Capitulo 32. Enfermedad

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Estamos de regreso a Millán, al fin puedo respirar tranquila. Al menos por el momento, ahora lo primordial es saber que mis suegros están bien, después escribiré a Florencia por desgracia allí ahí muchos cabos por atar.

El camino está resultando muy pesado, mi cuerpo ha pasado por demásiado en poco tiempo, me reconforta saber que mi esposo y mi hijo están bien y conmigo.

***

El carruaje acaba de parar en la casa de mis suegros, aún no hemos decidido donde vamos a hospedarnos mientras estemos aquí, tenemos una casa propia pero no me trae buenos recuerdos y lo que menos me apetece en estos momentos es volver allí.

El mayordomo sale a recibirnos lo que es una buena señal, Alesso lleva en brazos a Leonardo, es una imagen tan tierna después de todas las cosas desagradables que quiero grabar las cosas buenas en mi retina.

Pasamos y mi suegra sale a recibirnos, es como si en todo este tiempo sin verla hubiese envejecido diez años. Cuando anda se le nota una leve cojera.

Abraza a su hijo y a su nieto primero y después lo hace conmigo. Alesso le pregunta por su padre, el semblante de Lorenza cambia al instante de color.

Nos indica que la acompañemos hasta la habitación, al abrir la puerta nos envuelve la oscuridad, apenas si hay dos velas encendidas y las cortinas están cerradas.

— Padre cómo te encuentras? Qué es lo que ha pasado?—

Su padre comienza a toser, Lorenza le entrega un pañuelo y al retirarlo de su boca veo como este está manchado de sangre.

— No creo que salga de esta, el doctor ha dicho que mi hígado está muy dañado a causa de los golpes... Me alegra mucho volver a veros, siento que nos quitarán a Leonardo, no pude o no supe protegerlo...—

— No lo sientas padre, todo está bien ahora y esos mal nacidos ya no harán daño a nadie nunca más.—

— Dejemos que descanse un rato, después vendrá su ayuda de cámara y lo ayudará a bajar al comedor.—

Salimos de la habitación  veo como Alesso está muy afectado, Lorenza coje a Leonardo y lo lleva a merendar, nosotros salimos al jardín y nos sentamos en la mesa exterior en unos pocos minutos la doncella trae café y dulces.

— No voy a dejar que muera Francesca, buscaré a los mejores médicos del país, no puedo dejar simplemente que muera así.—

— Nadie dice que lo hagas, pero prométeme que llegado el momento aceptarás su decisión sea cual sea.—

Asiente con la cabeza pero no lo veo para nada convencido. No puedo decir nada más, este es un golpe muy fuerte para él en estos momentos, su referente está postrado en una cama rozando a la muerte.

***

Pasamos los siguientes días buscando a los mejores médicos, hemos mandado varias cartas ahora solo debemos ser pacientes y esperar las respuestas.

También yo he escrito a mi tía y a mi padre, espero que su respuesta llegué en los próximo días, por el momento no puedo viajar no quiero dejar a Alesso solo, primero debemos de resolver lo de la enfermedad de su padre y después vendrá todo lo demás.

Llaman a la puerta la doncella está ocupada con la cocinera la veo limpiarse las manos y amablemente le pido que siga con su tarea, me dirijo a la puerta, abro la puerta y me encuentro a un mensajero este me entrega cuatro sobres dos provienen de Florencia y los otros dos de Roma y de Sicilia.

Vale los de Florencia seguro que son para mi, los cojo y los guardo en el bolsillo de mi mandil de jardinería, con los otros dos en las manos me dirijo y al despacho de Alesso. Temporalmente ha ocupado el de su padre, desde que hemos vuelto el se ha hecho cargo de las obligaciones que acarrea el título además de los negocios, esos también incluyen los míos.

Ojalá y esto termine pronto y pueda volver al campo para comprobar de primera mano que todo marcha perfectamente.

Tocó la puerta y este me da paso.

— Se puede?—

— Cuántas veces te he dicho que tú puedes entrar aquí cuando desees, no necesitas llamar.— dice levantando la cabeza de la pila de papeles que tiene sobre el escritorio.

— Quién sabe si puedo interrunpir un escarceo amoroso de mi esposo...—

Alesso me dedica una mirada de disgusto, creo que me he pasado con mi pequeña broma, me acerco a él y me siento sobre su regazo esto parece calmarlo. Son tan predecibles los hombres!

Comienza a acariciar mi pierna por encima de mi vestido, despejó mi mente. Yo no he venido a esto!

— Alesso, traigo noticias no sé si buenas o malas. Pero al fin de al cabo son noticias.— digo entregando los sobres.

Los deja sobre la mesa, comienza a tocar su boca con nerviosismo. Cojo su mano libre y la acaricio intentando trasmitirle tranquilidad.

— Cuál abrimos antes?—

Cojo la carta de Sicilia y el abre cartas. Saco el papel doblado de su interior y comienzo a leer.

Estimado Duque

He recibido su petición de auxilio y he decidido viajar hasta Milán, actualmente estoy investigando sobre un tratamiento innovador el cual podría ser efectivo en la cura de su padre.

Cuando está carta llegué yo ya estaré de camino, nos vemos en unos días atentamente Flavio Scorino

Esto son buenas noticias, solo espero que no llegue demasiado tarde, cojo la otra carta y la leo también en este caso el doctor se excusa alegando problemas de salud, bueno al menos hemos conseguido la ayuda de un especialista.

Me levanto y las cartas de Florencia caen de mi mandil. Alesso las recoge del suelo.

— Qué me está ocultando esposa mía, acaso estás misivas son de un amante quizás?— dice Alesso sonriendo.

— Cómo me conoces esposo mío, últimamente ando sofocada y ya no encuentro el calor en mi lecho...— Dios mío pero yo acabo de decir eso! Siento que el rubor me sube por todo el rostro.

— Eso lo podemos arreglar en un momento.— dice levantandome y cogiendome en brazos.

— Qué haces estás loco! Estamos en tu despacho y es de día...—

— Con lo resuelta que eres para algunas cosas y lo inocente que eres para otras...— dice dejándome sobre el sofá y colocándose sobre mi.

Posa sus labios sobre los míos, y comienza a levantar mi vestido, sus manos suben lentamente trazando círculos sobre mi piel...

Matrimonio por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora