Capitulo 7. Tu quién eres?

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No creo que pudiera ser más feliz de lo que ahora soy, hace unos meses nació mi hijo mi pequeño Leonardo es un niño precioso y muy bueno mi suegra dice que es igual que Alesso, bueno a mí me da igual lo único que se es que es mío.

Mío para amar, mío para cuidar, mío para proteger...

Durante estos meses he entablado una buena relación con mis suegros. Hasta que punto es buena que al final me abrí con ellos y les conté sobre mis negocios. Pensé que se echarían las manos sobre la cabeza pero en vez de eso mi suegro decidió ser mi socio en un nuevo negocio.

Ahora somos los dueños de unos viñedos con su consiguiente bogeda. Las cosas no podrían marcharnos mejor en unos días empezaremos con la vendimia.

Estoy pletorica a penas si tengo tiempo para mí pero soy feliz con mi hijo y mis negocios. No puedo negar que aveces siento añoranza al ver a las parejas juntas. Pero en fin quizás sea más feliz así que muchos matrimonios.

También me atreví a escribir una carta a mi padre por el nacimiento de su nieto, evidentemente omití bastantes cosas de la realidad. Esperaba que viniera raudo para verme y conocer a mi pequeño Leonardo pero de eso han tres meses y solo he recibido una carta de su parte. En ella me explicaba que Margherita se encontraba de nuevo embarazada y su estado no le permitía viajar por el momento.

No niego que me sentí desolada, podría haberla dejado por unos días y haber venido. Pero en fin esto es lo que hay para bien o para mal.

He terminado de alimentar a Leonardo lo dejo con mi suegra y María y me voy al campo, desde que se enteraron de mi embarazo han estado quedándose muy de seguido.

También me contaron que por fin le dieron un ultimátum a Alesso o hacia algo con su vida o no volvería a recibir ni una moneda. Y por lo que parece a comenzado a interesarse por los negocios familiares y está comenzando a trabajar.

No tardó demasiado en llegar al viñedo, bajo de mi caballo y compruebo que toda la uva a granado perfectamente, mañana comenzarán la recolección los temporeros.

Estoy agachada cuando escucho una voz a mi espalda.

— Señorita qué se supone que hace en mi propiedad?—

Me levanto del suelo y observo a él caballero en cuestión. El alto de cabello dorado y profundos ojos verdes. Lleva una barba de varios días, pero en vez de hacerle parecer poco higiénico lo hace parecer más viril incluso sexy...

Pero en qué demonios estoy pensando, saco esos pensamientos de mi cabeza y me dirijo educadamente.

— Lo siento caballero anda usted equivocado estas tierras son mias debe de haberse confundido...—

— No creo estarlo.—

— Está bien, entonces le ruego me acompañe hasta mi casa y allí podré mostrarle el título de propiedad y los derechos de viña.—

— No es necesario, supongo que debe tener razón hace varios años que no vengo al campo debo de haber confundido el terreno.—

— Veo que no lleva anillo de casada, y si me dice que usted es la propietaria tampoco debe de tener padre...—

Esas palabras me encienden, maldita sociedad en la que la mujer solo sirve para dos cosas calentar la cama de su esposo y cuidar de los hijos.

No es de su incumbencia caballero, si me disculpa tengo asuntos que requieren mi tiempo. Tenga buena tarde.— respondo y me subo a mi caballo.

— No me dirá al menos su nombre bella dama?—

— No antes que usted osado caballero...—

— Enrico Salieri...—

Escucho como dice su nombre y apellido. Volteo mi cabeza y digo mi nombre y apellido sin pensarlo.

— Francesca Sforza...—

De camino a casa, me doy cuenta de mi error nunca debí de decir quién soy. He puesto en riesgo la seguridad y la privacidad de mi hijo. Aunque tengo el apoyo de mis suegros. Si Alesso quisiera llevarse a Leonardo nada podría impedirlo. Sin Leonardo mi vida no vale nada, tengo que tener mucho cuidado y por lo más sagrado no dejar que nadie sepa de su existencia.

— Niña a que viene esa cara?— dice Lorenza preocupada.

— Madre, he conocido a un hombre en el campo su nombre es Enrico Salieri. Sin darme cuenta le dije mi nombre y apellido. Siento que te cometido un error.—

— Gracias por llamarme madre, no sabes lo feliz que me haces siempre desee tener una hija y ahora la tengo gracias a ti. Y bueno tenemos un pequeño problema pero no creo que vaya a mayores, el y mi hijo fueron amigos pero algo les sucedió hace unos años desde entonces están distanciados.—

— Entonces no le dirá nada, eso es un alivio.—

— No creas Francesca, en cuanto averigüe que no vives con tu marido intentara robarte... Siempre han deseado lo que el otro tenía. Siento que ya comienzan nuestros dolores de cabeza.— dice Lorenza llevando sus manos sobre su cabeza.

— No se preocupe madre, yo nunca le faltare el respeto a Alesso, hice una promesa ante Dios y que el no la haya cumplido no significa que yo vaya a romperla — digo sonriendo pero con una tristeza que embarga mi corazón, las cosas podrían ser tan distintas a como lo son ahora.

**

Han pasado varios días desde el encuentro con ese caballero, gracias a Dios no lo he vuelto a ver.

Hoy tengo que acercarme a el pueblo, faltan bastantes cosas ya, así que no puedo dilatar más mi visita.

Llegó al pueblo y puedo ver qué hay más gente de lo habitual. Escucho decir a la gente que se celebra la fiesta de San Luis.

Me doy toda la prisa que puedo, no necesito llamar la atención de nadie. En una hora aproximadamente ya lo tengo todo. Con todo lo que he comprado no tendre que volver hasta al menos dos meses después.

Los empleados colocan todo en la carretera, es hora de regresar. Comienzo a escuchar música. En otras circunstancias no me hubiera importado quedarme en la celebración. Pero hoy no será el día.

— Tiene tendencia a desaparecer señorita, bueno quiero decir señora.— dice Enrico a mi espalda.

Matrimonio por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora