Ha pasado una semana desde que Alesso llegó a la casa de campo, durante estos días a sido amable conmigo y cariñoso y atento con Leonardo.No he vuelto a saber nada de Enrico desde el día de la pelea, pero algo me dice que esto es solo la calma que precede a la tormenta.
Mis suegros se han marchado está mañana, creo que han puesto solo una excusa para dejarnos solos, se que lo hacen por nuestra felicidad pero no sé si me felicidad está junto a él en estos momentos.
Quizás debería abrir un poco mi mente y perdonar...
Después de la comida dejo a Leonardo en su cuna, le indico a María que estaré una horas fuera ya que tengo que ir con José a cerrar varios negocios.
— A dónde vas?— dice Alesso desde la escalera.
— Tengo unos negocios que cerrar en el pueblo.— digo sin caer en la cuenta de que el desconoce mis empresas.
— Cómo que unos negocios? Qué tipo de negocios?— dice enfadado.
— No tengo tiempo para narrarte todo lo que he hecho en todos estos años, acaso me creias una de esas estúpidas damas? Pues no querido yo he conseguido prosperar o que piensas que en todo este tiempo me he mantenido por el aire.—
— Pero yo soy el hombre de la casa, yo tengo que proveer...—
— Alesso no sigas, su quieres puedes acompañarnos pero te pido tranquilidad y sobre todo silencio. Si me estropeas esto no te lo perdonaré jamás!—
Dice algo en voz baja y coge su sombrero. Viajamos en el carro, no se le ve demasiado cómodo. Eso me resulta gracioso mi refinado esposo solo viaja en carruaje y alguna vez a caballo.
Llegamos al pueblo al bajar de la carreta Alesso pisa un gran charco de barro y ensucia sus bonitas botas, lo escucho maldecir y eso me produce risa, este me mira disgustado. Por un momento me siento culpable así que le prometo comprarle unas botas nuevas, esto no hace más que enfadarlo más de lo que estaba ya.
Pues vaya que pronto se ofende, que esperaba que fuera una insulsa mujercita que dependiera siempre de un hombre para sobrevivir?
Consigo cerrar todos los negocios, también cobramos beneficios de otros tantos. Estoy feliz con ese dinero podremos pasar cómodamente el invierno y podré comprar más viñedos.
— Señora me tengo que marchar, no se preocupe me lleva uno de los vecinos. No me gusta dejar a María tanto tiempo sola.—
— Está bien José, nosotros regresaremos en un rato todavía tengo que hacer algo más.—
Termino de hacer mis recados, por lo tanto es hora de volver. No lo sabe pero le he comprado unas botas nuevas, cuando se acueste se las dejaré cerca de la cama.
Montamos en la carreta y cojo las riendas, Alesso de nuevo muestra decepción en su cara. Amablemente se las ofrezco y el las coge gustosamente pero con cara agria.
Creo que le he dado en dónde más le duele a un hombre, en su hombría.
Lo normal es que el hombre sea el que cuide de su familia pero en este caso soy yo la que lo hago y supongo que eso hiere su orgullo.— Cuántos negocios tienes? Y quién te ha prestado el capital?— dice durante la cena.
Cómo no lo ha dicho de malas formas le voy a responder.
— Yo tenía un dinero guardado, de mi madre y de mi abuelo. Además tú padre es socio en varios de mis negocios.—
— Reconozco que te había subestimado, no eres solo una cara bonita, eres muy inteligente y capaz para los negocios.—
Es la primera vez que me da un cumplido, no lo esperaba eso me hace entrar en shock, porque una a decir algo bueno de mi persona.
— Gracias...— atino a decir después se un rato.
Es hora de dormir como todas las noches desde que llegó aquí, el duerme en una cama y yo en otra. Estamos acostados yo miro por la ventana el cielo estrellado.
— Francesca puedo acompañarte a ver los viñedos, me gustaría aprender y poder ayudarte.— .
Esas palabras hacen que me siente de golpe en la cama perpleja, seguro que no he escuchado bien.
Alesso Sforza pidiéndome permiso a mi! De verdad que a este hombre le ha debido de ocurrir algo quizás un golpe en la cabeza o tal vez un accidente.
— Francesca vas a responder porque veo que estás sentada y despierta.—
— Si, puedes acompañarme si lo deseas.— dice un poco atropelladamente.
Cierro mis ojos y me quedo dormida un poco después tratando de asimilar cada una de sus palabras. Me despierto cuando noto como alguien besa mi frente. Pero no abro los ojos, los mantengo cerrados.
— Siento todo el dolor que te he causado, pero eso no volverá a pasar jamás. Pasaré el resto de mis días enmendando mis errores.— dice Alesso en un susurro.
El sol entra por la ventana, es hora de ponerme en pie, hoy será un largo día y cuanto antes lo empiece antes lo acabaré. Me aseo y arreglo a Leonardo, bajo a desayunar y Alesso ya está allí sentado. Miro sus pies y veo que no se ha puesto las botas nuevas.
— Siento que no te guste mi regalo pero es lo más práctico para ir al campo aún así eres libre de no quererlo, si no te gusta se lo puedo regalar a...—
— Enrico, claro el si es merecedor de tus atenciones.— dice enfadado.
— José, ese nombre iba a decir y deja de lado esos estúpidos celos porque de verdad no te pegan nada.— digo pinchando con el tenedor un trozo de manzana.
Después del desayuno dejo todo arreglado para Leonardo, está vez cogeremos los caballos esos caminos están muy dañados para las ruedas del carro. Tengo que conseguir una audiencia con el gobernador de estas tierras, necesito que arreglen estos caminos, me retrasan demasiado en las entregas y los jornaleros pierden bastante tiempo en llegar.
Estoy pensando en algo, no quiere arreglar las cosas, pues igual me va a ser más útil de lo que en un principio creí. El será el que pida la audiencia y vaya en mi lugar. Que hombre en su sano juicio no querría recibir al futuro Duque de Milán.
Le pido lo que necesito y este accede pero no me promete nada, el gobernador de estas tierras es el padre de Enrico y por lo que se con el tampoco se lleva demasiado bien.
No aguanto más y al fin le pregunto el porque de su disputa. El suspira y termina confesándome que tuvo una noche de intimidad con la esposa del que era hasta entonces su mejor amigo. También me dice que está no es su madre biológica sino que es su segunda esposa y apenas dos años mayor que él.
Esto se pone interesante, en lugar de sentirme celosa, ahora lo que estoy es intrigada y curiosa por conocer a esa dama. Creo que igual yo también voy a esa audiencia.
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Matrimonio por contrato
RomanceItalia 1807 El papa Pío VII tiene un nuevo capricho casar al hijo díscolo de los duques de Milán, con una señorita de intachable virtud. Cuál es su sorpresa al conocer a Francesca hija de su mayor proveedor de vino, ella es la indicada, católica, be...