Beatrize está bellísima con ese vestido color hueso, su cabello está adornado por una pequeña tiara y luce perlas. Ella se negaba a aceptar mis regalos pero no le sirvió de nada. No sabía lo cabezota que puede llegar a ser Francesca Sforza.Llegamos a la pequeña iglesia yo paso agarrada del brazo de mi padre y lo dejo en el altar, unos minutos después la música suena y la novia llega del brazo de Alesso, hay muy pocas personas en la ceremonia, cosa que es normal ya que mi padre aquí lleva un perfil bajo y no conoce a mucha gente.
La ceremonia es corta y muy bonita, no como la mía que se hizo eterna. A mí también me hubiese gustado casarme con el amor de mi vida en una pequeña iglesia acompañados de un puñado de invitados.
Cuando el padre dice puede besar a la novia la iglesia entera comienza a aplaudir y los niños tapan sus ojos con verguenza.
En el jardín de la casa he preparado una pequeña recepción, mi padre está tan feliz no se esperaba esto de ninguna de las maneras, reímos, comemos, bailamos y sobre todo disfrutamos de la fiesta.
Cuando ya ha entrado la tarde me dirijo hasta mi padre con dos boletos y una pequeña bolsa de dinero.
— Tienen una semana, pueden elegir el destino, las maletas están en el carruaje y no te niegues porque no vas a renunciar a tu luna de miel.—
Mi padre se acerca y me abraza, lo mismo hace ahora mi nueva madre, les deseamos felicidad y los despedimos con la mano.
— Podrías haberles dicho que el regalo era tuyo, pensaran que fui yo la de la idea de regalarles una luna de miel...— le digo al hombre que tengo a mi espalda.
— Sabes que no me importa el reconocimiento, solo quiero que ellos tengan lo que nosotros no tuvimos—
— Dónde ha quedado el hombre con el que me casé?—
— Murió y no va a regresar jamás— dice besando mi cuello, esto hace que se me erice la piel.
— Me separo de él y le digo es hora de cuidar a cinco niños querido—
***
Hace una semana que volvimos a casa y ya los echo de menos, he prometido que volveremos en navidad, así que aún faltan ocho meses para eso pero menos es nada al menos los podré volver a ver, seguro que a mí vuelta hay otro pequeñin en la casa en camino.
Los días pasan tranquilos, la salud de mi suegro es muy buena, atrás quedaron los días en los que estaba al borde de la muerte.
— Qué haces Alesso, que tramas al tapar mis ojos?—
— Shhh... No hagas ruido es una sorpresa.—
Camino cogida de su mano, me levanta y me sienta en lo que creo que es un carruaje, pasados unos minutos quita la venda de mis ojos, miro por la ventana y veo como nos alejamos de Milán.
— A dónde me llevas?—
— Si te lo decía habrías dicho que no , así que lo mejor fue no decirte nada—
— Pero de que estás hablando? Sabes que no me gustan las sorpresas...—
— Si lo se, eres una maniática del control.—
Esto hace que le haga una nueca y pellizque su brazo.
— Vamos de luna de miel, ya estás contenta.— dice tocándose el brazo donde lo he pellizcado.
— Pero porque ahora ya hace más de tres años que nos casamos...—
— Y porque no! Te mereces tener una luna de miel y muchas más cosas de las que te prive en su momento.—
— Sabes que eso ya está perdonado, es parte del pasado.—
— Ves como eres más de lo que merezco por eso tengo que esforzarme cada día para que tú corazón siga siendo mío.—
Me acerco más él y lo abrazo, no necesito que haga esas cosas por mi yo ya soy feliz a su lado, me siento amada y tengo una familia perfecta.La noche cae y nosotros seguimos de viaje, así para un día más, si odio viajar es por estar tanto tiempo dentro del carruaje. Al segundo día veo una gran cúpula asomar en el horizonte. Ya no necesito saber hacia donde nos dirigimos.
Roma, Roma es nuestro destino. Porqué elegiría este lugar no digo que Roma no sea un lugar bonito y con encanto pero aquí también se hayan aquellos por lo cuáles casi perdemos la vida en sendas ocasiones.
En fin no diré nada y me dejaste llevar, no creo que por volver aquí vaya a pasar algo malo.
Nos alojamos en una pensión muy bonita, no creo que sea barata porque la decoración no es la típica además las vistas no podrían ser mejores desde aquí se puede ver el Coliseo.
Cuanta historia guarda la ciudad eterna, cuantas obras de arte y cuántas tragedias...
Nos aseamos un poco y salimos a pasear, me gusta la gente de aquí, son muy parecidos en carácter a los florentinos, me encanta pasar desapercibida no ser mirada con desdén por ser de alta sociedad, sin darme cuenta llegamos a la Fontana de Trevi, veo como una pareja lanza una moneda al interior de la fuente, eso me produce curiosidad.
Alesso me entrega una moneda y me susurra al oído que la lance y pida un deseo.
Deseo, deseo que todo se quede como está ahora mismo...
— Qué deseo has pedido?— pregunta Alesso curioso.
— Los deseos no se cuentan, sino no se cumplen.— respondo sonriendo.
Nuestra siguiente parada es el Panteón, es el único edificio que se conserva intacto, ojalá próximas generaciones lo puedan disfrutar también.
Estamos en el interior, a esta hora hay pocos curiosos, Alesso me sitúa en una esquina y me dice que me quedé quieta.
— Sabes que hoy es el mejor momento para visitar el Panteón es 21 de abril, además es la fecha en la que se celebra el aniversario de la fundación de Roma. En esta época, el sol de mediodía se alza vertical y sus rayos penetran por el óculo de la cúpula. Hace siglos, con motivo de este acontecimiento, los emperadores paseaban con toda pompa bajo la cúpula como si los hubiera invitado el mismísimo Apolo, el dios romano del sol. Además mira dónde impacta el rayo de luz.—
Desde cuándo este hombre sabe tanto, comienzo a seguir el rayo de luz y este justamente impacta en el suelo, me agachó y limpio con mi mano la inscripción en la piedra, su no fuese por el rayó de sol no creo que me hubiese fijado jamás en esto.
Sub gradibus Plaza de España invenies numisma
— Qué dice?—
— Qué bajo las escaleras de la plaza de España encontraremos el medallón oculto, o algo similar— respondo nerviosa, que hago descifrando de nuevo si yo estoy de luna de miel.Alesso me mira divertido, yo en cambio niego con la cabeza. De verdad quiere que comencemos otra vez una búsqueda del tesoro, en serio es que no ha aprendido nada de nuestras aventuras, más bien desventuras.
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Matrimonio por contrato
RomanceItalia 1807 El papa Pío VII tiene un nuevo capricho casar al hijo díscolo de los duques de Milán, con una señorita de intachable virtud. Cuál es su sorpresa al conocer a Francesca hija de su mayor proveedor de vino, ella es la indicada, católica, be...