Hace unos minutos que llegamos a casa, el notario también acaba de llegar. Cita a todos los beneficiarios pero extrañamente soy a la única persona que llama, le pido a Alesso que me acompañe a la apertura del testamento.—Voy a proceder a la lectura del testamento, debo de agregar que este testamento fue modificado hace tan solo unas semanas. Encontrándose el autor del mismo en plena capacidad de raciocinio y consciente de todas sus decisiones. Todas mis propiedades, empresas, y mi fortuna se las dejo a mis dos hijos varones. Siendo su única administradora mi hija Francesca con derecho a su venta o diligencias necesarias en caso de necesidad....—
La verdad es que no esperaba otra cosa, las mujeres no tenemos derecho a nada a no ser que no haya ningún pariente varón en nuestra familia.
Despedimos al notario después de haber firmado un sin fin de papeles. Estoy agotada tanto física como mentalmente.
— Diré que preparen la comida ya, necesitas alimentarte correctamente y no me repliques Francesca porque en eso no hay lugar a discusión — dice Alesso dirigiéndose hacia la cocina.
Saco la nota que guarde, esa que estaba dentro del ataúd vacío. La desdobló y comienzo a leerla.
Viernes 0:00 calle del Domo, número 7.
Qué significa todo esto? Acaso se trata de una trampa. Vuelve Alesso y le enseño la nota, se pone furioso y me prohíbe ir a ningún lugar alegando que necesito pasar mi luto y descansar por mi estado. Me resulta tan tierno cuando se que trata de protegerme pero sabe que no me quedaré aquí, no he llegado tan lejos para quedarme asustada en casa, no puedo y no quiero simplemente no soy así, no tengo ni idea de quién puede tratarse, muchas ideas pasan por mi mente pero no quiero aferrarme a ninguna....
El carruaje nos deja en la entrada de la calle, esta es demasiado estrecha y solo se puede acceder a ella a pie. Alesso agarra fuertemente mi mano, se que está nervioso y preocupado pero como siga ejerciendo tanta presión siento que me la va a romper. Le lanzó una mirada de dolor e inmediatamente suaviza su agarre.
Llegamos al número siete, no hay nadie por la calle ni por los alrededores, es una hora para que la gente decente se encuentre acostada. A estas horas solo se pueden encontrar borrachos o malenantes.
Llamamos a la puerta, en pocos segundos un hombre con el rostro cubierto por una capucha nos invita a pasar al interior de la casa, Alesso me mira con desconfianza pero al final no se opone a entrar.
Está casa es muy vieja, apenas si hay mobiliario, huele a humedad y a podredumbre, el mobiliario que hay aquí no está en su mejor estado. Nos sentamos en un viejo sillón esperando a que el extraño de su siguiente paso.
De un momento a otro, se quita la capucha que cubre su rostro, dejando ver un rostro conocido para nosotros.
—Padre! Estás vivo...—digo todavía incrédula por lo que estoy viendo en estos momentos.
— Lo siento mucho, no podía hacer otra cosa nada más que fingir mi propia muerte, te lo explicaré todo después. Gracias al cielo que mi pequeña es muy lista.—
— Cómo sabías que abriría el ataúd y no lo dejaría estar?—
— Tu siempre fuiste demasiado curiosa, además no sueles creer en lo que tus ojos no pueden ver... Cómo están los niños?—
— Los niños están bien, ahora explícame porqué has fingido tu propia muerte porque de verdad que quiero entender. No te imaginas lo que he sufrido y lo que nos hemos arriesgado por volver aquí!—
— Lo siento de verdad, pero creo que con mi muerte se acaban vuestros problemas... Haber por donde empiezo, como ya sabéis gracias a Margherita comencé a frecuentar círculos poco recomendables, y vi cosas que no debería... cuando tú me advertiste de querían asesinarme me aleje de ellos. Pero para ellos la única forma de dejar esa sociedad es la muerte. Con mi ausencia no solo perdían un miembro, también perdían un proveedor de ingresos y de influencias. Un día en la entrada de la casa me encontré la cabeza de Margherita en una caja con una advertencia o vuelves o así quedarán cada uno de los miembros de tu familia...—
— Padre porque no me avisaste hubiésemos encontrado alguna solución...— digo alterada.
— No Francesca, bastantes problemas tenéis ya por mis malas decisiones. Siento haberte obligado a casarte con él. Siempre prometí que tú elegirías a tu esposo, en cambio con la primera amenaza fui débil y cedi a las exigencias del papá—
— No me pidas perdón por eso, no te culpo y menos creo que seas débil en tus decisiones, gracias a eso tengo un hijo maravilloso, otro en camino y...—
— Un esposo que te idólatra.— dice Alesso interrumpiendome y besando mi mano.
Mi padre sonríe y después de esta interrupción continua.
— Confío en que cuidaras a tus hermanos como una madre amorosa y dedicada. También a ti Alesso te pido que seas su figura paterna...—
Ahora es Alesso el que sonríe en cambio yo estoy disgustada.
— Padre no voy a permitir que vivas así, escondido entre las sombras y sumido en la pobreza. Vendrás con nosotros a Milán y ya resolveremos lo de ese grupo...—
— No, debo diferir contigo. Lo tengo todo atado esta misma noche partiré para Francia, allí he comenzado unos nuevos negocios y también he comprado una casa. Gracias a unas personas de dudosa moral tengo una identidad nueva y por tanto una nueva vida. Cuando haya pasado el tiempo debido os escribiré para que podáis visitarme. En ningún momento les podrás decir a los niños que soy su padre o su abuelo. Esto es muy importante todo este plan podría caer por un solo fallo. Prométeme Francesca que lo cumplirás!— dice mi padre cogiendo mis manos.
— Pero papá me estás pidiendo demasiado cómo los vas a privar de tu presencia, como les vas a ocultar que eres su padre.—
— Ese es un sacrificio que estoy dispuesto a correr por el bien de nuestra familia. Lo único que me ha importado en esta vida eres tú y tus hermanos, el respeto y el dinero no me importan.—
Papá me ve triste y abatida, se acerca para abrazarte, algo que agradezco de corazón, necesitaba de este abrazo, sentir el calor de mi padre una vez más.
Unos minutos después nos despedimos, esperando de corazón que está no sea la última vez que pueda ver a mi padre, estoy feliz de saber que está vivo pero no comparto su decisión de huir y cambiar de vida. Creo que podríamos haber buscado una solución, pero no hay nada que yo pudiese hacer para hacerlo cambiar de opinión. El ya había tomado una decisión y demásiado difícil es para él, dejar todo lo que ha construido en su vida y lo más importante a su familia.
Sólo me queda rezar por él y esperar que su sacrificio no sea en vano.
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Matrimonio por contrato
RomanceItalia 1807 El papa Pío VII tiene un nuevo capricho casar al hijo díscolo de los duques de Milán, con una señorita de intachable virtud. Cuál es su sorpresa al conocer a Francesca hija de su mayor proveedor de vino, ella es la indicada, católica, be...