EL AMOR PROHIBIDO DE ESE HOMBRE QUE ME MIRA//No.1️⃣3️⃣Serie:HOMBRES DE LA SIERRA

CAPITULO 1 EN MEDIO DE LA TORMENTA

NOTA:
Si estás aquí, es porque te llamó la atención está historia, pero antes de empezar a leerla, te recomiendo haber leído antes, la No. 12 de la serie HOMBRES DE LA SIERRA, Que se titula. "AMOR ENTRE BALAS Y COMPUTADORAS" Si no la lees no pasa nada, pero entenderías un poco mejor la trama, y conocerás un poco más de los personajes.

Agradezco tu preferencia y espero que te guste hasta el final. Saludos y bendiciones

CAPITULO 1

Leo miró a la chica, su angelical rostro asustado, su mirada perdida, su cuerpo lastimado, tenía que salvarla, pero... ¿de qué?

Por un momento cruzaron sus miradas, sus bellos ojos parecían traspasarlo, un escalofrío recorrió su cuerpo, estaba a punto de tocar su perfecto rostro con sus ásperas manos, cuando ella pareció reaccionar, no dijo nada, solo emprendió la huida, la siguió, pero entre más corría tras ella, ella más se alejaba de él.

De improviso se detuvo, y él llegó a su lado casi sin haliento.

_ ¡Aléjate de mi! - suplicó desesperada.

_ ¿Porqué? - interrogó sin comprender, extendiendo su mano para tocar una vez más su dulce rostro.

_ ¡Porque me haces daño! - retrocedió evitando su toque.

_ ¡Te amo! - dijo con desesperación.

_ ¡Me haces daño! - susurró con lágrimas en sus hermosos ojos, mientras él acariciaba con inmensa ternura su mejilla.

_ ¡Te amo! - volvió a repetir él. Sus labios buscaron los de ella, pero ya no los encontró. Estaba huyendo de nuevo y él, era incapaz de darle alcance.

La vio caer más adelante, el bosque era denso y el sendero accidentado, estaba por llegar a ella cuando de pronto, apareció su padre, como siempre rodeado de hombres armados. Sin dificultad la obligó a ponerse de pie y la entregó a ellos, impidiendo que él se acercara.

_ ¡Por favor sueltala! - suplicó desesperado.

_ ¡No cumpliste tu promesa! - exclamó. _ dijiste que la dejarías.

_ ¡Lo haré! - gritó. _ ¡la dejaré ir!

_ ¡Ya no confío en ti! - lo miró y se dio la vuelta, con la decisión reflejada en su duro rostro.

_ ¡No lo hagas! _ suplicó tomándolo con fuerza del brazo para detenerlo.

_ ¡Demasiado tarde! - dijo soltandose de un jalón.

Fue tan fuerte que perdió el equilibrio. Quiso incorporarse, pero el golpe que luego recibió en el rostro, lo aturdió sin remedio.

Desde su lugar en el suelo, miró como su padre se posicionaba delante de ella, alcanzó a ver su rostro lloroso, su mirada de suplica, de pánico, pero aún así no dijo nada, cuando el hombre que tenía delante de ella, apuntó su arma y jaló del gatillo, la miró desvanecerse y sus sentidos explotaron junto con el sonido de aquella detonación, como si aquél disparo hubiese sido dirigido hacia él.

_ Te advertí que la dejarás. - lo miró volverse con expresión fría, como si no acabara de arrebatarle la vida, a la mujer que su hijo amaba. _ es tu culpa. - lo miró acusador.

_ ¡Prometiste dejarla en paz! - se incorporó y corrió a tomarla entre sus brazos. Ya no respondió, su rostro pálido, inexpresivo, su piel fría, sus extremidades flácidas, colgando hacia los lados, sin fuerza, sin movimiento, sin vida, la muerte se había apoderado de ella.

_ ¡Hijo! - sintió la mano de su padre sobre su hombro.

_ ¡No soy tu hijo! - quitó su mano con un ademán hosco. _ ya no tienes hijo, lo acabas de matar, junto con ella.