Capitulo 4. Una boda sin amor y un descubrimiento esclarecedor

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Desde aquella tarde no he vuelto a ver a Alesso cosa que agradezco ya fue bastante incómodo ver como su amante vino a reclamarle.

Puedo llegar a entender que tuviera alguien en su vida, es un hombre guapo, joven y de buena posición social. El matrimonio nos pilló a los dos por sorpresa, lo único que deseo es que si sigue con ella al menos se comporte de forma discreta.

No pretendo hacer vida matrimonial con él. Hasta hace poco ni siquiera pretendía casarme, así que puede hacer lo que guste yo no le montaré ninguna escena pero tampoco le permitiré acercarse a mi de forma romántica.

Han terminado de poner mi vestido, han trenzado mi pelo y me han colocado el velo. La verdad es que me veo bonita pero mi mirada es triste eso no va a cambiar, casarme con Alesso es darme cuenta de que tengo que renunciar a todos mis sueños.

Papá me está esperando al final de la escalera con una sonrisa a su lado está Margherita ella no sonríe.

La escucho quejarse de que ella no tuvo una boda como la mía. En fin no puedo con ella hasta el día de mi boda tiene que montar un drama y ser el centro de atención. Papá le promete una luna de miel en Francia después de mi enlace. Su cara cambia inmediatamente ahora sonríe y da caricias a mi padre.

Monto en el carruaje junto a mi padre, otra vez Margherita se enfada por tener que ir en otro carruaje,esta vez aunque me siento tentada por ponerla en su sitio, reculó y la dejo con cara de boba.

Mi padre me lleva cogida del brazo hasta el altar de la catedral. Allí me espera Alesso su cara no es mejor que la mía. Mi padre me entrega y él coge mi mano. El pontífice comienza con la ceremonia, la omilia es aburrida y larga después de casi dos horas al fin ya estamos casados. Hay tanta gente que me siento observada por todos.

Suspiro y sonrió mientras voy cogida de la mano de Alesso. Entre esa multitud reconozco a la amante de mi ya esposo. Me mira con soberbia y arrogancia y me dedica una sonrisa maliciosa. Alesso no parece haberse percatado de su presencia.

La celebración se realiza en el palacio que tienen los Duques en Milán, no falta la comida, la bebida ni la música. Si no fuera porque me siento sola lo disfrutaría. Mi familia o la poca que tengo no ha venido al enlace. Creo que mi padre ni siquiera les aviso. No quiero pensar que fue ella la que le pidió que no los invitara. Solo tengo una tía y una prima por parte de mi madre. Mi padre perdido a toda su familia hace ya varios años.

Estoy sentada en un rincón, cuando veo pasar a su santidad junto con mi madrastra y si la llamo madrastra porque es lo que es. Yo tuve una madre y aunque no la conocí se que me amaba con todo su ser.

Siento curiosidad y me escabulló entre unos arbustos, lo se está mal espiar pero ya me confesaré mañana. Los escucho como hablan animadamente.

— Estás feliz Margherita con tu matrimonio?—

— Si tío pero podría haber escogido a un hombre un poco más joven.—

— Sobrinita no se puede tener todo en la vida, y ahora que su hija no estará con el tu serás la dueña y señora de todas sus propiedades y si pronto le das un hijo varón lo tendrás por siempre a tus pies. Además seguro enviudas joven y podrás disfrutar de una vida cómoda.—

— Tiene razón tío, como podré agradecerle su amor y dedicación por mi persona?—

— Ya sabes lo que me gusta, ahora todos están comiendo o bailando así que dispones de unos minutos para complacerme.— dice levantándose el hábito, ella se arrodilla e introduce algo en su boca. Desde mi posición no veo veo lo que hacen. Pero el parece disfrutar. Poco tiempo después ella se levanta del suelo y limpia la comisura de sus labios con un pañuelo.

Me marcho en silencio antes de que puedan descubrirme. Por el camino me encuentro a mi padre, sonrió pensando que es a mi a la persona que busca. Pero mi sonrisa pronto desaparece al saber que busca a Margherita. Si le digo que estaba haciendo algo extraño con su querido tío no me va a creer así que simplemente le digo que no la he visto.

Si tenía alguna duda de que esa mujer estaba solo por el interés con mi padre la he disipado hace un momento. El problema es que mi padre no me creerá y esos dos se han encargado de alejarme lo bastante de ellos para que no pueda interferir. Al menos espero que en su ignorancia sea un hombre feliz.

Me siento en la mesa principal, mi esposo ya está sentado no siquiera me mira así que me dispongo a comer en silencio. La tarde pasa rápido para muchos y lentamente para mí.

Mi padre y su esposa han decidido adelantar su viaje y pasar unos días en Roma, después se marcharán por un mes o dos a Francia. Me despido de él con lágrimas en los ojos, ojalá y está no sea la última vez que lo vea porque sabiendo lo poco que se esa mujer es capaz de cualquier cosa.

Todo el mundo se ha marchado hace poco, solo quedamos en el palacio mi esposo, algunos sirvientes y yo.

Me dirijo hacia la habitación cuando soy interceptada por él.

— Ven tenemos que dejar unas cosas claras.— me dice con una voz ebria.

Suspiro y lo sigo hasta la sala, me acomodo en un sillón el por el contrario se queda de pie.

— Sabes que esto no es nada más que un contrato. Así que no esperes nada romántico por mi parte...
Tendrás una asignación mensual, podrás hacer lo que gustes en el palacio y tendrás libertad para salir y entrar. Dispondrás de un dormitorio para ti sola, el cual yo no pisaré lo mismo harás tú con el mío. No me pedirás cuentas por mi salidas, ni en nada que no te concierna. Estas de acuerdo?—

Todas esas palabras aunque sabía que eran ciertas no me las esperaba, en el fondo pensé que si nos llegásemos a conocer al menos podríamos ser amigos. Pero veo que eso nunca sucederá.

— Solo te exigo una cosa, espero que mantengas a tu amante fuera de la casa y seas discreto. No tengo porqué estar en boca de nadie. Si tu cumples tu parte del trato yo haré lo mismo.—

Subo a mi dormitorio pido ayuda para que me quiten la ropa, la señora cepilla mi cabello y me pone un camisón transparente, siento tanta vergüenza. También me dice que espere a mi esposo tendida en la cama pero que no me duerma. Si tan solo supiera que el no va a venir. Ni está noche ni ninguna otra.

Una lágrima recorre mi mejilla, bienvenida a tu nueva vida Francesca.
Digo en voz alta, me tumbo en la cama y pasado un rato me quedo dormida.

Matrimonio por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora