado y Jalo ala rubia por las orillas del cinturón empezando un beso y una pelea con sus lenguas.
El pelinegro bajo el vestido de la rubia dejándola en sostén y bragas, el pelinegro metió sus dedos entre las bragas de esta haciendola jadear, Paso sus dedos por toda la zona palpitante de la rubia, separo sus labios y introdujo dos dedos en esta, la rubia soltó un gemido ahogado, haciendola mover sus caderas al ritmo que el pelinegro sacaba y metía sus dedos, cuando la rubia estaba a punto de un orgasmo, este sacó sus dedos, la rubia chillo.
— ¿Por qué nunca me dejas tener un orgasmo? — pregunto la rubia
— tendrás unos mejor cuando este adentro de ti y estés gimiendo mi nombre— dijo este.
Este como pudo sacó su pantalón y su bóxer dejándolos abajo del asiento, se separo un poco y tomó un condon que estaba guardado en la parte de atrás, lo saco con cuidado, expulso el aire y lo paso por toda su longitud, este arrancó las bragas de la rubia, esta soltó una pequeña risita, se inclino la rubia hacia el pelinegro para empezar una pelea con sus lenguas, el pelinegro paso su mano por toda la espalda de la rubia asta llegar a su sostén donde los desabrocho y bajo los tirantes de este para luego lanzarlo por ahí, la rubia se separo del beso, se levantó un poco para posicionar el miembro del pelinegro en su entrada, esta de golpe entró haciendola Gemir fuertemente, la rubia daba saltos rápidamente entrando y saliendo del pelinegro, el carro estaba lleno de calor, gemidos, gruñidos y jadeos de ambos.
— P-papi, me vengo.
No fue mucho para que ambos llegarán a un placentero orgasmo. La rubia escondió su cara en el cuello del pelinegro recuperando la respiración.
— Te amo bebita —dijo este mientras acariciaba la espalda de la rubia.
— yo también te amo papi— esta dejo un beso en la mejilla del pelinegro. — ¿nos podemos ir? Me quiero duchar, y tengo mucho calor — dijo la rubia con un puchero.
Este río — claro mi amor, ponte tu ropa y vamonos.
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