Despierto en los brazos de Alesso, me siento en la cama y veo todo tirado por el suelo del dormitorio. De un momento a otro la vergüenza me embarga, por un momento olvide que no estaba en mi casa, mi tía debio de escuchar todo.
Llaman a la puerta, me cubro un poco y doy permiso para entrar.
Una chica del servicio me indica que el desayuno está en la mesa, que si preferimos tomarlo en la cama, mi esposo me abraza y me susurra sobre el oido:
— En la cama—dice y muerde el lóbulo de mi oreja derecha.
—Diez minutos y bajamos— respondo sonriendo mientras le doy un leve codazo a mi esposo.
—Auch! Eso duele—
— No te quejes tanto y levántate, bastante vergonzoso es pensar que lo tía nos escucho a noche.—
— Eso no pareció importarle mucho a mi fierecilla...—
Le dejo una mirada de desaprobación, me aseo un poco y me visto, diez minutos exactos son los que tardo en llegar hasta la mesa.
— Ya veo que descansaron bien...— dice mi tía soltando una risita.
La comida se me atora en la garganta y comienzo a toser.
— No te aflijas, yo también fui joven. Ahora cuénteme que descubrieron anoche.—
— Mi padre está bien, al final no asistió a la fiesta aunque creo que Margherita si lo hizo pero no puedo estar totalmente segura. De lo que si lo estoy es que el bibliotecario fue asesinado ayer...—
— Vaya, siempre supe que bajo esa aura de intelectual algo ocultaba, saldré al mercado y abriré bien los ojos y los oídos.—
Después de desayunar me dirijo hasta el café de la plaza, allí debo encontrar de nuevo a mi padre, está vez por más que lo he intentado Alesso se ha negado a quedarse guardando reposo, no comprende que bastante difícil es pasarse desapercibida para encima cargar con él.
Al menos ahora se que me ama de verdad y se preocupa por mi bienestar. No tardamos mucho en llegar y como sospechaba mi padre está sentado en la misma mesa de siempre. Pero hoy tiene dos tazas de café sobre la mesa, igual está acompañado.
Me acerco con cautela pero el parece tener ojos en la espalda.
— Niña creí que no venías, tu café debe de estar frío, siéntate no me gusta ser el único sentado.—
Me siento a su lado, justo en frente toma asiento Alesso.
— De saber que vendrías acompañada habría pedido otro café.—
— No importa yo estoy bien así.— responde Alesso de inmediato.
— Bueno yo cumplí mi palabra, me excuse con mi esposa y me quedé en casa, ahora cuéntame lo que descubriste porque se que fuiste, tu siempre has sido demasiado curiosa, me recuerdas tanto a tu madre...—
— Papá no estoy segura del todo y por otra parte quizás no me creas pero ayer murió un hombre en esa fiesta y fue a manos de Margherita, papá ella mantiene relaciones con otros hombres...— suelto al fin quitándome un gran peso de encima.
Mi padre da un suspiro, coge la taza y da un sorbo a su café.
— Hablar contigo de estás cosas me resulta un poco incómodo, Margherita tiene un apetito insaciable y unos gustos un poco extraños. Al principio la entendí y fui participe de muchos de sus escarceos. Pero algo cambio ella se metió con gente extraña, con creencias extremistas, está noche no ha dormido en casa y para que engañarte apenas si viene cambia su vestido y se vuelve a ir. Ya ni se ocupa de sus hijos.—dice con la voz entrecortada y la mirada triste.
— Lo siento mucho papá, yo...—
— Tu, nada. No eres culpable de nada, durante un tiempo he sido feliz a su lado y ahora tengo a tus hermanos y a ti para sonreír. Prométeme que si muero pronto cuidaras de ellos, estoy seguro de que a tu lado se convertirán en hombres de bien.—
— Papá, no pienses en que voy a dejar que te mueras pronto! Pero claro que cuídate a mis hermanos eso no tienes ni que preguntarlo.—
— Quién murió por mi anoche?—
— El bibliotecario...—
Mi padre asiente y deja su mirada perdida por un momento, creo que sabe mucho más de lo que dice pero no desea compartirlo todavía conmigo. No lo culpo y menos lo juzgo no debe de ser fácil reconocer y decirme todo lo que me ha soltado en estos momentos.
Seguimos conversando por un rato más, por un momento olvidó que estoy en la calle y que alguien nos puede reconocer. Simplemente estoy cómoda.
Antes de irnos mi padre se acerca a nosotros y le entrega un sobre negro lacrado, yo lo miro extrañada.
— Ayer un mensajero lo trajo a casa, dijo que era para ti. Siento no habértelo dado antes, perdona a tu viejo padre que ya olvida cosas.—
Nos marchamos de allí, volvemos a la casa de mi tía por el camino largo, nos hemos encargado de ser discretos, también hemos conseguido que nos lleven nuestras cosas a casa de mi tía.
Lo primero que hago es mandarle el dinero a esa señora tan buena, solo deseo que se encuentre bien y que por nada del mundo haya pagado con su vida el habernos ayudado.
Después de cenar me preparo para dormir y hoy si digo dormir! estoy tan cansada que por mucho que desee el contacto de mi marido mi cuerpo está reticente.
Alesso se tumba a mi lado y acaricia mi espalda, de repente veo el sobre negro sobre la cómoda, como puede ser que lo haya olvidado! Me levanto y cojo y lo rasgo, saco un papel doblado de si interior y un mechón de cabello.
Queridos duques se acabó el jugar a gato y al ratón, ya estoy cansado. Tenéis cinco días para llegar al Puente de Rialto, cuando el sol este en lo más alto. Si no venís vuestro hijo pagará por vuestros actos.
Doy un grito, Alesso se levanta de golpe y me quita la carta de las manos.
Qué se supone que hemos hecho? Que se supone que sabemos? Si desde que empezamos con toda esta basura, no hemos hecho nada más que dar palos de ciego. Quizás hayamos descubierto algo que desconocemos? Pero tan importante es para quitarnos y amenazar con la vida de lo que más amamos?
Si esa o esas personas tienen a Leonardo quizás también tengan a mis suegros, oh quizás ellos estén...
— Partimos al amanecer hacia Milán, desde allí viajaremos a Venecia. Nadie se atreve a amenazar con la vida de mi hijo y queda impune.— dice Alesso enfadado.
Me abrazo a él y lo único que puedo hacer en estos momentos es llorar, nunca debimos aceptar ayudar a ningún bando.
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Matrimonio por contrato
RomanceItalia 1807 El papa Pío VII tiene un nuevo capricho casar al hijo díscolo de los duques de Milán, con una señorita de intachable virtud. Cuál es su sorpresa al conocer a Francesca hija de su mayor proveedor de vino, ella es la indicada, católica, be...