Capitulo 28. Desesperación

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Un sin fin de pensamientos y todos negativos se agolpan en mi ser. Todo era una trampa para poder atrapar a mi esposo! Pero no solo eso me preocupa, creo que aquí Alesso, junto a Leonardo eran simples peones prescindibles en esta partida.

Aquí yo soy la reina, la que puede hacer un jaque y ganar la partida. Pero porque tanto interés en mi, que puedo resolver yo para que haya sido necesario secuestrar a mi hijo y ahora a mi esposo. Eso es lo que de verdad me tiene la cabeza hecha un lío.

No tengo familia aquí y tampoco conocidos mi familia está en Florencia y de mis suegros no sé nada, si tan solo hubiera preguntado? Si tan solo ni hubiese sido tan impulsiva, quizás las cosas serían de otro modo.

Espero que lo necesiten de mi no exija correr peligro, no puedo exponer de ningún modo a Leonardo pero tampoco puedo dejar a su suerte Alesso.

Alimento a mi hijo y lo acuesto, pienso en las cosas que ha tenido que experimentar a su corta edad...

Tengo que poner en orden mis ideas, no niego que he pensado en alertar a la policía pero no creo que mejorarán las cosas, por otra parte.

En fin no hay mucho que pueda hacer, por el momento solo puedo esperar hasta que decidan ponerse en contacto conmigo.

Dos días más tarde...

Está situación me está comenzando a desesperar, hace dos días que se llevaron de mi lado a Alesso y no he recibido ni una sola noticia, no sé si se encontrara bien o por el contrario le habrán hecho daño. Borro esa idea de mi mente de inmediato cojo a Leonardo en mis brazos y salgo a la calle con él.

Cuando va a terminar esta dichosa fiesta! Me golpeó con la gente al caminar, un señor me da tal empujón que estoy a punto de caer. Miro a Leonardo y compruebo que está bien, veo que juega con un papel entre sus manos se lo quito y lo miro.

Cuando el reloj de la catedral toque las doce en la plaza de San Marcos deberás estar. Allí recibirás la próxima señal.

Al menos tengo algo claro no pueden ser las doce de la mañana porque ya han pasado pero es demasiado tarde. Que haré con Leonardo, no puedo llevarlo puede ser demasiado peligroso pero tampoco lo puedo dejar solo.

Vuelvo a la pensión, la dueña muy amable me pregunta el porque de lo desazón. Le respondo que mi esposo anda en problemas pero no puedo ayudarlo por que no tengo con quien dejar a mi hijo.

Ella se ofrece a cuidarlo el tiempo que sea necesario, ando en un dilema y si me fío de ella y me lo roba o le hace cualquier otra cosa...

Después de pensarlo durante toda la tarde, he decidido dejarlo con ella, no es como si tuviera más opciones. Así que acuerdo un pago pero ella se niega. Le explicó que igual mañana me deberé de ausentar unos días y necesitará dinero. Pero aún así ella me dice que si necesita dinero me lo pedirá a mi vuelta por el momento se conforma con la compañía de mi hijo.

Me siento la peor madre del mundo, no ha cumplido un año y ya lo he dejado más veces de las que puedo recordar.

Me despido de mi hijo, lo beso y lo abrazo, le prometo que está será la última vez que lo deje solo. Salgo de la pensión, me cubro la cabeza con la capucha de mi capa, volteo mi cabeza y suelto una lágrima. Nunca pensé que tuviera que pasar por esto y sola.

Llegó a la plaza, aún faltan unos minutos para las doce. Pensaba que a estas horas ya no habría nadie por la calle pero estaba equivocada. Todavía hay bastante gente por las calles pero dudo que sean de moral intachable.

Me siento en las escaleras y espero a que toquen las campanas, cuando suena la última campanada alguien se para delante de mi. 

Me levanto apresurada y el levanta una mano para que no me mueva.
Lleva una maldita máscara y cubre su cabeza con una capucha.

No dudaba de tu integridad, voy a ser rápido y conciso. Lo que mis amos desean es que encuentres para ellos el Santo Grial...—

— Esto es un tipo de broma? Porqué no es gracioso...—

— No estoy para estas cosas, todo es muy real. Tiene una semana para dar con el paradero. Una vez haya concluido la semana nos citaremos de nuevo aquí a la misma hora.— dice y comienza a caminar.

— Como puedo saber que Alesso está bien? Y mis suegros ellos también están con Alesso?— digo alzando la voz.

El se voltea levemente y contesta pero sin mirarme.

— A lo primero cuestión de fe y a lo segundo no estoy autorizado para responder.—

Maldito hipócrita! Tengo que hacer un trabajo y no sé si mi esposo está bien, tampoco me han entregado una prueba de vida. Cada vez odio más está situación.

Vuelvo a la pensión, busco a la señora y me indica que Leonardo está dormido, por lo que lo dejo dormir, mañana comienzo el trabajo así que me levantaré temprano.

El primer lugar que debo visitar es la biblioteca, espero que aquí no haya restricciones por género. Siempre se ha comentado que Venecia va un paso por delante con el resto de Italia.

Ojalá sea así, una mujer sola puede llegar a tener muchos problemas pero no es como si tuviera a un hombre para poder acompañarme.

Me meto en la cama y repaso las palabras de ese hombre, por lo que puedo deducir es que el no es el que manda, ha dicho amos por lo que es un hijo y un padre o es un matrimonio.  Hay algo que me inquieta, para que quieren esa reliquia? Y otra cosa más. Quién se piensan que yo soy yo! Me considero inteligente eso por supuesto pero nunca he sido una aventurera y menos una buscadora de tesoros...

Matrimonio por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora