Alesso
Cada día que pasa me doy más cuenta de la suerte que he tenido al casarme con esta mujer. Está que rechace y humille sin razón alguna.
Si no fuera por ella creo que estaríamos muertos hace días, no puedo negar que ella es muy inteligente más que yo si cabe, lo único que puedo aportar aquí es la fuerza física.
Hace un rato he pasado un momento divertido, ni en mis mejores sueños habría podido ver a Francesa tan ruborizada. No voy a negar que yo también me he sorprendido quien me iba a decir que está gente honra así a la madre naturaleza.
Estamos en nuestra nueva casa, la verdad es que no podía ser más básica, solo cuenta con una cama, dos sillas y una mesa.
Lo peor de todo esto es que tendremos que hacer nuestras necesidades en el exterior. Para mí no supone ningún problema lo que no se es como lo llevará Francesca.
Mi estómago ruge por el hambre Francesca parece notarlo y me ofrece una pieza de fruta. La devoro sin miramientos ni educación alguna.
Sigo teniendo hambre pero algo es algo. Me tumbo en el camastro porque dudo que a esto se le pueda llamar cama. Desde aquí tengo unas vistas maravillosas Francesca con ese vestido casi traslúcido que aunque al principio me molestó que pudiese mostrar tanto ahora agradezco al cielo.
— Qué hacés?— Dice mirándome pero no a la cara.
Bajo mis manos rápidamente a mi entrepierna.
— Que quieres que diga, que mi esposa me excita, que deseo a mi esposa. Pues ya lo he dicho.—
El rubor vuelve a su rostro, se mete en la cama y me da la espalda. Siento que ya no le soy indiferente, coge mi mano y conversa conmigo estoy obteniendo muchos avances últimamente.
Me despiertan una especie de cuernos, creo reconocer el sonido parecen sonar como los de caza. Me asomo por la ventana y veo como la gente comienza a caminar al la especie de plaza de central.
— Francesa despierta nos están esperando.— digo moviendo a esta mujer que cuando se duerme se muere.
Después de un largo rato consigo que se despierte. Salimos al exterior y llegamos a dónde están todos. Otra vez de nuevo han puesto esas gachas una pieza de fruta y un poco de agua.
No sé cómo voy a aguantar aquí solo comiendo tres piezas de fruta al día! Espero que podamos descubrir rápido como salir de este maldito lugar.
Después del desayuno nos asignan varias tareas, al menos estaremos entretenidos y podremos descubrir algo más. El único problema es que Francesa se va al huerto y yo me voy a la construcción.
— Ten cuidado y no comas nada de lo que desconfíes.— dice Francesa acercando tanto su rostro al mío que sintió que este es el momento de besarla, ella cierra sus ojos y yo me acerco a sellar el beso, pero justo en ese momento vienen un grupo de mujeres y se llevan a mi esposa.
He estado tan cerca de poder besarla que siento frustración, marcho al trabajo con una sensación extraña en el cuerpo...
La mañana pasa rápida, estoy agotado nunca en toda mi vida había trabajado tanto, para ser sincero es la primera vez que realizó un trabajo físico.
Nos llevan al comedor y otra vez nos separan, esta situación me está empezando a fastidiar más de lo necesario. Miro hacia su sitio y está me sonríe. Estoy sentado al lado de un chico joven. Todavía no le han cortado el pelo por lo que debe de estar en el mismo nivel que yo.
— Cuánto tiempo llevas aquí?— pregunto curioso y tratando de integrarme.
— Nací aquí, así que supongo que toda la vida.— dice con la mirada perdida.
Nos traen carne en vez de gachas, acerco el plato a mi nariz, huele bien no noto nada estaño además es carne asada, junto con un par de patatas. No puedo resistir más el hambre y comienzo a comer, que sea lo que Dios quiera!
Después de comer no me noto extraño ni diferente, quizás solo ponen algo en las gachas, volvemos a trabajar y el chico que se sentó a mi lado se acerca a mi.
— Esteban ese es mi nombre—
— Alesso, no te he visto con nadie tienes familia?—
— Mis padres murieron... La comunidad es mi familia.—
— Lo siento...—
Seguimos trabajando toda la tarde, la hora de la cena pasa igual Francesca en un sitio y yo en otro y de nuevo aparecen las gachas, creo que las sirven en el desayuno y en la cena. Al menos la hora de la comida está bien.
Nos dejan marcharnos a dormir, voy en busca de mi esposa. Reconozco que la he echado mucho de menos, me encantaría poder abrazarla pero supongo que todo llegará a su debido tiempo.
Llegó a su altura y me recibe con una sonrisa, no puede llegar a imaginarse lo que significa que me reciba así. Caminamos juntos hacia nuestra casa.
Veo que está triste, imagino que echa de menos a nuestro hijo. Yo también lo echo de menos pero estoy seguro de que está bien cuidado con mis padres.
Pasamos a la casa, no hace nada más que sentarse y tocan a la puerta. Quien será a estas horas? Me acerco y la abro veo a Esteban y pasa atropelladamente a la casa.
Cierra la puerta de un golpe mira por las ventanas nervioso y cierra las cortinas, también apaga casi todas la velas. Francesca lo mira asombrada y para que negarlo yo también no entiendo esa actitud.
— Creo que no me ha seguido nadie, pero tenía que asegurarme, voy a ser rápido. Quiero salir de aquí y marcharme con vosotros. No tenéis que responder ahora. Podéis pensarlo yo conozco la salida pero es complicado poder salir de aquí.— dice estás palabras e igual que viene se va.
Me siento junto a Francesa, los dos nos miramos en silencio. No decimos nada creo que estamos intentando procesar las palabras de este muchacho.
Podremos confiar en él? Se tratara de otra prueba? Quizás una trampa, no sé si podemos confiar en él. Me tumbo en la cama con la mirada en el techo.
Lo mejor será dormir y hablar con Francesa mañana quizás ella haya descubierto algo que nos pueda ayudar para salir de aquí.
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Matrimonio por contrato
RomanceItalia 1807 El papa Pío VII tiene un nuevo capricho casar al hijo díscolo de los duques de Milán, con una señorita de intachable virtud. Cuál es su sorpresa al conocer a Francesca hija de su mayor proveedor de vino, ella es la indicada, católica, be...