Después de pasar dos días en casa de la amable señora hemos decidido que es seguro partir, ella se ha encargado de conseguirnos algo de ropa.
Me quería morir cuando vi a Alesso vestido con ropa tan simple, se veis tan mono, pero él no dejaba de quejarse de lo basta que era la tela. Ese es el problema de haberse criado entre algodones. Ya se que yo no he vivido igual que él. Pero al menos no me quejo.
La noche ha caído. Hemos conseguido un transporte hasta Florencia, la señora ha gastado todo su dinero en ayudarnos, en cuanto lleguemos le devolveremos todo lo gastado pero l daremos el doble.
Me hubiera gustado decirle lo de su hijo, pero aunque lo intente se me partía el corazón solo de pensarlo. Quizás ella sea más feliz en su ignorancia.
El carruaje acaba de llegar, nos despedimos de la señora con promesas de volver a vernos, nos encaminamos de vuelta a la ciudad que me vio nacer, con suerte estaremos allí al amanecer.
Vamos a casa de mi tía, no vamos a la casa que tenemos alquilada por si pudiese estar vigilada. El camino transcurre tranquilo los primeros rayos de sol comienzan a alumbrar el horizonte. Doy un suspiro de alivio al fin estamos tan cerca, escucho un fuerte estruendo, el carruaje se va de lado de un momento a otro vamos a volcar, Alesso es más rápido y de una patada tira la portezuela, me agarra y nos lanzamos fuera, rodamos por la tierra.
Levanto mi cabeza y veo como el carruaje cae por una pendiente escarpada, miró a Alesso está debajo de mi, creo que está bastante golpeado. No tengo demasiado tiempo para comprobar las heridas de mi esposo, unos pasos se acercan hasta el final del camino. Le tapó con una de mis manos la boca a Alesso y me mantengo en silencio.
— Maestro no creo que hayan podido sobrevivir a esta caída.—
— Está bien volvamos a la comunidad ahora es una pena esa mujer me gustaba...—
Levanto un poco la cabeza pero no puedo ver demasiado bien, para mí son como unas sombras.
Pasamos un largo rato en esa misma posición, cuando estimo que ya deben de estar lejos me levanto del cuerpo de mi esposo, este parece quejarse por el dolor.
— Estás bien?— pregunto preocupada
— Mmm... Podría estar mejor, creo que tengo una costilla rota pero puedo caminar.—
— Lo siento, no deberías haber recibido todos los golpes.—
— Prometí protegerte y cuidarte el resto de mi vida y eso es lo que voy a hacer.—
No respondo simplemente le sonrío a veces dice cosas tan bonitas que me deja descolocada. Hace que mis barreras caigan a sus pies. Y aunque lo amo no quiero que sea tan evidente.
**
— Francesca que hacéis aquí? Y así estáis heridos?— dice mi tía desde la puerta de la casa sorprendida.
— Te lo contaré más tarde, ahora necesitamos que venga un doctor y que nadie sepa que nos encontramos alojados aquí, no quiero que nadie te pueda dañar.— digo ayudando a entrar a Alesso al interior de la casa.
El doctor llegó hace un rato, gracias al cielo no hay nada grave por lo que lamentarnos apenas unos rasguños y una costilla magullada, con varios días de reposo todo volverá a la normalidad.
Paso dormitorio y me siento a su lado, el coge una de mis manos y deja un beso.
— Que vamos a hacer ahora? No se en quién podemos confiar y tengo tantas ganas de ver a Leonardo y comprobar que está bien. — digo con lágrimas en los ojos, toda esta situación me sobrepasa.
— No te preocupes, pensaré en algo, ahora ven túmbate a mi lado.—
Me tumbo a su lado y el inmediatamente se voltea y se sube sobre mi.
— Alesso estás convaleciente, no pienses en hacer cosas raras porque no es el momento.— digo firme.
— Cuando dices cosas raras te refieres a...—
— No sigas...— digo totalmente avergonzada.
— Jajajaja... Está bien pero al menos puedo llevarme conmigo un beso de tus labios?—
Me acerco un poco y posó mis labios sobre los suyos, el beso de vuelve ardiente y lleno de pasión de un momento a otro. Busco lo poco de cordura que me queda y me separo de el. Me levanto de la cama y me despido. Lo mejor es que descanse y que yo me aleje un rato de él. Su cuerpo me vuelve loca y su boca es mi perdición.
En el saloncito se encuentra mi tía, le explicó un poco todo lo acontecido omitiendo ciertos puntos de la historia. Le cuento mi malestar y mi preocupación, ella me tranquiliza me pide que descanse un rato y ella saldrá a ver si se entera de algo.
Me recuesto en el sillón un rato se que si subo al dormitorio pasará lo que tanto anhelo, pero ahora no es el momento lo primero es que Alesso se recupere y solucionemos el problema que tenemos entre manos. Cierro mis ojos y antes de pensar demasiado me quedo totalmente dormida.
"Me encuentro en una habitación oscura, apenas si hay unas pocas velas. Varios hombres y mujeres con máscaras ríen y hablan demasiado alto, un hombre llega y sube a un atril que hay en el centro de la habitación, pronuncia unas palabras que no entiendo.
Inmediatamente después una pareja se dirige al centro de la habitación se quitan la túnica y se tumban sobre un pentagrama. La habitación se llena de jadeos y de sexo...
Una vez culminado el acto carnal, la mujer enmascarada coge una daga y corta el cuello de su compañero.
De mi garganta sale un grito ahogado, la mujer retira su máscara y yo quedo en shock, retira la máscara de su compañero y puedo ver el rostro de mi padre sin vida.
Se frota con la sangre de mi padre muerto, mientras todos jalean y aplauden el acto.
Quiero moverme y no puedo, quizás aún este vivo y lo pueda salvar, me muevo y llego hasta su posición, acerco mis manos a su herida pero soy etérea, nadie me ve, nadie me escucha. Grito por el dolor y la frustración de haber perdido al hombre que me dio la vida".
— Francesca despierta, estás sufriendo una pesadilla.— dice Alesso
devolviéndome a la realidad.Me abrazo a mi esposo y lloro como una niña, y si esto no es un sueño y si es algo más, hace un tiempo leí sobre las proyecciones astrales una santa española abandonaba su cuerpo y proyectaba su alma a otro lugar. Ojalá y no, ojalá y sea solo un maldito sueño. Pero ahora debo comprobar que mi padre se encuentra bien.
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Matrimonio por contrato
RomanceItalia 1807 El papa Pío VII tiene un nuevo capricho casar al hijo díscolo de los duques de Milán, con una señorita de intachable virtud. Cuál es su sorpresa al conocer a Francesca hija de su mayor proveedor de vino, ella es la indicada, católica, be...