Capitulo 30. Ganar o perder

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Llaman a la puerta del dormitorio, Alesso se pone en pie raudo y a la defensiva. Pasa un hombre vestido de negro, estoy segura de conocerlo ese hombre es con el que me he estado encontrado.

— Vamos es hora de ponernos en marcha, señora ya tiene su prueba de vida así que no me haga perder la paciencia.— dice sacando un arma de uno de sus bolsillos.

Me levanto de la cama, Alesso me ofrece su mano y yo la cojo gustosa, quién me habría dicho que un matrimonio por contrato terminaría así. Lo amo y el a mi. Pondría mi vida en sus manos con tan solo pedirlo.

Salimos a la calle, hay dos carruajes uno tiene el portón abierto el otro por el contrario está cerrado y las cortinas puestas.

— Señora ha donde vamos?—

— A Génova, allí es donde debemos ir ahora.— digo resignada, pensaba en mentir pero de nada va a servir, quiero terminar con esto cuanto antes.

Tres días nos separan de esta bella ciudad, estoy comenzando a desesperarme, se que Leonardo está bien pero no puedo evitar sentirme una madre pésima por tener que dejarlo de nuevo.

Al menos tengo tiempo para pensar durante el viaje, me preocupa mi padre, María y por supuesto mis suegros.

—Alesso sabes algo de tus padres?—

— No mucho la verdad, ese hombre me dijo que los libero cuando yo llegue a esa casa, así que espero que estén sanos y a salvo en Milán.—

Demasiados vacíos, demasiadas  preguntas sin respuesta. No me puedo creer que todo esto me este pasando a mi.

Tres días más tarde hacemos nuestra llegada a Génova, hemos hecho dos paradas pero no hemos visto a nadie bajar del otro carruaje, creo que dentro se encuentran los fanáticos que nos han secuestrado, pero no entiendo el porque se esconden tras esas cortinas...

El portón de abre, de nuevo ese hombre me mira con desdén.

—Señora, creo que hemos sido bastante pacientes, hemos leído sus anotaciones y no dice nada de Génova, más bien deberíamos haber viajado a Francia.—

— No tengo porque dar todos mis datos, es más vayan a Francia si lo desean, pero allí no encontrarán nada más que el polvo de lo que un día fue un caballero de la Santa Sede.—

Se marcha malhumorado, veo como se acerca a el otro carruaje, una mano asoma tras la cortina, después de unos minutos regresa hasta mi posición.

— Señora llevenos hasta el lugar donde se encuentra la reliquia—

— Hasta que no anochezca no se puede saber la ubicación exacta. Sólo hay que esperar desde el puerto a que empiece a caer la noche. Con el último rayo de sol, se descubrirá la ubicación exacta.—

Se marcha maldiciendo y de nuevo nos ponemos en marcha. Pasamos las siguientes horas en una pensión, al menos he podido estirar las piernas y lavarme un poco. También le he pedido ropa de caballero a este hombre, a donde vamos no puedo subir vestida como una dama.

A la hora de la puesta de sol, me encuentro en la ubicación que marca el último pergamino. Me costó descifrar el código y las coordenadas pero todavía no se ha inventado nada con lo que no pueda Francesca Sforza.

Saco un pequeño catalejo con dos lentes de colores. Las coloco en su sitio y miró hacia el este, espero un poco y de un momento a otro debajo de una montaña veo un punto dorado brillar, esa es la ubicación estoy segura.

El problema es que no creo que podamos llegar en la noche. Por lo que tendrán que esperar a que salga el sol, también dudo que puedan ir en carruaje. He visto la orografía del terreno y parece demasiado escarpado. Así que de una vez por todas veremos quién son nuestros captores. Aunque tengo una ligera idea de quién son.

Matrimonio por contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora