Diez años más tarde...
Durante todo este tiempo hemos llevado una vida tranquila, alternando nuestro tiempo en Milán y en Francia.
En algunos momentos de mi vida he llegado a pensar que nuestra vida se ha vuelto un tanto aburrida y monótona. Pero en fin es esto o volver a pelear por nuestras vidas, luchar con sectas secretas o con locos asesinos.
Alesso cada día se parece más a su padre ha cambiado tanto, poco o nada queda de aquel hombre con el que me case por orden papal.
Me ya demostrado su amor, fidelidad y comprensión a lo largo de los años. Yo sigo siendo la misma rata de biblioteca que era.
Pero ahora sí, soy considerada la mayor Mecenas de toda Italia. Ayudo a conservar todas las obras de arte y escritos importantes.
Mis hijos ya están crecidos, poco queda de aquellos niños traviesos. Ahora los dolores de cabeza me lo provocan de otro modo. Atrás quedó romper un vidrio con una pelota o poner una rana en la cama de la señora Perkins...
Estoy realmente aburrida, es un día caluroso y no hay nadie en casa. Por lo que decido que es buen momento para salir y dar un paseo.
Camino por calles casi desiertas, no es normal que a estas horas del día y en esta época del año no haya nadie paseando por las calles, ni disfrutando de los parques.
No sé esto es raro, continúo con mi paseo en soledad, llegó hasta una callejuela está me recuerda mucho a las calles de mi Florencia, siento que nunca encontraré un lugar tan perfecto para vivir como aquél.
En fin aquí soy feliz también tengo todo lo que quiero y necesito.
Comienzo a escuchar voces, el criterio de la muchedumbre cada vez se hace más presente. Me acerco despacio y observo la escena con atención.
Me encuentro en La Piazza del Duomo es la plaza principal de Milán. Está dominada por la Catedral de Milán, de la que recibe su nombre. La plaza marca el centro de la ciudad, tanto en sentido geográfico como por su importancia artística, cultural y social...
En medio de la plaza hay un patíbulo, en el centro de él hay un verdugo con la cabeza cubierta con una capucha negra. Veo en la distancia como dos guardias suben a un hombre y a una mujer al centro de la tarima.
De un momento a otro el hombre se arrodilla y apoya su cabeza en un pedestal. Bueno al menos eso es lo que creo ver desde aquí.
El verdugo levanta un hacha y de un momento a otro el reina Sido decapitado. No necesito seguir viendo. Que pecado tan grave habrán cometido para recibir un castigo tan desmesurado?
Escucho a dos señoras mayores comentar el porque del destino de esos pobres desgraciados. Su falta es el adulterio!
Ella estaba casada con un viejo, por lo visto fue obligada a casarse por una deuda del padre, ella se enamoro de un trabajador de la casa y bueno pues el señor los termino pillando. Que hizo después pues denunciarlos ante la iglesia.
Y en la época que vivimos la iglesia es la ley. La que juzga y decide sobre el destino de todo ciudadano italiano.
De repente ya no tengo ganas de seguir paseando, los últimos acontecimientos me han quitado las ganas de todo. Qué triste que dos personas tengan que ser juzgadas por amarse. Al menos se fueron juntos de este mundo.
Vuelvo a casa y me encuentro a Alesso leyendo una carta. Está tan absorto en la lectura que no se da cuenta de mi llegada.
Carraspeó un par de veces, nada que no se entera. Me acerco a él y tocó si espalda. Este al sentir mi contacto pega un salto sobre el sillón.
No puedo reprimir la risa y menos las lágrimas. Por nada del mundo quiero reírme de él. Pero es que ha resultado ser una reacción tan inesperada. No pensé que por tan poco se fuera a asustar.
Me mira de mala gana, me acerco y dejo un dulce beso en sus labios. Al instante cambia su semblante.
Ya no está enfadado conmigo, me asomo para ver el contenido de su lectura. De veras tiene que ser algo interesante para que no se haya enterado de mi presencia.
El al ver lo curiosa que soy tapa la carta y la mete en un sobre.
Eso no hace otra cosa nada más que enfadarme, creía que él y yo ya no teníamos secretos. Creía que nos contábamos todo! Pero ahora recibe una carta y de golpe decide que no necesito conocer el contenido.
Este no sabe con quién se está jugando el pan! Parece mentira que no sepa todavía quien es Francesca Sforza!
No le vuelvo a preguntar, y a sus ojos pierdo el interés por esa carta! Pero nada más lejos de la realidad. Solo tengo que esperar el momento oportuno para hacerme con la carta.
Y es el momento se dará esta noche, si se cree que no sé jugar va muy equivocado.
La noche tarda en llegar más de lo esperado, será por mis ansias de saber el contenido de esa carta. Intentó quitarmelo de la cabeza, lo más seguro es que se trate de algo trivial, y que Alesso este jugando conmigo. Pero ya no me puedo echar atrás.
Además esto está resultando muy divertido y más que lo será dentro de unos minutos.
Alesso llega a la habitación, comienzo haciéndole cariñitos. Le ayudo a desvestirse y lo empujó hasta la cama. El parece sorprendido pero a la vez está encantado.
Siempre le ha gustado mi vena autoritaria.
Saco dos pañuelos y ató sus muñecas con fuerza al cabecero de la cama, una vez que lo he inmovilizado es el momento perfecto para pedirle la carta.
Es gracioso como el gran duque de Milán, ha sido reducido por una mujer. Bueno no una mujer cualquiera!
Se queja, me amenaza y me me grita un poquito. Al final me dice que la carta está en el bolsillo de su pantalón.
Me acerco a su pantalón y efectivamente la carta está allí, la desdobló y comienzo a leer:
Estimados amigos...
No puedo explicar mucho por esta vía. Solo que os espero en Perú...
Allí he encontrado un hallazgo muy importante y con gran relevancia para la humanidad.
Atte. XXX
— No puedes estar pensando en ello! Estamos retirados Francesca.—
— Mmm... pero el pobre necesita nuestra ayuda. Qué tipo de cristianos seríamos si se la negáramos!—
— Francesca, si ni siquiera se identifica! —
— Bueno, bueno... quizás una última aventura no nos vendría mal.— respondo y me subo sobre él. Comienzo a moverme sensualmente y noto como su excitación crece.
— Está bien, iremos donde tú quieras! Pero no me dejes así, por favor!— dice Alesso en tono suplicante.
— Te amo...— respondo y besó sus labios.
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Matrimonio por contrato
RomanceItalia 1807 El papa Pío VII tiene un nuevo capricho casar al hijo díscolo de los duques de Milán, con una señorita de intachable virtud. Cuál es su sorpresa al conocer a Francesca hija de su mayor proveedor de vino, ella es la indicada, católica, be...